Fomentan la lectura para ayudar a la gente
EN OAXACA. Camionetas recorren varias comunidades. (Foto: CORTESÍA )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
“¿Qué es esto de recomponer el tejido social? El tejido social no existe más que como metáfora; se dice frecuentemente que el tejido social se ha roto pero no se comprende del todo. ¿Qué fue lo que se rompió?, ¿cómo?, ¿qué nos queda?, ¿cómo se reconstruye?”, se plantea Teresa Almada, doctora en investigación en ciencias sociales.
La directora de CASA, organización con cinco centros juveniles en Ciudad Juárez, y que trabaja también con miles de estudiantes de primaria, secundarias y preparatoria, habla del tema eje del 16 Seminario Internacional de Fomento de la Lectura: “Lectura y escritura en la recomposición del tejido social”, que inicia el próximo lunes como parte de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, que ayer fue inaugurada.
Almada dice que los jóvenes están inmersos en dinámicas de precarización, se empobrecen sus experiencias de vida y cultura, y están marcados por el abandono, la falta de oportunidades y el no acceso al desarrollo cultural. Ella trabaja con más de 4 mil jóvenes de entre 10 y 25 años; más los miles que atiende en el sistema escolarizado.
“La lectura les permite tomar distancia del presente, de la existencia inmediata a veces atravesada por la violencia y les va permitiendo reconstruir el imaginario social, acceder a nuevos códigos para interpretar el mundo, releer su propia experiencia y tomar distancia de ella”, señala.
Teresa Almada, de Ciudad Juárez; Socorro Bennetts, de Oaxaca; María Emilia López, de Argentina y Lara Reyes, de España, comparten su experiencia con niños y jóvenes en situación de violencia, marginación y rezago social.
El trabajo en Ciudad Juárez es muy distinto a la que realiza María Emilia López con bebés, en el Jardín maternal de la Facultad de Derecho de Universidad de Buenos Aires. La consultora del CERLALC, afirma que el tejido social se funda en las experiencias de lectura desde la edad temprana.
“El bebé que nace debe entrar en la lengua, en la conversación sobre las cosas del mundo para comenzar a ser parte del tejido social y comprender el funcionamiento de los vínculos, el sentido de las palabras y la vida”, dice la investigadora, y agrega: “La literatura siempre es hospitalaria, siempre aloja y contiene con su enorme caja de posibilidades los otros mundos imaginados que nos permiten aliviar el peso de vivir”.
Cambios de realidades
En Oaxaca se han comenzado a tejer historias de esperanza en comunidades indígenas y rurales sobre cuatro ruedas. Socorro Bennetts, coordinadora de Proyectos Educativos y Culturales de la Fundación Alfredo Harp Helú, asegura que la lectura y la escritura reconstruyen vínculos, identidades y sentido de pertenencia; ellos los hacen a través de dos programas: Bibliotecas móviles en la Sierra norte y Seguimos leyendo, programa de lectores voluntarios.
Desde hace cinco años, dos bibliobuses recorren 24 comunidades indígenas, en su mayoría de hablantes del zapoteco, dando talleres de lectura a más de 800 personas al mes. El otro proyecto en escuelas impacta a más de 6 mil estudiantes de 24 escuelas públicas de Oaxaca y cinco municipios conurbados, basado en 250 lectores voluntarios.
“Consideramos que este ejercicio propicia en la comunidad procesos de igualdad y el reconocimiento de su ciudadanía. Mujeres y hombres, son iguales, niñas y niños también. Lamentablemente la cultura del machismo continúa arraigada en la Sierra norte de Oaxaca”, señala Bennetts.
Lara Reyes, por su parte, entre 2009 y julio de 2013 trabajó con 18 niños gitanos en la ciudad de Terrassa, cerca de Barcelona. “Es el seguimiento de un grupo que se hizo lector; les hice escribir una autobiografía lectora y ellos ven como punto de partida el momento en que llegué a la escuela, llevé libros, empezamos a leerlos y sus familias se sumaron”.