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GUANAJUATO.— La fama ha arropado al coreógrafo catalán Rafael Bonachela (La Garriga, Barcelona, 1972). En su hoja de vida destaca haber sido coreógrafo de Kylie Minogue en sus giras mundiales, y haber trabajado con la célebre Tina Turner. Además, fue seleccionado por el Comité Olímpico Internacional para participar en el proyecto “14 Artistas, 14 Días”, como parte de un trabajo previo al anuncio oficial de la elección de Londres como sede de los Juegos Olímpicos de 2012.

Pero desde 2008 es el director de la Sydney Dance Company, una de las más prestigiosas del mundo. El toro lo cogió por los cuernos y desde hace cinco años corta orejas y rabos en cada faena. Ahora, la emblemática compañía australiana llega por segunda vez al Festival Internacional Cervantino para ofrecer la obra 2 One Another, que inició como una mezcla de sensaciones que se convirtieron en un espectáculo visual que representa las relaciones humanas.

En la obra, dice en entrevista con EL UNIVERSAL, es posible apreciar sus intereses como coreógrafo, entre ellos, la fisicalidad. “Me interesa empujar el cuerpo a sus límites, aunque admiro a los coreógrafos que son capaces de expresar ideas claras con poco movimiento. Yo no soy bueno en eso, no es mi mundo, pero lo bonito de la danza es que haya una gran diversidad de propuestas”.

Sin embargo, admite, en la fisicalidad hay también una propuesta discursiva, estética e incluso filosófica. “En la danza siempre hay una idea detrás, pero no espero que la gente entienda lo que yo pensé en el momento de la creación. Hay un sentimiento, un color, un feeling; además con los bailarines siempre trabajo una idea. Lo fascinante es que el público siempre interpretará lo que hacemos de manera diferente a la nuestra porque todos somos únicos y tenemos un pasado distinto. Lo que yo hago es poesía y la poesía siempre sugiere cosas. Después de una función, las personas me han dicho cosas tan diferentes a la intención inicial de la obra, que es maravilloso, este viaje es la danza”, explica.

Para la crítica especializada 2 One Another es la mejor de sus obras desde que asumió la dirección de la compañía, entre otras cosas porque ha tomado la fuerza y la habilidad de los bailarines y por el diálogo que establecen con la música que mezcla lo clásico con lo electrónica —compuesta por Nick Gales—, entrelazada con fragmentos de poesía exquisita de Samuel Webster, creando así una pieza multidimensional.

“Es una obra dedicada a los bailarines. Quería una coreografía en la que nos exploráramos los unos a los otros. Entre las personas hay violencia, hay sensualidad, hay cariño, a veces hay cariño y calor, todas estas ideas están plasmadas; además tuvimos la ayuda de un poeta que estuvo en el estudio y mientras nosotros creábamos frases de movimiento él escribía, luego como bailarines reinterpretábamos el texto. Lo que hicimos fue ver la individualidad de cada bailarín para crear 2 One Another”, explicó.

El coreógrafo que se ha definido como un “adicto al movimiento”, cuyo lenguaje se ha caracterizado por su originalidad y por mezclar técnicas de danza contemporánea con la danza urbana. Bonachela sostuvo que los bailarines no deben ser considerados como un herramienta del coreógrafo, sino como creadores.

“Cuando alguien trabaja conmigo siempre lo provocaré para tener ideas, para crear movimiento. En esta obra éramos ellos y yo. En la danza siempre hay una interacción al principio y al final, sé a dónde los quiero llevar, pero a veces ellos llegan a mí con sus propias ideas. Nunca pararé a los bailarines, siempre será importante el diálogo porque quiero aprender de ellos”, comentó.

La compañía se presentó el pasado jueves y ayer en el Auditorio del Estado, para luego viajar a Estados Unidos como parte de una gira que los llevará a países como Rusia y Colombia.