Nos deja un vacío hondo
David Huerta, poeta:
“La presencia de Álvaro Mutis era uno de los tesoros de nuestro mundo. Ahora que se ha ido, seguiremos con Maqroll el Gaviero muy cerca de nosotros.
“No traté a Álvaro Mutis como me hubiera gustado; pero las horas que pasamos juntos fueron y son imborrables. Hablaba lo mismo de las crujías infernales de Lecumberri que de la prosa sublime de Proust.
“Lo frecuenté realmente muy poco, en comparación con lo que hubiera querido yo; a cambio de ello, tengo sus libros, sus poemas, sus novelas, el recuerdo de su simpatía desarmante y de su encanto personal. Lo vi aquí en la Ciudad de México, en Colombia, en Baja California. Nuestras conversaciones eran intensas y, para mí, inolvidables. Estoy muy triste. Haya sido como haya sido —los detalles no importan— el suyo ha sido un bien morir. Como fue su vida, una vida consagrada a la belleza, a la inteligencia, a la amistad, a la camaradería. Un pésame por partes iguales a Colombia y a México”.
Juan Manuel Roca, poeta colombiano:
“El vacío que deja la desaparición de Álvaro Mutis es muy hondo, pero ni remotamente proporcional a la presencia que nos deja su poesía porque en el mapa de nuestra lingüística en Hispanoamérica la voz de Mutis tiene una impronta inolvidable. Era una especie de Rey Midas de los hechos más cotidianos, de los hechos particularmente ruinosos, tristes, caóticos del mundo moderno que él miraba con tanta desaprensión y cada vez con mayor desencanto.
“Ese concepto ruinoso de la cotidianidad de nuestro trópico, de nuestros abandonos espirituales, en la poesía de Mutis alcanzan un alto rango estético. Es como una lección de cómo convertir el lodo ya no en un becerro de oro, sino en una especie de estatuaria del hombre en su desazón y su tristeza.
“Su muerte es un elemento más de nuestro desastre”.
(Sonia Sierra)