Entrevista. Los grandes placeres nunca son baratos
EDITOR. A pesar del estrés en ocasiones, Siruela dice que no perderá el amor por su oficio, "tan difícil y maravilloso" . (Foto: COPYRIGHT © INKA MARTÍ )
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
En 1982, Jacobo Siruela fundó la editorial Siruela de la que se desprendió totalmente en 2005, ese año fincó una nueva empresa para editar a la vieja usanza: Atalanta, la editorial que dirige con su esposa Inka Martí en un pequeño pueblo al norte de España. Desde ese lugar que mira hacia Los Pirineos, edita cada año no más de 10 títulos; dos de los más recientes son Antología universal del relato fantástico y William Blake. Libros proféticos I, dos bellísimas ediciones que lo confirman como maestro del artificio y autor de ediciones muy cuidadas.
Jacobo Fitz James Stuart, Martinez de Irujo, conde de Siruela (Madrid, 1954) es muy selectivo: "No es una editorial de autores que van cayendo como en el saco por azar, todo lo que publicamos se establece en torno a tres ideas o colecciones que abren tres vías de investigación centradas en la brevedad, la memoria y la imaginación". En la colección literaria sólo publican cuento; en la colección de memoria publican reinterpretaciones de la Antigüedad o recuperación de grandes obras literarias; y la tercera la dedican a la imaginación "no como escapismo sino como puerta de conocimiento de la psique humana".
De las grandes pasiones de Jacobo Siruela han nacido William Blake. Libros proféticos I con la que dice: "habré cumplido un viejo sueño editorial que arrastro desde años"; y Antología universal del relato fantástico, editada y prologada por él mismo y en la que reune 55 piezas magistrales: "si de una cosa rehuí fue de los nacionalismos. Mas que las naciones, pensé que debían estar representadas las lenguas, que son nuestra patria común". De esas ediciones hechas con gran esmero habla Jacobo Siruela.
¿Qué tiene el género fantástico que lo seduce tanto?
Desde que descubrí a Borges a los 20 años, la literatura fantástica me ha acompañado toda la vida. La literatura fantástica es una categoría estética universal que nace a finales del siglo XVIII para vindicar de una manera puramente moderna todo aquello que no puede ser entendido por la razón y ha sido excluido por ella, pero percibido por la sensibilidad. Es una forma literaria cercana a la poesía, representa el rostro oculto de la modernidad.
¿Cuál es su objetivo con la antología?
Es mi propio homenaje a la literatura fantástica, quería vindicar su valor literario, sacarla de su limitación de género marginal y colocarlo en el lugar que le corresponde, como literatura de primer orden, pues no sólo ha gozado de un enorme desarrollo y diversidad en los dos últimos siglos transcurridos sino que tiene, y esto se olvida, un papel fundacional en la creación del cuento moderno.
¿Qué lo llevó a incluir a Francisco Tario?
Tario es un estupendo escritor secreto. Nadie lo conocía en España y el volumen que publicamos el año pasado en Atalanta fue una sorpresa en mi país. Tario es un cronopio de poderosa imaginación y refinados procedimientos literarios. En su tiempo fue un renovador del lenguaje narrativo y algunos cuentos de La noche o de Una violeta de más son inolvidables y no han perdido nada de su vigor.
No todo puede entrar y siempre al antologar hay ausencias de autores mexicanos: Juan Rulfo, Elena Garro, Inés Arredondo.
Por supuesto, Luvina de Rulfo, Aura de Fuentes o algún cuento de Arreola brillan por su ausencia. A Inés Arredondo la conozco menos. En cuanto a Elena Garro, publiqué hace tiempo su fabulosa novela Los recuerdos del porvenir, que antecede a García Márquez, pero sus cuentos nunca me cautivaron. Las antologías siempre son incompletas. Nunca llueve a gusto de todos y siempre pecan de carencias. Pero si de una cosa rehuí fue de los nacionalismos. Más que las naciones, pensé que debían estar representadas las lenguas, que son nuestra patria común. Pero sobre todo prevaleció el criterio de ordenar cronológicamente los cuentos para que el lector pueda apreciar los cambios, evoluciones y retrocesos a través el tiempo.
