yanet.aguilar@eluniversal.com.mx  

Hombre generoso con sentido del humor a flor de piel, gran amigo y enorme escritor, maestro de por lo menos cuatro generaciones de escritores, aficionado a la literatura y la historia francesa, y a Napoleón Bonaparte; colombiano de México, latinoamericano del mundo, solidario con los escritores refugiados y poeta y narrador de primera, fueron algunos de los calificativos con los que sus amigos mexicanos despidieron a Álvaro Mutis, el escritor colombiano fallecido el pasado domingo.

En reciprocidad a las casi cinco décadas que Álvaro Mutis hizo de México su casa, los escritores, sus pares, lo convirtieron en su amigo y su maestro, por eso el gobierno mexicano lo asume como un escritor nacional y le ofreció a la viuda del poeta y narrador, Carmen Miracle, un homenaje en el Palacio de Bellas Artes. Ella prefirió esperar y tomar la decisión con los hijos de Mutis; también con ellos decidirá el destino de las cenizas del autor de Los elementos del desastre, Los trabajos perdidos, Reseña de los hospitales de Ultramar y Empresas y Tribulaciones de Maqroll el Gaviero.

Poco a poco, durante todo el día de ayer, amigos y familiares acudieron a la funeraria García y López del Pedregal, donde fueron velados los restos del autor de Maqroll el Gaviero para darle el último adiós y para acompañar a Carmen Miracle, su viuda, que enfrentó la pena sola. Los cuatro hijos de Mutis: María Cristina, Santiago, Jorge Manuel y María Teresa, que viven fuera de México, llegarán al país en el transcurso de la semana.

Quien arribó muy temprano fue el embajador de Colombia, José Gabriel Ortiz, y aunque dejó la funeraria un rato, regresó por la tarde; a las 11:33 llegó Mercedes Barcha, la esposa de Gabriel García Márquez, pero no la acompañaba el Premio Nobel de Literatura 1982, sólo iba su chofer y su asistente, Mónica Alonso, quien dijo a EL UNIVERSAL que Gabo estaba muy triste pero se había quedado en casa porque “él nunca asiste a este tipo de actos”. Ella misma declaró a la agencia EFE que Gabo no lo hizo porque “no está en México”. La realidad es que Gabo nunca viaja sin Mercedes, su esposa.

Amigos como Juan Villoro, Phillipe Olle-Laprune, Carlos Prieto, José María Espinasa, Ana María Jaramillo, Ángeles Mastretta y Héctor Aguilar Camín despidieron al poeta pero celebraron la obra que deja. Tal vez no haya inéditos, pero sí muchos cuadernos con textos de Mutis, especuló Juan Villoro; lo que sí sabe con certeza es que quedó su obra protagonizada por Maqroll, que el Fondo de Cultura Económica (FCE) ha editado y volverá a relanzar para la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que, por cierto, prometió organizar actividades para rendirle homenaje.

José Carreño Carlón, director general del FCE, dijo que esa casa editorial tiene el libro que reúne todas las historias de “Maqroll el Gaviero”, titulado Empresas y Tribulaciones de Maqroll el Gaviero, y el disco con la propia voz de Álvaro Mutis, dentro de la colección “Entre voces”.

El valor literario del Gaviero

Juan Villoro, quien recordó a Mutis como un gran amigo, un maestro y un generoso compañero con quien compartió el Patronato de la Casa Refugio Citlaltépetl, dijo que el autor “era un colombiano de México, extraordinario poeta, quizás más conocido en la última etapa por sus extraordinarias novelas”. Enfatizó su extraordinaria calidad poética y que en sus novelas sea un enamorado de las causas perdidas. “Es un poeta que tiene una estirpe muy parecida a la de Pablo Neruda porque su poesía es una poesía épica, muy honda en la reflexión sobre el humor, el heroísmo, la tierra y los paisajes; y al mismo tiempo de grandes reflexiones filosóficas y metafísicas. Yo creo que las dos grandes influencias de la literatura latinoamericana del siglo XX, Neruda y Borges, encontraron en Álvaro Mutis una combinación perfecta”.

Pero Villoro fue más allá, dijo que desde el punto de vista de las novelas, Álvaro Mutis “fue un enamorado de las causas perdidas, que es algo muy latinoamericano: apostarle a las derrotas y convertirlas en una forma secreta del triunfo, ‘Maqroll el Gaviero’, que fue su alter ego, es un personaje maravilloso, enigmático e indescifrable que lo único que sabíamos de cierto de él es que, como los héroes de Joseph Conrad, se embarcaba en circunstancias muy difíciles y en estas circunstancia él encontraba en la derrota un triunfo secreto”.

Mutis fue a México como México fue a Mutis. El editor y poeta José María Espinasa y su esposa, la poeta colombiana Ana María Jaramillo, celebraron la amistad de Mutis durante toda la vida. De Espinasa, Mutis fue primero amigo de sus padres, luego un maestro por ser un gran escritor. “Era muy aficionado a la literatura francesa, a la historia, a Napoleón Bonaparte y a Baudelaire. La última vez que hablé con él estaba leyendo a Pío Baroja”.

Para Ana María, fue su guía desde el terruño y, cuando se reencontraron en México, compartían país, familia, tradiciones y cultura. “Aquí hizo su vida, aquí hizo todo, aquí se casó, tenía espléndidos amigos, a partir del momento que llega a México vive algunas aventuras, termina teniendo una vida muy buena de escritura, de familia y siempre fue un compañero inseparable de García Márquez, eran una mancuerna, se apoyaban mucho como escritores, eran los mejores críticos implacables del otro”.

Generaciones en deuda

Álvaro Mutis tuvo una larga vida de nueve décadas e infinidad de episodios biográficos atesorados: de niño sus padres lo enviaron a un internado en Bélgica, de joven se dedicó a la publicidad y al doblaje; llegó a México en 1956 y tres años después ingresó a la cárcel de Lecumberri, donde pasó 15 meses que marcaron su vida: “Conocí a gente con el espíritu enfermo, gente con un cerebro capaz de maquinar proyectos abominables, gente de agresividad a flor de piel”.

Todos lamentaron el deceso de quien fuera durante 15 años, desde su fundación, presidente del Patronato de la Casa Refugio Citlaltépetl, porque como dijo José Carreño Carlón: “Significa la partida de un latinoamericano que los mexicanos siempre vivimos como propio, un hombre al que cuatro generaciones de creadores mexicanos están en deuda por sus enseñanzas y la generosidad que tuvo”.

Celebraron al maestro, al hombre con gran sentido del humor que se burlaba del socialismo, del capitalismo y de todas las tendencias contemporáneas; que también se burlaba del futbol: “Decía que los estadios eran burdeles de la gloria”, recordó Juan Villoro.

Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Conaculta, tras dar el pésame a la viuda de Mutis, Carmen Miracle, le propuso un homenaje en el Palacio de Bellas Artes; ella le pidió esperar la llegada de sus cuatro hijos, juntos decidirán el homenaje y el destino de las cenizas.