Danza folclórica, tradición o show
Tiene miles de adeptos, representa a México en el extranjero, con un poco de suerte vive de los subsidios y, sin embargo, la danza folclórica es considerada como la hermana menos agraciada de las artes. Entre las compañías que rescatan y ofrecen en escenarios teatrales esta manifestación, existe un afán por evitar que la danza regional se borre de la memoria colectiva. Usan la creatividad para hacer el montaje más atractivo, y ello propicia que incurran en exageraciones que la exhiben como portadora de patrones estéticos inexistentes. Pero en su andar no todos los grupos folclóricos encuentran a un mecenas que les apoye y, en su condición de expresión artística, están dispuestos a presentarse en escenarios que, intérpretes de otros géneros dancísticos, difícilmente admitirían. En su condición de expresión artística ampliamente aceptada, los grupos siempre están dispuestos a presentarse en escenarios que, intérpretes de otros géneros dancísticos, difícilmente admitirían. La escenificación de suyo no es una reproducción ciento por ciento fidedigna agrega María Itzel Valle Castañeda, directora de la Escuela Nacional de Danza Foklórica del INBA- pero tampoco justifica que se transforme del todo y se presenten versiones distorsionadas que no tienen nada que ver con la original. Tampoco debe aceptarse que se dejen de lado algunos símbolos, aunque se trate de espectáculos dirigidos a turistas, completa Rafael Zamarripa, director del Ballet Foklórico de la Universidad de Colima, porque, en su opinión, se sacrifican un sinfín de símbolos y de formas tradicionales por conseguir una inmediata y superficial respuesta del público. "Hay grupos que definitivamente exageran todo, pensando que si hacen más grande el tocado de flores se va a ver más y descuidan el contenido, la disciplina y las clases", dice. Y es que hacer un espectáculo es muy difícil, pues se requiere de una visión teatral, iluminación, producción, un análisis gráfico y de mercadotecnia, así como de un estudio emotivo del espectador. De acuerdo a la concepción de algunos directores artísticos de las compañías, la esencia está en aprovechar al bailarín al máximo y hacer que aflore su personalidad para que sobre el escenario se viva una auténtica fiesta y no un espectáculo prefabricado. Una de las formas en las que comúnmente se difunde la danza tradicional mexicana es utilizando a los grupos como fondo coreográfico o comparsas de los cantantes de música vernácula. El problema radica, según los especialistas, en que muchas veces se trata de bailes distintos al tipo de música que se canta y se combina música de huapango con polka, generando la difusión de un folclor comercial y mal fundamentado. "Yo justifico al bailarín comercial porque es su modo de vida, si no trabajan, no comen. Entonces si no hay trabajo para las compañías de danza floclórica y si a alguien que no lo tuvo por tres meses, le ofrecen bailar tras un cantante, pues lo acepta", comenta Angelina Geniz, titular del Ballet Folklórico de la UNAM. Con la convicción de que la danza folclórica es accesible a cualquier clase de público, Rafael Zamarripa, considera que cuando un grupo interpreta bien un baile, va a ser buscado aunque se desconozcan los detalles coreográficos. "Pero si se combina `tico-tico`, con cosas brasileñas y mexicanas, se hace un espectáculo mal concebido, mal planeado, mal dirigido y mal interpretado, que en vez de beneficiar a la danza mexicana le genera un grave daño", señala. "Yo he visto gente que mezcla, en las llamadas `noches mexicanas`, ritmos de Argentina, Brasil, Jamaica, Cuba, con el afán de ganar aplausos, pero para ganar el reconocimiento y ser universal, mejor pinta tu aldea". En el caso de los integrantes del Ballet Foclórico de la UNAM, todos tienen otra profesión, son arquitectos, abogados, psicólogos, antropólogos, apunta Angelina Geniz y agrega irónicamente: "probablemente, tendrían que irse de mojados o cruzar el Atlántico, para lograr una proyección, puesto que el artista en México se muere de hambre". La directora de la Escuela de Danza Foclórica del INBA, María Itzel Valle apoya esta idea cuando afirma que existen ex alumnos que se dedican a la danza profesionalmente, pero también hay quienes estudian otras carreras para después vincularlas con la danza. La coreógrafa, Josefina Lavalle, admite que se llevan a cabo investigaciones, pero muchas veces los directores de las compañías modifican cosas