Como una oportunidad inigualable de conocimiento para las nuevas generaciones, definieron el historiador Rodrigo Martínez y el periodista Javier Aranda a los Fondos Reservados de la Biblioteca de México.

En la conferencia "Protagonistas y testigos de las letras mexicanas del siglo XX", realizada el fin de semana, los especialistas recordaron dos importantes Fondos Personales; el del académico José Luis Martínez (1918-2007) y el del intelectual Carlos Monsiváis (1938-2010), los cuales celebran su aniversario.

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rodrigo Martínez recordó que su padre, José Luis Martínez, dedicó su vida a la crítica y la historia literaria, pasando por el México colonial hasta el siglo XX, lo cual se percibe en su biblioteca.

"De día cumplía con sus cargos públicos y por las noches se dedicaba a su pasión que era desentrañar el conocimiento de otras épocas, reuniendo documentos y libros que lo hicieron conformar una de las más grandes bibliotecas de su tiempo", refirió el historiador.

Respecto a cómo reunió miles de libros, señaló, que su padre, quien fue ante todo un autodidacta, junto con su amigo Alí Chumacero recorría la Biblioteca Nacional y las librerías de viejo del Centro en busca en busca de joyas literarias.

Martínez compartió que su padre pasó sus últimos días al cuidado de su biblioteca de la casa familiar de Rosseau 53, en la colonia Anzures.

"Decía que había perdido a su esposa y que sólo le quedaban sus libros, sin embargo también manifestaba su deseo de que sus libros fueran a dar a una institución donde se pudiera seguir difundiendo su conocimiento para las nuevas generaciones", expresó.

Celebró que el Conaculta adquiriera su biblioteca, cuyo último conteo arrojó que está conformada por más de 70 mil libros, entre los que destacan colecciones de literatura prehispánica, de historia de México y universal, así como libros de arte.

"La biblioteca de mi padre -agregó- contiene todo lo que él necesito para hacer sus libros, pero también todo lo que necesita toda persona con curiosidad por la cultura para ser feliz".

En su oportunidad, Javier Aranda consideró que toda biblioteca es una constancia de vida, "una especie de espejo de tinta de sus dueños, por ello cuando uno se metía a la casa de Carlos Monsiváis uno iba viendo que no tenía un orden y que los libros iban invadiendo todo espacio imaginable".

El cronista, abundó el periodista, Monsiváis buscaba libros que le dieran nuevos puntos de vista sobre los temas de su interés, por lo que su biblioteca contaba con zonas muy singulares, como aquella dedicada a los cómics, entre éstos "Superman" y la revista "MAD".

Recordó que a pesar del desorden de la biblioteca del célebre escritor mexicano, era fácil encontrar los ejemplares pues estaban ordenados por temas.

Otra cosa atípica de la biblioteca de Monsiváis, compartió, son las dedicatorias de sus libros, como aquella de Octavio Paz o la de una poeta que le pegó en las primeras páginas junto a sus palabras un churro de mariguana.

Finalmente, el periodista expresó sus deseos de que los jóvenes se acerquen a esta colección, "que entraren de lleno en sus más de 24 mil volúmenes, porque seguramente encontrarán muchos tesoros y muy gratas sorpresas".

rqm