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Presentan El grito, testimonios de 1968

Juan Solís| El Universal
Martes 02 de octubre de 2001
Es la cinta más completo y coherente que existe del movimiento estudiantil del 2 de octubre, las imágenes fueron captadas por estudiantes en 1968

1968. Una lluviosa tarde de octubre un helicóptero volaba sobre la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. En la explanada se concentraba la gente y el miedo. Dos luces de bengala y después: el crimen. Gritos, balazos, caos, incertidumbre. No hay amnesia que valga: 2 de octubre no se olvida. Y si la memoria exige auxilio ahí están las voces recopiladas por Poniatowska, las reflexiones de Monsiváis y González de Alba, o bien, las imágenes captadas por los alumnos del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, condensadas por Leobardo López Arretche en el documental El grito , testimonio del génesis, desarrollo y trágico desenlace del movimiento estudiantil de México en 1968.

El grito fue el primer largometraje producido en el CUEC, trabajo colectivo que involucró a alumnos y maestros y que, para el crítico Jorge Ayala Blanco, es "el testimonio fílmico más completo y coherente que existe del movimiento, visto desde adentro y contrario a las calumnias divulgadas por los demás medios masivos. El movimiento, tal como lo sintieron y vivieron sus propios militantes, aunque desde una perspectiva que apenas se ha contagiado con los éxtasis teóricos, las exaltaciones fáciles y las ingenuidades democráticas de muchos de ellos".

El documental será exhibido esta tarde en la Sala Fósforo de la Filmoteca de la UNAM, ubicada en el Colegio Chico de San Ildefonso, edificio que albergaba en el 68 a la Escuela Nacional Preparatoria, cuna del movimiento en la universidad y en donde aún se recuerda la puerta colonial de madera destrozada por el ejército de un bazukazo.



La filmación

Cuando el movimiento inició, en julio de 1968, luego de la incursión del ejército a la preparatoria, el CUEC se integró al Consejo Nacional de Huelga (CNH). Se formó una Asamblea General encargada de nombrar a los representantes de la escuela ante el consejo: Leobardo López Arretche y Carlos González Morantes, entre otros. Debido a que la escuela contaba con pocos alumnos y sus instalaciones se encontraban alejadas de Ciudad Universitaria, se optó por buscar una forma más eficaz de participación: el cine.

"Sobre la marcha ?narra Ayala Blanco en su libro La búsqueda del cine mexicano (UNAM, 1974)?, alumnos de reciente ingreso, estudiantes avanzados con alguna experiencia fotográfica y egresados ya maestros, se asumieron como reporteros y documentalistas, al hilo de los días, tratando de registrar fílmicamente todos los acontecimientos importantes, en lo directo y lo imprevisible. Los equipos de filmación y las cámaras de 16 mm pertenecían al CUEC. Se rodaba con la película virgen destinada a las prácticas escolares del semestre en curso, con la que conseguían las autoridades administrativas de la escuela, con la destinada a los documentales pedagógicos del Departamento de Actividades Cinematográficas de la UNAM, con la que fuera. El cine también ganaba la calle."

"Desde antes que iniciara el movimiento se estaba preparando una película sobre la violencia en la universidad ?platica hoy en entrevista el cineasta Federico Weingartshofer, quien ingresó al CUEC en 1968?. Cuando inician los acontecimientos nos unimos al Consejo Nacional de Huelga y tomamos la escuela. Una de las primeras acciones que decidimos hacer, ya que teníamos dos cámaras de 16 mm y algo de material, fue filmar todo lo que estaba sucediendo. Nos organizamos en grupos que tenían diferentes horarios para tomar el material. Yo participé como fotógrafo en una primera etapa. No teníamos director, tú mismo tomabas las decisiones de lo que ibas a filmar y cómo lo ibas a filmar. El grito no fue una película que se planeara en ese momento, lo que importaba era hacer el registro de las situaciones. Nos dividíamos el trabajo y a veces hacíamos fotografía de cine, otros fotografía fija, a veces poníamos el sonido o grabábamos entrevistas, lo que hiciera falta. Funcionaba como una oficina de prensa. Se filmaron muchos pies de material, todo lo que teníamos destinado para el año."

