China ya tiene su propia Torre Eiffel
Nada está fuera del alcance del país rey de las copias, ni la Torre Eiffel: Al este de China, en la provincia de Zhejiang, se erige una réplica casi exacta del famoso emblema parisino, aunque, en lugar de ubicarse en los campos de Marte, forma parte de un complejo residencial.
"A los chinos les encanta París. Puedes ver miles de tiendas por toda China vendiendo de todo sobre la Ciudad de la Luz, así que pensamos: ¿por qué no traerla hasta aquí?", así se expresa Jason Li, el relaciones públicas de la inmobiliaria Guangsha, encargada del proyecto que ha copiado la Torre Eiffel.
Dicho y hecho. En dos años la empresa china levantó su propia torre a las afueras de la ciudad de Hangzhou, capital de la mencionada provincia y conocida por el gran lago que divide la ciudad y la espectacular pagoda que lo adorna.
"La construimos incluso en menos tiempo que en el que se hizo la original, que se levantó en 2 años y unos meses", destaca Li frente a la maqueta en miniatura que representa el proyecto.
La Torre Eiffel china, de unos 103 metros de altura comparados con los 325 de la original y a la que, a diferencia de la parisina, no se puede subir, no es lo único que hace creer al visitante que está en la capital francesa.
Tras ella se levanta una réplica de los Campos Elíseos sin Arco de Triunfo pero con majestuosos edificios estilo francés repletos de restaurantes chinos en sus bajos.
Los letreros de los establecimientos en caracteres chinos es una de las pocas cosas que devuelve al viajero a la realidad, además de los pocos -o casi inexistentes- habitantes del lugar.
Si bien la inmobiliaria afirma que ya son 5 mil las familias que viven en los apartamentos levantados en esta zona, las calles vacías hacen pensar que uno se encuentra en una de las decenas de ciudades fantasmas que se extienden por toda China, con innumerables viviendas pero sin personas que las habiten.
Será en 2018 cuando finalice este colosal plan urbanístico, que tiene previsto construir desde colegios, institutos, hasta centros comerciales o castillos réplicas de los del Loira para unas 30 mil familias.
Familias adineradas, pues este espacio no es apto para cualquiera: el metro cuadrado se vende a 8 mil yuanes, por lo que el precio mínimo de los apartamentos (100 metros cuadrados el más pequeño) supera los 800 mil yuanes (unos 130 mil 700 dólares, 96 mil 600 euros).
"Será una miniciudad única", pronostica Li, quien hace de portavoz de la inmobiliaria ante cualquier interesado extranjero -es el único que se atreve con el inglés- y a la vez de guía turístico a bordo de un cochecito por el que pasea a los potenciales clientes.
Este transporte es necesario, pues el plan tiene una extensión de alrededor de 20 mil metros cuadrados, un espacio no sólo residencial.
"Es un sitio único para vivir, pero también para hacer turismo o para tomarte tus fotos de boda", relata el trabajador de la inmobiliaria que, además de vender casas, ofrece paquetes para recién casados, a los que anima a que inmortalicen su boda con la Torre Eiffel de fondo o estancias en el castillo, que ofrecerá unas vistas únicas del complejo al ubicarse en lo alto de una colina.
De momento, la Torre Eiffel es una de las pocas construcciones finalizadas, por lo que la imagen de la majestuosa torre se funde con la de los numerosos barracones levantados para dar cobijo a los obreros que trabajan en el proyecto.
Un plan que, a pesar de estar en sus inicios, ya recuerda las macrourbanizaciones en España hoy abandonadas o embargadas producto de la burbuja inmobiliaria.
Es un final que China trata de evitar con medidas para enfriar el mercado inmobiliario, que está en plena ebullición con torres -de copia o no- cada vez más altas.
sc