respecto a los atuendos, las formas y las condiciones del baile, para montar un espectáculo, en toda la extensión de la palabra. Y, si bien no niega que existe interés por retomar las costumbres y las formas dancísticas reales, reconoce que en ocasiones se modifica demasiado la versión original, desvirtuando los contenidos auténticos de las danzas y los bailes. Por su parte, el director y bailarín Rafael Zamarripa, piensa que las variaciones en las presentaciones, dependen del estilo y del tipo de baile que se haya decidido montar, pero acepta que es necesario hurgar en el origen para cimentar los pilares de una pieza coreográfica. Pero así como hay maestros sumamente cuidadosos y que conservan un sinfín de símbolos y tradiciones en sus grupos, no faltan los que simplemente, se acercan a la danza folclórica por otros caminos. Por ejemplo, el objetivo del Ballet Folclórico de la Universidad de Colima es rescatar la tradición, pero también las expresiones propias de cada generación, pues les interesa dar a conocer su visión de México a través de la interpretación de la danza folclórica contemporánea. En comunión con este precepto, María Itzel Valle abunda en que a las compañías de danza folclórica les hace falta mayor indagación en cuanto al contexto y en cómo escenificar la danza tradicional, ya que la mayoría de las veces, se percibe un show de gran colorido, en el cual se olvidan los patrones del movimiento tradicional y sólo se muestra lo ya estereotipado. Así, explican que siguen en ella, porque, entre otras razones, ésta representa una parte esencial del espíritu mexicano, gracias a la cual se desfoga una aspiración profesional, pero también una necesidad vital. De ahí la importancia de mantenerla viva y renovada. A este respecto, Angelina Geniz puntualiza que en su grupo es fundamental diseñar y manejar programas didácticos para que su público adquiera un conocimiento, "pues no se trata solamente de ver, sino de aprender y llevarse algo grabado en la cabeza... comprender el por qué de un baile. Además, este trabajo de equipo involucra la labor que desempeña la Universidad Nacional en la divulgación de actividades que sensibilizan respecto a la herencia cultural y popular que los mexicanos poseen". Por ello, quienes se desempeñan en este tipo de baile aseveran no tener que enfrentar serios obstáculos para que los inviten y programen en espacios formales (como las universidades, teatros, foros internacionales) o bien, lugares públicos, como plazas, parques y escuelas. Lo que sí entraña dificultades es lograr que el grupo que se presenta, lo haga con dignidad y sin prejuicios respecto al lugar en el que lo hacen (un gran foro o un rancho). Asimismo, deben sentir aprecio y respeto por el público ante el cual actúan, para que éste reciba el producto de una labor donde la calidad y la propiedad sean la principal consigna. En este sentido, Angelina Geniz se queja de que este género dancístico es puesto en último lugar: "la danza clásica, nunca acepta presentarse al aire libre, si es danza contemporánea, es rarísimo el grupo que acepta porque quieren piso con linoleum. Nosotros somos los únicos que nos presentamos en tarimas maltrechas, por lo que creo que no estamos en igualdad de condiciones. De nosotros depende, como coreógrafos y directores de grupos, darle el lugar apropiado a nuestra danza". La coreógrafa sugiere que para dar mayor proyección a lo folclórico, es oportuna más difusión a los programas, a los escenarios y la participación de los promotores, así como dar oportunidad a la gente de que vea los programas. Entonces, el folclor puede ser entendido como una parte imprescindible de lo popular, pues vivificando tradiciones del pasado logra incidir en el presente; sin embargo, algunas raíces musicales y corporales se han perdido o están en proceso de desaparición. Los coreógrafos explican que no todos los bailes pertenecen a una forma escénica, y por eso, muchos han quedado atrás. Las cuadrillas o las mazurcas, son un ejemplo de un tipo de danza que ya es parte de la historia, y las compañías al desconocer su relevancia en los siglos XIX y XX las condenan al olvido y parcial extinción. Lo mismo sucede con el danzón que ya no se baila, aunque han sobrevivido algunas formas que sólo enseñan maestros que en su momento lo bailaron y que no se resignan a abandonarlo porque perciben que este género todavía gusta mucho, así sea en lugares y a grupos muy específicos, según Josefina Lavalle.
