"Palestina tiene derecho a tener su hogar"
CEREMONIA. Silvia Lemus entregó a Vargas Llosa y a Grossman la Medalla Carlos Fuentes con la que se reconoce a quienes abren el Salón Literario; Juan Cruz fue moderador de la mesa. (Foto: FOTOS ESPERANZA OREA EL UNIVERSAL )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
GUADALAJARA. Jal. —Cuando el escritor y activista israelí David Grossman concluyó su crítico y racional discurso sobre la urgente paz que debe alcanzar Israel con Palestina, Mario Vargas Llosa celebró con un largo aplauso las ideas de su colega y asintió cuando éste dijo que Palestina tiene derecho natural a tener un hogar.
“Es su derecho natural tener su hogar, su soberanía, sus privilegios; los palestinos tienen derecho a construir su destino, a no vivir siempre en el conflicto”, afirmó Grossman durante el diálogo con el Premio Nobel de Literatura que marcó la apertura del Salón Literario de la 27 Feria Internacional del Libro.
El intelectual, que es considerado el escritor más destacado de la literatura israelí contemporánea y ha luchado porque Israel y Palestina alcancen un acuerdo de paz, fue escuchado en silencio por los cientos de asistentes que llenaron en el salón principal del recinto ferial. Ellos rompieron el silencio con aplausos cuando el escritor concluyó su discurso con la frase: “Solemos ver el poder como un valor en sí”.
“¿Qué se necesita para que haya paz entre nosotros y los palestinos o entre los palestinos y nosotros? Los palestinos deben de tener su propio estado independiente, libre y soberano; tienen derecho a un estado libre y soberano no porque tienen privilegios como palestinos sino porque tienen privilegios como seres humanos”, dijo enfático el escritor nacido en 1954.
Grossman tenía respuestas críticas pero también esperanzadoras para el pueblo de Israel: “Nos hemos hecho adictos a este tipo de vida, es una existencia maniaco-depresiva. La paz nos va a permitir vivir. Alcanzar la paz puede significar un compromiso doloroso que hay que darle solución”, recalcó.
El novelista pidió que el público lo escuchara sin interrupciones; cesaron entonces los aplausos.
“Yo les deseo (a los palestinos), de una manera sencilla, que tengan una vida normal, que no sean humillados, que no sientan la carga de la ocupación; nosotros no debemos interferir en la vida privada y en la intimidad de la gente; deseo que críen a sus hijos sin la sombra de la ocupación, no quiero que nadie en el mundo viva con la sombra de otro”.
Mario Vargas Llosa, quien antes había expresado su punto de vista sobre Israel y el conflicto con Palestina, siguió atento las palabras de Grossman. Lo oyó exigir que el gobierno de Israel debe dejar de ignorar la propuesta de la Liga Árabe porque urge la paz porque, de no ser así, el futuro se vislumbra complicado para su pueblo.
“Como judío en Israel tener paz me va a permitir por primera vez en miles de años sentirme en un hogar en el mundo; hasta ahora Israel no es un hogar porque han cambiado tantas veces las fronteras. Tener paz con nuestros vecinos, con nuestros enemigos nos va a dar un sentido de hogar, de tener una raíz en nuestro lugar y dejar ser extranjeros”, afirmó Grossman, el escritor más importante de la delegación con la que Israel arribó a la FIL como País invitado de honor.
El autor de La muerte como forma de vida, El tiempo amarillo, Llévame contigo y La vida entera, llamó al gobierno de Israel a responder a la propuesta que le hizo la Liga Árabe, que está conformada por 27 países del Medio Oriente.
“¿Cómo podemos rechazar e ignorar este enfoque?, necesitamos la paz, un hogar en el medio oriente, este es el lugar donde debemos tener nuestra vida de hoy en adelante. Lo tenemos que ganar y lograr, no estamos enraizados en nuestro lugar porque no nos gusta nuestra historia reciente”.
Fundamentó sus ideas en la riqueza histórica de Israel: “Somos un pueblo con un pasado glorioso enorme y en ocasiones muy trágico, pero en este presente no hemos tenido la confianza de soñar con tener un futuro”. Urgió sobre el peso del presente: “Nuestra vida está en peligro y solamente si tenemos paz con los vecinos quizás tengamos la posibilidad de existir allí por muchas generaciones más. Sólo la paz va a permitir lograr esto”.
Grossman fue puntual, crítico, vital: “Yo nací en Israel y he vivido toda mi vida en Israel, es mi lugar y no quiero salir de él”. Su voz se unió a la de otros israelíes que quieren la paz y también a la del ex presidente español Felipe González que en su diálogo con el mandatario Israelí, Shimon Peres, la noche del sábado, lo conminó a negociar la paz porque de lo contrario perderán la batalla.
La literatura realista
Grossman y Vargas Llosa encontraron en ese diálogo coincidencias. Los dos son narradores que en sus novelas cuentan su realidad y la nombran. Ambos han leído casi los mismos libros, sus lecturas comenzaron en sus primeros años y están convencidos de que la literatura puede cambiar al mundo.
“La literatura es una de las mejores cosas que le ha pasado a la humanidad, si nosotros no estamos contentos con nuestra realidad entonces describimos aquello que no nos gusta, llenamos ese abismo entre la realidad y el mundo que nos gustaría tener con la imaginación”, dijo Vargas Llosa.
“Cuando uno va a la realidad, que es dura y contradictoria, hay que ponerle nombres propios; de repente esta realidad que era remota no nos permite enfrentarla, así que si uno la denomina y la llama por sus propias palabras recreando una historia, desglosando una realidad, recomponiéndola como uno quiere y escribe la historia, a veces esta realidad es tan arbitraria que uno entiende que es de uno”, dijo Grossman.
Vargas Llosa y Grossman se leían y se conocían pero ayer, en el diálogo encontraron muchas afinidades. Están hermanados por la literatura y ahora los une Carlos Fuentes, pues Silvia Lemus, viuda del escritor mexicano, les invistió con la Medalla Carlos Fuentes que desde el año pasado se entrega a los escritores que abren el Salón Literario de la FIL.