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Donan reliquia de San Felipe de Jesús

Jaime Ortiz Lajous| El Universal
Domingo 12 de agosto de 2001

Las reliquias de los santos siempre fueron para el cristianismo de gran importancia. Roma y sus alrededores son el ejemplo más imponente de veneración histórica de reliquias.

Las excavaciones iniciadas por encargo de Pío XII en 1940 bajo la Basílica de San Pedro de Roma, pusieron a la luz que abajo existen dos hileras de magníficos mausoleos de la necrópolis vaticana, alineados oeste-este en el declive la colina y que formaron parte de uno de los más grandiosos cementerios de la Roma antigua.

Los mausoleos son de una gran riqueza al igual que los sarcófagos. La formación del conjunto pertenece al siglo II de nuestra era, pero se construyó sobre lugares de sepulturas más antiguos. Existen trabajos de estuco, frisos de adorno y relieves figurativos, buenas pinturas, finos mosaicos en muros y pavimentos con motivos decorativos simbólicos y escenas mitológicas.

El conjunto refleja la situación de Roma en los siglos II y III. No obstante que ya existían las Catacumbas no estaba prohibido a los fieles ser enterrados junto a miembros paganos de su familia. Existen varios sarcófagos con símbolos cristianos, la antigua Basílica fue demolida durante los siglos XVIXVIII. La construcción antigua como la nueva, superaron todas las dificultades y situaron el altar principal exactamente sobre la tumba de San Pedro Príncipe de los Apóstoles. Constantino construyó la antigua Basílica con cinco naves y trancepto. Sobre la tumba de San Pedro no se colocó un altar sino un monumento sepulcral, el cual fue recubriéndose de diferentes elementos pétreos a través del tiempo después de Constantino; fue enriquecido por Gregorio El Grande, y en la época medieval por Calixto II. Después de todas estas intervenciones aparece la tumba original, simple y sencilla del apóstol. En un muro en su parte posterior existen innumerables inscripciones-grafitos cristianos que hacían los peregrinos. Uno de ellos dice Petrus. La construcción de la tumba es atribuible a San Clemente Romano o al papa Anacleto.

En la primitiva tumba se encontraron los huesos de un hombre de vigorosa estatura y de edad madura, envueltos en una preciosa tela de color azul brillante. La tumba fue visitada por miles de fieles en la antigüedad. Es un caso extraordinario de veneración a las reliquias de San Pedro. Actualmente es posible visitar la Necrópolis y la tumba. Durante la Edad Media la veneración de las reliquias llegó a su máximo esplendor. En las Cruzadas, San Luis Rey de Francia lleva a París, hacia 1239, la Corona de Espinas que es colocada en la Saint Chapele, maravilla del arte gótico, consagrada en 1248.

Los monasterios comienzan a atesorar diferentes reliquias. Es notable el caso del Monasterio benedictino de Sain Benoit Sur Loire. Los monjes franceses realizan una expedición para robar las reliquias de San Benito, fundador de la Orden, enterradas en Monte Casino, Italia, y las llevan a Francia. Los monjes italianos protestaron ante el Papa y ante el emperador Pepino el Breve, pero todo fue inútil. Hoy las reliquias de San Benito, el constructor de Europa, continúan en Francia.

Santiago de Compostela es notable al grado que desde el año 1050 se comienzan a realizar las grandes peregrinaciones desde el norte de Europa a Galicia, España. Se establecen diferentes caminos que se unen en la espina dorsal de la peregrinación al ingresar al norte de España.

La organización y atención a los peregrinos desde la Edad Media es muestra de la importancia que significaba venerar las reliquias, descubiertas hacía el año 818 por el obispo de Iria Flavia (Primitiva Sede Episcopal) Teodomiro. A petición de un eremita Pelagio, los dos examinan el lugar llamado "Arca Marmórica" y descubren una tumba que por varios vestigios fue reconocida como la del Apóstol Santiago. Actualmente, miles de peregrinos realizan anualmente el Camino de Santiago.

Caso increíble es el de San Jenaro, Patrono de Nápoles, quien fuera Obispo de Benevento, martirizado en Puteoli hoy Puozzoli . Sus reliquias fueron trasladadas a Nápoles en el siglo V. Se encuentran en la Catedral Capilla del Tesoro, construida en 1608, que contiene la cabeza del Santo y dos redomas de sangre.

