Tras de los gruesos muros del ex convento de San Francisco en Pachuca se resguarda la memoria. Más de 850 mil imágenes, entre negativos y positivos, conservan, en la quietud de un sueño de plata, los fragmentos de vida que el ojo captó y eternizó a través de la lente. Desde el más antiguo daguerrotipo, que data de 1847 y que muestra una imagen de la guerra entre México y Estados Unidos, hasta la fotografía artística contemporánea, pasando por los Casasola, Modotti, Brehme y Nacho López, entre otros.

La Fototeca Nacional cumple 25 años de ser el archivo fotográfico más importante del país y uno de los más grandes del mundo. La investigación, conservación, restauración, reproducción, catalogación, digitalización y difusión de las piezas es una ardua tarea que parece no tener fin, si se toma en cuenta que cada año el acervo crece. No obstante las carencias, el trabajo de los técnicos y especialistas se refleja en la conservación del material y en la integración de una base de datos que es una herramienta invaluable para toda aquella persona interesada en indagar la historia de los últimos 160 años de México a través de la fotografía.

Los logros y los retos

La idea de la Fototeca Nacional inició en marzo de 1976 cuando el gobierno adquirió el archivo Casasola. En primera instancia se pensó en el ex convento de San Francisco como sede, debido a que era un inmueble inutilizado. Poco después los conservadores se dieron cuenta de que los muros gruesos del inmueble y el clima de la ciudad de Pachuca ofrecían las características físicas óptimas para el cuidado del material y se agregaron los aparatos necesarios para el control de la temperatura y de la humedad.

Rosa Casanova, directora del espacio, recuerda que "El proyecto se ha ido afinando con el tiempo, ha habido un desarrollo en las técnicas de reproducción de fotografías antiguas. La calidad de las reproducciones que tenemos ahora es diametralmente opuesta a la que había hace 25 años. A partir de 1993, que se funda el Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo), el programa de catalogación, que es una gran innovación, contempla incluir imagen digitalizada. Todos estos avances hacen que lleguemos a la fototeca que tenemos hoy y a la propuesta, a través de la fototeca nacional, de lo que debe ser un archivo histórico."

Las labores de conservación y catalogación exigen grandes recursos. Casanova asegura que: "La conservación es sumamente costosa, sobre todo requiere de un presupuesto estable. Esto sí ha existido. El INAH ha tenido siempre recursos para mantener una plantilla. Sin embargo, siempre hay carencias, nunca va a ser suficiente, no obstante las condiciones básicas de conservación están garantizadas. El proyecto de catalogación, tal y como se ha podido ir desarrollando, tanto por las características del equipo como por el personal, ha sido constante y sigue en crecimiento".

La Fototeca cuenta con una plantilla de 60 trabajadores, contando al personal que labora en el Sistema Nacional de Fototecas. Debido a que en el país no hay instituciones que ofrezcan la especialidad de conservación fotográfica, la Fototeca se ha encargado de capacitar a su planta laboral egresada principalmente de la Escuela de Conservación del INAH y de escuelas de fotografía.

El material ingresa al acervo por dos vías: la adquisición y la donación, sin embargo los recursos del instituto no alcanzan para hacer grandes compras. La donación más grande que han recibido fue de 5 mil diapositivas hace dos años, pero fue un caso excepcional. Al año ingresan aproximadamente 100 fotografías, en calidad de donaciones principalmente. No obstante, el espacio para almacenar las 39 colecciones existentes podría llegar a ser insuficiente. "Necesitamos crecer. Es una de nuestras prioridades. Existen dos posibilidades: que se pudiera crecer dentro de las instalaciones actuales o que se pudiera hacer otro edificio. Existe también el proyecto del Museo Nacional de Fotografía con lo cual ganaríamos también el espacio que tiene asignado el museo actual. Tenemos las limitantes de la situación económica. En el momento en que llegara una donación o una colección grande que requiriera de nuevo espacio, se procederá a construir lo que sea necesario. En este momento no es tan urgente porque las donaciones o adquisiciones que están llegando todavía tienen espacio afirma Casanova.

Las colecciones con que cuenta el acervo, que aglutinan el material de diversas dependencias del INAH, también requieren aumentarse. Casanova asegura que "además de nuestras colecciones históricas debemos acrecentar nuestra colección de fotografía contemporánea. El concepto de fotografía que manejamos en el INAH y en el Sinafo es muy amplio, va desde la fotografía documental hasta la artística. Debemos cubrir un muestreo suficientemente rico de este panorama."

El archivo y su conservación

Ocho bóvedas resguardan el total del material que se encuentra a una temperatura de 18°C y una humedad relativa de 58 por ciento . Cada pieza cuenta con una guarda de papel libre de ácido. Heladio Vera, especialista del área de Archivo, asegura que si bien la temperatura tendría que ser más baja, sobre todo porque se cuenta con mucho material de nitrato de celulosa, por el momento no es posible obtenerla debido a que no se cuenta con cámaras de aclimatación, lugar donde cada una de las piezas, de las 4 mil 600 que se mueven diariamente a otras áreas, obtendría paulatinamente la temperatura ambiente sin el riesgo de dañarse.

En cuanto a su distribución, el especialista señala que "Respetamos totalmente el esquema de clasificación de los poseedores originales de las colecciones. Es el caso crítico que tenemos porque le damos prioridad al formato, al proceso técnico y tenemos que hacer verdaderos malabares para poder conservar ese esquema de clasificación con respecto de la disposición física de los materiales. Tenemos mucho material de nitrato de celulosa que es químicamente inestable y puede desfibrar el papel de la guarda, cuya vida media está entre 8 y 12 años, esto requiere una revisión continua. El material de nitrato está distribuido por toda la colección, ya que al concentrarlo su peligrosidad podría aumentar".

