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El folclor mexicano llegó al Paseo de la Reforma. Desde muy temprano “hombres lobo”, indígenas y el cura Miguel Hidalgo de niño y adulto, desfilaron por esta avenida montados en sus bicicletas adornadas con motivos patrios.

La razón fue el concurso de bicicletas adornadas, organizado por el GDF como parte de las celebraciones de la Independencia.

Banderas, escarcha tricolor, sombreros de charro y letreros con la leyenda “Viva México”, fueron algunos de los distintivos que utilizaron los participantes.

Uno de ellos, Alejandro Ruiz, colocó “todo lo que me encontré que tuviera verde, blanco y rojo”.

Él decidió caracterizarse con una nariz de payaso, una peluca de los colores del lábaro patrio; con esos colores pintó su rostro y los portó en su vestuario, que lo hicieron ganar el primer lugar de la categoría de adultos.

“La intención es disfrutar y preservar las tradiciones que cada vez se pierden más”, dijo sobre el certamen.

Por su parte, Manuel Flores y su familia asistieron también con sus bicicletas adornadas que “aunque a muchos les parece ridículo, para nosotros no lo es”.

Cada caballo de hierro de la familia Flores Palafox tiene un diseño propio, y está acondicionada para las necesidades de su jinete; por ejemplo, el de María de los Ángeles, esposa de Manuel, tiene llantas de apoyo “porque ella no sabe andar en bicicleta”.

La participación en el certamen fue poca: tan sólo 20 niños y 30 adultos se enlistaron, aunque a la hora de la premiación fueron menos los que estuvieron presentes.

En general, el paseo dominical se vio desolado, tal vez por el clima frío que antojaba más que otra cosa permanecer acostado en casa o quizá por el “puente” de las fiestas patrias. Por momentos, el paseo fue escenario para la defensa de los animales en peligro de extinción. Genaro Mora representó al lobo mexicano, por eso se disfrazó de “hombre lobo”.

Para otros, “el concurso es un pretexto para aprovechar los espacios, convivir y salir de la rutina”, o como lo fue para la mamá de Orlando y Sebastián, “pasar un rato agradable”, aunque para los niños no lo fuera tanto.

Durante la premiación, Sebastián hacía berrinche porque ya no quería estar ahí, mientras su madre trataba de contentarlo: “Mira ese señor trae la misma bandera que tú, ¡órale!”, y el pequeño con muecas de enojo cruzaba los brazos y colocaba su cara en el volante del triciclo. Tan sólo unos minutos después, estaba entre los finalistas y ocupó el tercer lugar de la categoría infantil. El primer sitio lo ganó Juan Manuel Flores al recibir más aplausos.