En "Libros proféticos I", Patrick Harpur sentencia: "No hay nadie como William Blake en la literatura y el arte ingleses" ¿comparte esa idea?
Blake es un caso único. Fue el artista más moderno de su tiempo y a la vez el que dirige la crítica más feroz contra el materialismo utilitarista de la modernidad. Pero además Blake es un poeta poco comprendido. Se expresa a través mitos. No es solamente un gran poeta, es también un gran artista plástico. Consideraba que estaba haciendo una obra de arte semejante a los códices medievales. De modo que sus textos van indisociablemente unidos a las imágenes de sus figuras, que eran esenciales para él, ya que las veía en su interior de la misma forma que vemos nosotros las figuras de nuestros sueños.
Era esencial publicar por primera vez sus poemas junto a sus imágenes plásticas. La idea es ofrecer por primera vez la posibilidad de entender a Blake de una forma completa. El libro de Raine es parte del proyecto. Esto solamente se hace una vez, y es costoso para todos. Para la editorial, que arriesga mucho, y para el lector que compra dos "tomazos" bilingües con sus ilustraciones en color. Pero es la mejor manera de entender a este poeta. Lo siento, pero los grandes placeres nunca son baratos.
¿Qué quiere publicar Jacobo Siruela en Atalanta y a dónde quiere llevar esta editorial?
Mi mujer y yo publicamos sólo 10 libros al año. Y eso ya es mucho. Publicamos sólo aquello que nos gusta, aquello que creemos que tiene valor. No es una editorial de autores que van cayendo como en el saco por azar, sino que todo lo que publicamos se establece en torno a tres ideas o colecciones que abren tres vías de investigación centradas en la brevedad, la memoria y la imaginación. En literatura hemos optado por la forma breve, el cuento. No publicamos novelas. La segunda colección se centra en la memoria, es decir, en las más recientes reinterpretaciones de la Antigüedad, o bien, en la recuperación de grandes obras literarias, autobiográficas o históricas del pasado, es decir, en todo aquello que nos parece importante de rescatar del olvido. La tercera colección está dedicada a la imaginación no como escapismo sino como puerta de conocimiento de la psique humana. De manera que para dar coherencia a la editorial nos movemos en torno a estos tres puntos de indagación: la brevedad, la memoria y la imaginación. Y así vamos construyendo una especie de canon de temas y autores.
¿Es usted un editor romántico en medio de una industria editorial acelerada?
En absoluto, vamos a contracorriente. Estoy firmemente convencido de que los libros de Atalanta son un modelo de libro para el siglo XXI. Cuando vi en Londres hace unos años la sofisticada colección que ha sacado Penguin, la editorial creadora del libro de bolsillo, con guardas a cuatro colores, sofisticado diseño y buen papel, pensé: "vamos por el buen camino". El libro de papel debe seducir, debe convencer de su superioridad como objeto. Hay quien tiene ambiciones cuantitativas, yo las tengo cualitativas. Y en el reino de la cantidad en el que vivimos la mejor manera de sobrevivir es apostando por la calidad y el éxito a pequeña escala.
¿Qué significa ser editor en este mundo de producciones rápidas y al vapor?
En efecto, la velocidad es el virus de nuestro tiempo y nadie es inmune a ella. Todos formamos parte de nuestra época, incluso los "artesanos" como nosotros que vivimos en el campo tratando de elaborar lo mejor que podemos obras de carácter intemporal, como los poemas de Blake, también a veces nos estresamos. En cualquier caso hay que tratar, como decía Horacio, de instruir deleitando, y por encima de todo, no perder el amor a este oficio tan difícil y maravilloso.