Ramón Plascencia, actual encargado de la hemeroteca e iconoteca de la Filmoteca de la UNAM, también participó en el registro de material para el documental: "Entré al CUEC a estudiar cine en 1968 y para ese entonces Leobardo ya era alumno. Pertenecía a un grupo integrado por Óscar Blancarte, Federico Weingartshofer, Esther Vázquez, Guillermo Palafox, Jorge Pellicer, Carlos González Morantes, etcétera. Como éramos primerizos muchos todavía no teníamos permiso de filmar, las cámaras eran muy pocas y estaban asignadas a las personas que estaban cursando segundo o tercer año. En el movimiento estudiantil nosotros nos dedicamos a tomar fotos fijas. Algunos aparecimos en los créditos y otros no, pero lo importante es que todos participamos. Yo tomaba fotos y entregaba los rollos, ya después veía las impresiones en conjunto con todas las demás. Yo no decía: ésta es mi foto. Fue un trabajo colectivo."

En su Diccionario de directores del cine mexicano , Perla Ciuk integra un fragmento de una entrevista con Alfredo Joskowicz (también retomada por García Riera), publicada en 1973 en la revista Cinemateca , de la UNAM; en ella, el actual director de Imcine asegura: "Éramos alrededor de 50 o 60 personas... tres o cuatro cámaras de 16 mm y otras personas, pero en realidad cada quien, un poco por libre iniciativa, se ponía espontáneamente a filmar el movimiento... llevar entonces una cámara a las manifestaciones era grave... el estudiantado te confundía con la prensa y los policías con el estudiantado, de manera que era más peligroso que traer un fusil."



La dirección

Joskowicz cuenta que al terminar el conflicto, el material fue revelado y guardado en el CUEC, en esto coincide con Ayala, quien agrega que la escuela nunca fue intervenida por la policía, "a pesar de las continuas amenazas y las falsas noticias de saqueos".

Weingartshofer da su versión: "El 80 por ciento de los alumnos del CUEC por una u otra razón estuvimos en la cárcel. Leobardo estuvo en la cárcel, a mí me agarraron dentro de la universidad, cuando estaba haciendo fotografía, el día que entró el ejército y me tuvieron guardado un rato. Cuando el material estuvo revelado lo dividimos en dos partes. Los responsables fuimos, por un lado, Leobardo y por otro, yo. Tenía guardados unos 5 mil pies de negativos de película envueltos en plástico y bien amarrados en el tinaco de la casa de mis padres para que no fuera encontrado, porque tuvimos cateos y persecuciones."

Plascencia da indicios de una hipotética intervención policiaca: "Sé de oídas que la policía intervino en la escuela de cine para buscar material del movimiento estudiantil. Entraron una madrugada buscando material en rollo, pero la película estaba en tiras."

Ayala asegura que meses después de terminado el movimiento y cuando ya Leobardo López, uno de los camarógrafos más activos, había salido de la cárcel, se discutió en asamblea el destino del material. Se pensó en hacer varias cintas, pero al final se decidió hacer una sola. La responsabilidad cayó, "por méritos y eliminaciones sucesivas", en Leobardo López. Joskowicz, por su parte, cuenta que Manuel González Casanova, entonces director del CUEC, "nos llamó a Roberto Sánchez, Leobardo López y a mí, ofreciéndonos que entre los tres se dirigiera y se organizara ese material. Yo decidí no participar como director porque mi participación directa en el conflicto había sido limitada... Roberto Sánchez tenía una idea muy especial sobre que los estudiantes habían roto la legalidad y el orden... y la idea de Leobardo era mucho más sentimental, y pensé que era más afín a mis ideas y mis sentimientos".

Joskowicz fungió como asistente de dirección, la edición estuvo a cargo de Ramón Aupart y en el sonido estuvo Rodolfo Sánchez Alvarado, técnico de Radio Universidad. El trabajo duró un año, en sesiones de seis a diez de la mañana, en medio de condiciones económicas precarias, pero con total libertad y con apoyo de las autoridades de la universidad. De las ocho horas de material se seleccionaron dos. "Leobardo ?cuenta Joskowicz? se dedicó a recolectar sonido y grabaciones hechos durante las manifestaciones y durante todo el conflicto, que llegaron a formar un cuerpo de 40 horas, del que se entresacó todo el material necesario para las pistas sonoras."

