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"El cerebro de mi hermano es una ceremonia del adiós"

Yanet Aguilar Sosa| El Universal
Miércoles 18 de diciembre de 2013

EJERCICIO DE MEMORIA. El escritor y editor atestigua la muerte de su hermano mayor y gran amigo literario. (Foto: JUAN BOITES / EL UNIVERSAL )

El libro de Rafael Pérez Gay relata los últimos días de vida de su hermano José María; recobra sus pasiones y lecturas

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

“He perdido a mi hermano mayor, lo perdí en la casa a oscuras en que se convirtió su cerebro la mañana en que me di cuenta de que olvidaba nombres, decía unas palabras por otras y disminuía su notable capacidad expresiva y facilidad prodigiosa para los idiomas. Abres una ventana y es de noche y hace un tiempo inclemente, del carajo”. Son palabras, emociones y reflexiones que utiliza Rafael Pérez Gay para despedir a su hermano mayor, José María, en un libro llamado solamente El cerebro de mi hermano.

Ese “relato verdadero”, “ceremonia del adiós”, “informe sobre la enfermedad y la muerte”, “memoria personal” y “ejercicio literario”, maneras como define el escritor y editor Rafael Pérez Gay su libro, es ante todo una reflexión descarnada sobre la condición humana, sobre la enfermedad y la muerte de José María Pérez Gay (1943-2013), el filósofo, escritor, traductor y diplomático mexicano que fue hermano mayor y amigo literario.

“Con este relato verdadero me despido y digo adiós a una persona que fue importante y central en mi vida, del mismo modo hago un resumen, más que ajuste de cuentas porque aunque tuvimos diferencias nunca tuvimos que hacer ajustes. No es muy frecuente entre nosotros la tradición de relatos; en otras literaturas sí lo es, Amos Oz escribió Una historia de amor y oscuridad, Paul Auster habló de su padre en La invención de la soledad; Philip Roth hizo lo propio en Patrimonio.

En esa tradición literaria se inscribe El cerebro de mi hermano (Seix Barral) que además es un desprendimiento de Nos acompañan los muertos, una novela anterior en la que habla de la alta vejez de sus padres. “Es un ejercicio literario que quiere preguntarse sobre cosas de nuestra vida, me gustaría que alguien en algún momento pudiera leerlo como la historia de dos hermanos, no la historia de Pepe y mía; así ocurrirá porque tiene que ver con la enfermedad y la muerte”.

Orfandad literaria

El columnista de EL UNIVERSAL, diario donde se gestó la semilla de este informe con la publicación de un primer texto sobre la enfermedad, afirma que este libro es ante todo un adiós que “era un deber moral y un deber literario; tenía que escribirlo rápido para que la despedida fuera rápida. Mientras escribía mantuve con vida a mi hermano, al final había que dejarlo ir”.

Por eso la define también como ceremonia del adiós de una hermandad y amistad literaria.

“Después de la muerte de mi hermano había una tempestad de recuerdos y los iba tomando como venían, después los fui ordenando porque yo sabía que la narración de una enfermedad puede convertirse en algo monotemático, lo que quise hacer fue interrumpir el relato de la enfermedad y de sus últimos años y días para dar paso a la historia de la familia, de las frases que aún dice, del recuerdo de la madre escribiéndole o de él mismo joven; como una manera de contrapuntear la melancolía y la tristeza con el humor. Schopenhauer decía: una vida de cerca siempre es trágica, pero si nos vamos alejando esa misma vida se va volviendo tragicómica’”.

De ahí que El cerebro de mi hermano sea al mismo tiempo relato de un padecimiento degenerativo en el seno de una familia, donde alterna el dolor, la rabia, la tristeza y los temores, y recuerdos gozosos, emociones, pasiones conjuntas por la literatura, por la vida, como cuando Rafa acompañaba a Pepe a sus terapias en la alberca.

“Yo me sumergía y buceaba, salía a la superficie justo frente a él y lo asustaba, luego le echaba agua a la cara y él reía, como podía reírse, con sonidos guturales. Esto es lo que yo creo que es la hermandad: dos niños jugando a que son eternos. Ese recuerdo me ha tranquilizado en la oscuridad, convirtiendo el desconsuelo en un remanso”, afirma.



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