Cada pieza tiene un número de inventario y una ficha técnica. Estos datos son básicos para los técnicos que laboran en el área de conservación en donde se registra el control clínico de la pieza indicando el tipo de intervención que se le hace.

"Nos encargamos de limpiar las piezas y darles un proceso que siempre sea reversible en el que puedan mejorar las fotografías y se pueda obtener una estabilización de las mismas asegura Adriana Carral, del área de Conservación. Se han descubierto diferentes químicos con los que se puede hacer una limpieza y rescate de imagen, pero al usarlos podemos tener la duda de que la imagen se pierda totalmente. Usamos químicos orgánicos que no dañan a la pieza."

Por el momento, en este departamento ocho personas se encargan de revisar y limpiar 144 piezas al día. En una segunda etapa vendrá el proceso de restauración y se definirán los criterios pertinentes para la intervención del material.

La reproducción

En el área de reproducción se realizan las copias necesarias para evitar que se manipulen los originales en los procesos de investigación, consulta o en las peticiones que se hacen para la edición de libros tanto en México como en el extranjero. El área cuenta con cinco laboratorios, dos de los cuales se dedican a la reproducción de negativos, donde se pueden hacer copias desde cinco por siete pulgadas hasta fotomurales.

El proceso no altera en ningún momento la fotografía, sin embargo sí agrega o quita luz en las reproducciones para mejorar la presentación. "Trabajamos con papel y químicos que garantizan una permanencia larga de la imagen dice María Ignacia Ortiz, encargada de uno de los laboratorios. La mayoría de las piezas que tenemos aquí son materiales que estaban pensados para ser reproducidos con procesos de su época, al reproducirlos con materiales actuales a algunos les favorece, pero a otros no, por eso también se hace copiado en negativo mediante el cual se puede ganar información a través de medios ópticos y químicos".

Las reproducciones están sujetas al cobro de derechos establecidos por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Rosa Casanova agrega que en el caso del archivo Casasola existe un acuerdo establecido en la compra de la colección que cedió parte de los negativos, en copia, a la familia para su explotación. Ese es el origen de las fotos que pueden adquirirse en diversos sitios, en copias, la mayoría de las veces, bastante defectuosas. "Están reproduciendo imágenes de la revolución y de costumbrismo agrega. El archivo Casasola es mucho más rico que eso. Hemos tratado, sobre todo en los últimos años, de dar a conocer otras áreas. Estamos planeando una publicación que dé a conocer todas las áreas del Fondo Casasola: porfirismo, revolución, judiciales, publicidad, espectáculos nocturnos, construcciones, etcétera."

La catalogación y la digitalización

En el área de catalogación se registran 70 imágenes por día, desde 1993 en que el proceso se tornó masivo. En la actualidad laboran 6 personas en el área y el avance es de 70 por ciento del total del acervo. Se le ha dado prioridad a las colecciones más solicitadas.

Las fotografías se catalogan por épocas y éstas, a su vez, se dividen en series. Se utilizan descriptores y se identifican los personajes. A la ficha se le agregan las anotaciones que puedan estar anexas a las fotos. "No todo lo que está en pantalla tiene imágenes asegura Paula Barra, encargada del área, pero ya la mayor parte es consultable. Hay alrededor de 500 mil a 600 mil registros, de los cuales 50 por ciento tiene imagen. Lo más consultado cuenta con imagen: Nacho López, Tina Modotti, etcétera".

La labor de identificación requiere de apoyo de investigadores: "El catálogo está en constante retroalimentación. Hay veces que viene cualquier persona y nos dice que su abuelo estuvo en la Revolución, que se llamaba de tal modo y anduvo con tales personas. Nosotros tratamos de buscarlo y hay veces que encontramos la foto. Anexamos los datos que nos da la gente y lo que nos dicen los investigadores".

La ficha de catalogación se agrega a la base de datos en el área de cómputo, donde también se digitalizan algunas imágenes. Existen dos terminales de consulta: una en la Fototeca y otra en Liverpool 123, en la ciudad de México.

En la actualidad hay registradas 614 mil fichas distribuidas en 13 bases de datos, de éstas 367 mil (43 por ciento ) cuentan con imágenes. Se pueden consultar 442 mil fichas de las cuales 171 mil cuentan con imágenes digitalizadas.

Cada imagen tiene una calidad de 420 dpi, debido principalmente a que de ser mejor pesaría mucho en la base de datos y a que el equipo con el que se cuenta es de hace 10 años. Como en laboratorio, a las imágenes escaneadas no se les hace ningún tipo de arreglo. "En realidad digitalizamos tal cual. Se trata de conservar el dato histórico, lo único que se hace es contrastar un poco. Tenemos escáner de escritorio, no tenemos de tambor ni para diapositivas. Con las limitaciones que tenemos es lo que se ha podido trabajar a lo largo de estos años" afirma Arturo Lechuga, encargado del área de cómputo.

"En la digitalización debemos crecer concluye Casanova-. Nuestro objetivo era ofrecer una herramienta de consulta al usuario, ahora necesitamos digitalizar en alta resolución y hasta es posible que mucho del trabajo de laboratorio que ahora realizamos salga por vía digital. Este es un proyecto que probablemente arrancaremos el años entrante sobre todo con las fotografías que, por la experiencia de estos 25 años, sabemos que son las más solicitadas. Se tiene planeado tener una terminal de este catálogo en cada uno de los archivos para que se pueda consultar. No se ha pensado subirlo a Internet porque hay todavía muchas cosas ambiguas en relación con los derechos de autor. Los fondos de la Fototeca son patrimonio de la nación y se tiene que legislar al respecto."