La exhibición

La película fue estrenada el 23 de junio de 1976 en el Salón Rojo de la Cineteca Nacional, seis años después de que Leobardo López se suicidara. Entre los camarógrafos que colaboraron en su filmación se encuentran: Francisco Bojórquez, José Rovirosa, Roberto Sánchez, Federico Weingartshofer, Leobardo López, Jorge de la Rosa, Raúl Kamffer, Francisco Gaytán, León Chávez, Guillermo Díaz Palafox, Arturo de la Rosa, Federico Villegas, Carlos Cuenca, Juan Mora Catlett, Fernando León de Guevara y Aarón Sorice Díaz.

No obstante, hubo algunas funciones clandestinas antes de su estreno, las cuales provocaron el enojo de las autoridades universitarias. Ayala denuncia algunas críticas que descalificaron al documental, "ya fuera generalizando detalles ambientales mínimos y defectos técnicos debidos a copias `piratas` o deficiencias expresivas por lo mal emplazada que estaba la cámara ¿en la matanza de Tlatelolco?; ya fuera hundiéndola desde mezquinas posiciones de ultraizquierda adoptadas excepcionalmente hasta por ¡promotores de Procinemex!; ya fuera exhibiéndola como muestra de una falta de tradición ?horror? del cine documental en México".

Arturo Garmendia, en un artículo titulado "1968, el movimiento estudiantil y el cine", le achaca una falta de reflexión y de análisis político: "La suma de acontecimientos por sí misma no alcanza a darnos idea de la trascendencia de los hechos, ni de su significado en un contexto más amplio, determinado por las coordenadas económicas, sociales y políticas del país." No obstante, el mismo autor remarca algunas secuencias de excelente calidad en el filme que lo ubican como un ejemplo de "una de las tareas más urgentes del Tercer Cine: contrainformar, mostrar la verdad, destruir la imagen deformada que de las cosas presenta el sistema".

Ayala no critica la división de la película en cuatro meses: julio, agosto, septiembre y octubre; ni su carencia de comentarios y explicaciones; al contrario, encuentra en algunas tomas semejanzas con otras de Eisenstein y hasta un sentido simbólico en el sonido del agua en un mingitorio. "Pero El grito tiene otro valor ?concluye? que se condensa en el título que cuidadosamente eligió Leobardo López Arretche para esta película colectiva. Es solamente un grito, la expresión prepotente de mil gargantas, coincidiendo en el don del disgusto social, en el descubrimiento de la solidaridad y la pasión política participante, en el dolor de verse sangrientamente expulsados de la historia. Es el grito de medio millón de jóvenes tratando de avisar que su país se iba directamente al fascismo. Es el grito mezcla de fervor y de pavura. Es el grito unánime mutilado."

Para Federico Weingartshofer ver El grito le produce una sensación especial: "A tantos años de distancia hay sensaciones muy confusas. La primera es una nostalgia de la juventud, de esos momentos de creación, de arranque, de tomar compromisos sociales, estéticos, éticos, poéticos; por otro lado, siento un poco de frustración por el hecho de que seguramente con la experiencia, con la madurez, con la visión actual, percibo muchos fallos en la película, pudo haber sido mucho más analítica, crítica y emocionante, es muy cronológica y le falta información. Sin embargo, hay una serie de tomas que siguen siendo muy impactantes, como la que tomamos desde un carro, cuando la Ciudad Universitaria estaba con soldados adentro, filmando a través de un orificio que hicimos en la calavera mientras el fotógrafo iba adentro de la cajuela. Esas cosas siempre te traen recuerdos muy padres."

Por su parte, Plascencia concluye: "Cada vez que veo El grito repaso toda mi vida. No podemos decir que la vida ha sido inútil cuando se aprende, cuando se vive en la observación y la contemplación. Es una memoria. El grito es una consecuencia de un movimiento social y así debe ser el cine, debe registrar todo lo que esté pasando a nuestro alrededor, todos los cambios que se estén dando, debe impulsar la búsqueda, la lucha, la apertura de cauces para una mejor forma de vida."



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