La Sangre de San Jenaro ha tenido en 5 siglos 10 mil procesos de licuefacción y coagulación, pasando del color rojo oscuro casi negro al rojo vivo. Las redomas tienen 60 centímetros cúbicos de capacidad y se licúan en el sábado precedente a la primera dominica y su octava de la fiesta del santo y el 16 de diciembre en que se celebra su patrocinio. Los Napolitanos esperan serenamente el milagro, ya que cuando no se ha sucedido suceden tremendas catástrofes a la humanidad. Nuestro primer Santo Mexicano San Felipe de Jesús nació en el Centro de la Ciudad de México. Fue martirizado en Japón en el siglo XVI. Naufragó en su viaje de Filipinas a México por lo cual tenía derecho a la libertad, pero se sumó al grupo de Jesuitas mártires. Todos murieron en una cruz lanceados. La escena la podemos apreciar en los frescos de la Catedral de Cuernavaca.

San Felipe de Jesús fue beatificado el 14 de septiembre de 1627 por el Papa Urbano VIII mediante la Bula "Salvatori Domini Jesucristi". El 28 también de septiembre, pero de 1628 llegó la beatificación a México y el viernes 12 de enero de 1629, el cabildo de la ciudad de México lo nombró Patrono de la misma. El 8 de junio de 1862, el papa Pío IX lo declaró santo. Se le dedicó una capilla en la catedral, con un extraordinario retablo y una magnífica escultura, ahí se encuentra su pila bautismal. En el silencio de la catedral se escucha una gota que cae constantemente.

Guillermo Tovar de Teresa me informó que había descubierto y adquirido una reliquia de San Felipe de Jesús, a la que considero la única reliquia que hay del santo.

Es un estuche de plata de forma elíptica, con siete esferas perimetrales, protegido por dos vidrios muy antiguos.

En su parte principal dos palomas cargan en su pico el relicario central, donde están las reliquias formando una pequeña Cruz. A los costados se observan dos personajes vestidos con Kimonos.

En su parte posterior aparecen dos casas, un árbol y una pagoda de cinco pisos de estilo japonés y un pájaro volando.

Todas las tallas son de marfil, y abajo del enmarcamiento de las reliquias un letrero en tinta sepia dice "San Felipe de Jesús". El estilo corresponde a la escuela japonesa de arte, nacida en el siglo XVI Ukiyo-e (imágenes de un mundo flotante), cuyos maestros fueron Kaigetsudo, Ando y Maiyagawa Choshun.

La pintura japonesa se desarrolla a partir del siglo IX al XVI bajo dos corrientes: los temas locales y los influenciados por el arte chino.

En la reliquia del patrono de la ciudad de México, los Kimonos, La Pagoda , las Casa y Árboles y los Pájaros, nos indican con claridad la influencia del arte japonés. Posiblemente el relicario se realizó después que el Proto Martir fuera beatificado.

La televisión japonesa pagó la restauración de la Sixtina para agradecer el paso de San Francisco Xavier por Japón, ojalá la televisión y la colonia japonesa en México nos ayudaran a terminar la restauración de San Felipe.

En una deferencia inmerecida para mí, Guillermo Tovar me invitó a la entrega que efectuó de la reliquia al excelentísimo cardenal de México. Me invitó en reconocimiento a los trabajos de restauración que vengo realizando en el Templo Expiatorio de San Felipe en el Centro Histórico de la ciudad de México. Será el cardenal quien determine dónde se ubicará la reliquia para que sea venerada por el pueblo de México. Considero que existen tres alternativas: en la Catedral, ya sea en la Capilla de las Reliquias o en la Capilla de San Felipe o en el Templo Expiatorio, que fuera fundado en 1898 y que durante ya más de cien años se adora al Santísimo Sacramento ininterrumpidamente todas las noches, no obstante la Revolución y la Persecución religiosa. Previamente la reliquia viajó a Mérida, ciudad dedicada a San Felipe, donde el señor obispo Berlier y el padre Rousell oficiaron una misa bendiciendo a los fieles con ella.

Debemos agradecer a Guillermo Tovar su gran generosidad ya demostrada ampliamente con anterioridad con las donaciones de obras de arte efectuadas al Templo de la Profesa y a la biblioteca del INAH.



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