¡Encore!, la historia de un regalo musical
La orquesta ha terminado con su programa oficial, el público aplaude, el director saluda. Pero el público sigue aplaudiendo. Es un aplauso muy singular, muy rítmico que algo quiere significar. Lo que significa es que pretende seguir oyendo música. Y es en este momento cuando se produce lo que llamaríamos propina musical, pero que en términos musicales llamamos encore. Nuestra reportera Elda Maceda, quien ha comentado conciertos en México y en el extranjero, nos habla hoy del encore, que también puede ser entendido como propina y también como un asunto del corazón. Elda Maceda Con palmadas dobles el público de la música de concierto pide ¡Encore! ¡Encore!, que en español se traduce con la popular expresión de ¡Otra! ¡Otra! Aunque se trata de un hecho cotidiano, que no llega a ser motivo de plática entre los enterados, el encore ?se pronuncia ancor? exige un protocolo, unas maneras, a veces tiene cabida en un concierto, a veces está de más, y especialmente en México parece haber una proclividad muy marcada por pedirlo. Músicos de algunas de las orquestas de la ciudad de México hablaron de esta singular muestra de gusto que en países europeos supone, en conciertos de música ligera, el zapateo del público sobre el piso de madera, sin olvidar los aplausos dobles, según refiere el violinista Jorge Armando Canasona, concertino de la Filarmónica de la Ciudad de México ?OFCM. Luego expresó que le gusta cuando los solistas tocan una pieza tranquila, porque en ocasiones la orquesta acaba de tocar una obra virtuosa o difícil, y el solista toca una pieza igualmente virtuosa, de tal manera que el escucha se empalaga. "Y es que nosotros, después de recibir el aplauso del público, le hacemos un regalito, les damos un poco más de música, con nuestro corazón", apuntó. El músico dijo gustar mucho de los encores porque a veces, en una piececita, el solista nos da la gran belleza de la música. Habló de la confusión que a veces ocurre entre encore, que significa esa pieza que toca el solista después de ejecutar un concierto con la orquesta; mientras que bis es la palabra que designa al fragmento de una obra que la orquesta acaba de tocar y que repite, a manera de obsequio, como respuesta a los aplausos del respetable. Aunque no tocase, dijo, le gustaría que la orquesta interpretara el Vals Lírico de la Suite número dos para jazz, de Shostakovich, así como el Vals número 2, de la Suite número dos del mismo autor, obras que las orquestas casi no ejecutan. También se refirió a Una canción de mañana, de Helgar; y el principio de la Sinfonía Alpina de Strauss, donde tocan 20 cornos y los platillos tienen una participación muy especial. De los encores que recuerda el músico se encuentra el Huapango, en Berlín, París, Londres, en un hecho por demás emocionante. "El encore más intenso para mí, sería tocar en el extranjero Tierra de Temporal, de José Pablo Moncayo, porque considero que es la obra a través de la cual se expresa lo que es México. Siempre seco... ese México pobre que se expresa en una partitura que termina con la esperanza de que un día va a llover, que habrá un momento en que todo funcione. Ese sería el mejor encore", finalizó Antero Chávez. En Europa, recordó Casanova, el encore se usa mucho más en conciertos de fiesta como los del 24 y 31 de diciembre, fechas que en México las orquestas no trabajan. "En conciertos serios en Europa no es tan frecuente el encore, y aquí ha sucedido que algún músico invitado me pregunta, en mi calidad de concertino, si puede tocar una pieza de regalo. Este gesto corresponde a un protocolo establecido, y por supuesto, siempre que sucede, mi respuesta es sí. Es como si el solista le pidiera permiso a la orquesta", comentó Casanova. En otro momento el músico expresó que en repetidas ocasiones algunas personas se acercan para preguntarle cómo es que se pide "otra" en un concierto. Fue el trombonista Julio Briceño, quien recordó que la palabra encore, aunque parece italiana, como todos los términos que se utilizan en la música, en realidad proviene del francés. García Salinas comentó que, por ejemplo, después de tocar Alexander Nevski, que es una obra trágica, en que la mezzosoprano canta cómo camina entre los heridos y los muertos, no cabe el encore. Otras de las piezas ante las que no queda el encore, afirmó, son las sinfonías de Gustav Mahler, que tienen una duración de alrededor de una hora y las cuales sumergen al escucha en un estado de reflexión tal, que tocar un encore sería como leer una obra de Octavio Paz y luego seguirse con un cuento de Archie. ?