Sacrifican un sinfín de símbolos
La danza folclórica auténtica está en las comunidades de los grupos indígenas, quienes en mayor o menor grado la modifican. "Sin embargo- asegura la coreógrafa y estudiosa del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza "José Limón", Josefina Lavalle, ellos lo hacen con apego a la tradición, lo cual no sucede con los bailes regionales que vemos en los teatros, y que no cuida nadie".
Marcados por los subsidios
A pesar de que las compañías de danza folclórica, generalmente no nacen con fines de lucro, sino para recuperar la riqueza dancística, una de las mayores preocupaciones de directores y coreógrafos dentro de los grupos es contar con el apoyo económico suficiente para difundir su trabajo, por ejemplo, empleando vestuarios y escenografías dignas. Así las cosas, son pocos los ballets independientes de danza folclórica que existen, y menos los que logran subsistir. "Sí tenemos muchos grupos de danza folclórica, pero digamos que los únicos que se difunden son los oficiales o subsidiados", comenta Josefina Lavalle, quien pone como ejemplo de superviviencia sin apoyo institucional, al Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández. En este sentido, los que cultivan el folclor en la danza coinciden en que aún con los subsidios, las circunstancias de este género no son las ideales, lo cual conduce a los bailarines a buscar otra forma de ingreso además de la danza, porque en nuestro país no existe la infraestructura adecuada para que se desarrollen.
Investigar para crear
En México es común afirmar que existe poca seriedad para montar espectáculos que realmente merezcan este título (cualquiera que sea la disciplina artística), pero los directores de los ballets folclóricos sostienen que definitivamente se realiza un trabajo de investigación previo a la estructuración del montaje, aunque también destacan que la mayoría de las veces, se lesionan los contenidos de las danzas por el afán de ofrecer un espectáculo en el que, lamentablemente, priva más el artificio.
Actividad demandante y comprometida
Si bien, la gran aceptación y evidente goce de los bailes folclóricos les otorgan el reconocimiento de bondadosos, para sus ejecutantes existe una motivación más profunda para continuar desarrollándose en una actividad artística que es muy demandante y comprometida.
Cualquier espacio es bueno, pero no siempre adecuado
Sin duda la danza folclórica es una de las más apreciadas, debido a que tiene escasa o nula dificultad para ser recibida por el espectador; sin embargo, esto no implica que sea sencillo conocer sus contenidos y sus técnicas, sino más bien que posee la enorme cualidad de atrapar al público, debido a que en sí misma es una expresión fecunda del sentimiento popular.
Características del baile popular
Es relativamente común asociar los términos folclórico y popular, e incluirlos en la misma categoría. Desde luego, esto no es grave, pero para los directores y ejecutantes folclóricos es importante precisar las características de ambos vocablos, ya que es necesario diferenciar la danza folclórica del baile popular, porque este último forma parte sustancial de las tradiciones de los pueblos. De manera que la gente lo sigue practicando en sus comunidades y, gracias a ello, no se pierde. Aunque podemos afirmar que al incorporar otras formas se renueva y enriquece. Por otro lado, los que hacen danza folclórica no sólo dependen del apoyo económico, el entusiasmo y la capacidad de entrega para concretar investigaciones y presentaciones en diferentes lugares, sino que tienen que esforzarse por contactar gente idónea que revise su material y decida si lo llevan a un escenario.





