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PANAMÁ.— José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica (FCE), de México, advirtió ayer en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, que se realiza en esta ciudad, que la “nueva revolución digital” global podría traducirse en “una nueva era de frustración” en América Latina, por la costumbre de poca o escasa lectura entre los latinoamericanos y las dificultades en las estructuras sociales, educativas y culturales, y en la industria regional del libro.

El académico y periodista repasó una larga historia de avances tecnológicos que impactaron la producción de libros, desde el nacimiento de la imprenta y el desarrollo del papel y de la encuadernación, hasta su auge en Occidente, los renovados mecanismos productivos, los procesos electrónicos y los libros de bolsillo, y “la masificación de la lectura” y la democratización de la cultura” en los últimos 500 años en la zona de América Latina.

“Espero no me tomen por aguafiestas”, alertó Carreño. “A pesar de estos cinco siglos de impresionantes avances, hay regiones lingüísticas, como la nuestra, que permanecen entre los últimos lugares de lectura de libros en el mundo, con algunos de los mayores índices de población que no lee libros”, precisó.

“Considero necesaria una buena dosis de autocrítica” de las estructuras sociales, los sistemas educativos, las instituciones culturales y las industrias editoriales latinoamericanas, “si no queremos que la nueva revolución digital y la nueva cadena del libro que anuncia —y que ya está produciendo en el mundo— una nueva ola de expansión del conocimiento y la cultura, se traduzca en una nueva era de frustración sin mayores consecuencias en la activación de los hábitos de lectura”.

El director del FCE describió un panorama sombrío: “Si no hay cambios profundos en este campo, permaneceremos en ese triángulo de hierro, trazado por nuestros tres grandes déficit: la mala educación, con sus correspondientes débiles hábitos de lectura; el bajo poder de compra, producto de la pobreza y la desigualdad crónicas; y la insuficiente penetración y cobertura de las telecomunicaciones y el acceso a la red, que aún es caro y deficiente en la región”.