¿Habrá obras ante las que no cabe el aplauso? ?En Europa han hecho el experimento de pedir al público que no aplaudan cuando se toca un réquiem, por ejemplo. Personalmente considero que eso es más impactante porque el aplauso saca la energía que el espectador toma de la música. Creo que es interesante no aplaudir, pero para las personas ha de ser como quedarse con una tensión. Para García Salinas la orquesta toca mejor el Huapango, de Moncayo, esa pieza que se considera el segundo himno nacional de nuestro país, dijo, constituye uno de los encores más pedidos y celebrados, cuando la orquesta no se encuentra en esta ciudad. "Ahora, para las fiestas patrias, en la filarmónica tocamos por primera vez el Huapango, con el maestro Mester como director. Y llegamos a la conclusión de que tocamos tanto esta obra que podemos identificarla por el estilo de cada batuta: El Huapango que dirige el maestro Enrique Bátiz es el más rápido que hay; la versión del maestro Herrera de la Fuente es muy buena y podemos tomarla como la original, ya que él tuvo acceso a todos esos grandes autores de la época de Moncayo; la interpretación del maestro Fernando Lozano es muy lenta, y la del maestro Mester tiene mucho vigor", narró el músico. "Me gusta mucho hacer encores, porque estas piezas cortas las hacemos después de que el público aplaudió nuestra actuación. Y sobre la ejecución de estas piezas, se puede observar que ya los músicos están relajados y no sienten la gran tensión que acumulamos a lo largo del concierto", refirió. Luego la joven músico aseguró: "Cuando se nos pide hacer un encore, los músicos sentimos que es un honor porque no todo el público lo pide y no todas las orquestas lo dan, y aunque estemos cansados, no importa, lo hacemos con gusto, porque esos aplausos quieren decir que el público reconoce nuestro esfuerzo", expresó la músico, para luego acotar que con la Sinfónica "Carlos Chávez" se tocan encores. Entre los encores o piezas de regalo más celebradas en México, se encuentra aquella que el director y compositor estadounidense Leonard Bernstein ofreció con la Filarmónica de Israel, a principios de los 80, durante un Festival Cervantino, en Guanajuato y en la Sala Nezahuacóyotl. El afamado músico, ante los aplausos, apuntó con el índice hacia la sección de los metales, inmediatamente los dos trompetistas se pusieron de pie y tocaron un fragmento del son de La negra. Pos supuesto, la sala se llenó de aplausos nuevamente.
En Alemania no hay encore, Saloma
Para el maestro Luis Samuel Saloma, en Colonia, donde fue integrante de la Orquesta de la Opera del Ayuntamiento, nunca tocó una sola pieza de regalo en los cinco años que permaneció en dicha agrupación, de 1964 a 1970.
El público mexicano es generoso, Ball
David Ball, fagotista de la Orquesta de la Opera y contrafagotista de la Filarmónica de la UNAM, gusta mucho de la generosidad del público mexicano, que tiende a pedir el encore, muy frecuentemente, aunque manifestó que a veces el encore se toca como parte de una fórmula.
El encore, regalo de corazón: Antero Chávez
Para el famoso percusionista Antero Chávez Sánchez, a quien se le distingue por su estatura, su robustez y su estilo de tocar los platillos en la Filarmónica de la Ciudad de México, la palabra encore debería significar an, con y core, corazón; con el corazón.
Encores en la ópera, Casanova
Jorge Armando Casanova, recuerda de su estancia de cuatro años en la Orquesta de la Opera de Lieja, en Bélgica, el más impactante de los encores que tocó: "Para los europeos, el Coro de los esclavos de la ópera Nabucco es casi un himno. Siempre estuvimos obligados a tocar dos o tres veces esa parte de la ópera que tiene una duración de cuatro horas, cada vez que lo recuerdo se me eriza la piel", refirió el ejecutante.
Encores como cuentos de Archie, García Salinas
María Esther García Salinas, flautista de la OFCM y piccolista de la Sinfónica de Minería, considera que conciertos como los que su orquesta hizo en pleno Bosque de Chapultepec, ameritan un regalo para quienes piden una pieza más, luego de permanecer casi dos horas, algunos de pie, bajo el sol o bajo la lluvia, como sucedió el primer domingo de septiembre.
El encore es el pilón, Estrada
Para la percusionista Alma Gracia Estrada, miembro de la Sinfónica "Carlos Chávez" desde hace nueve años, el encore es el mexicanísimo pilón.





