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‘El marciano del Bar de Perico’

El Universal
Domingo 25 de mayo de 2008

Cuentan que era un fulano un tanto extraño, siempre trajeado y exhibiendo la impecable raya de la plancha en las valencianas. A primera impresión parecía ser un tipo bastante normal, hasta que alguien le hacía la plática y confesaba sus lejanos orígenes en el enigmático planeta Marte.

Continuando con nuestra serie recurrente de leyendas urbanas, hoy hablaremos del famoso comensal, apodado El marciano del Bar de Perico, quien desde principios de la década de los 70, solía visitar aquel tradicional lugar de la colonia Narvarte, ubicado en la esquina de Caleta y Monte Albán, justo enfrente del Parque de las Américas.

Aunque en este espacio han desfilado leyendas que van desde espíritus chocarreros hasta duendes coyoacanenses, numerosos lectores nos han escrito para incluir la historia del autonombrado marciano de la Narvarte, quien según testigos respondía al nombre de Braulio y demostraba que los orígenes extraterrestres no quitan lo jacarandoso.

Aquel personaje era calvo y a la manera del otrora líder de la CTM, Fidel Velázquez, no se quitaba las gafas oscuras ni para dormir, con el propósito, según afirmaba, de proteger sus delicadas córneas marcianas de los rayos ultravioleta. Aunque bien era sabido que en el oscuro Bar de Perico, el último rayo de sol que se filtró fue cuando una cantante de boleros apodada Solecito se aventó un par de canciones acompañada del pianista del lugar.

Don Braulio afirmaba haber llegado por accidente al planeta Tierra y más exactamente a la colonia Narvarte, cuando su nave sufrió una avería a finales de los años 60 y tuvo que aterrizar en un pequeño claro del parque de Las Américas, afirmación que curiosamente coincide con las del famoso criminólogo mexicano y creador del “retrato hablado”, Sergio Jaubert, quien por un tiempo investigó a vecinos de la zona, quienes aseguraban haber presenciado el aterrizaje de un objeto extraño y luminoso en aquel parque.

Don Braulio dijo que el planeta tierra le sentaba mejor a sus achaques de la edad, además de que las terrícolas eran bastante guapas y había encontrado en el Bar de Perico el refugio ideal, ya que la decoración rojiza le recordaba a su lugar de origen.

¡Y que decir de su voz! Según se recuerda, don Braulio era bastante entonado y solía participar en casi todos los turnos del famoso piano-barra, donde interpretaba con gran injundia las canciones de Agustín Lara, compositor al que consideraba uno de los mejores del sistema solar, con excepción de su tío abuelo, quien había tomado clases con los “cantadores de clorofila” que habitaban en una lunas del planeta Júpiter.

Las malas lenguas afirmaban que don Braulio era en realidad un viudo solitario que comenzó a decirse marciano después del 2 de octubre de 1968, época cuando perdió a su única hija en la Plaza de las Tres Culturas.

Se cuenta que después de una infructuosa búsqueda por hospitales, morgues e incluso en las puertas del Campo Militar número 1, el hombre comenzó a mostrar un comportamiento extraño y a afirmar que su hija no estaba muerta sino que había sido raptada por alienígenas. Al cabo de unos años, él mismo se asumió como visitante del espacio exterior en lo que los sicólogos llaman “fenómeno de transferencia al pensamiento mágico”.

La última vez que se vio a don Braulio en el Bar de Perico fue a mediados de 1975. Afirmaba que en breve iniciaría un largo viaje de vacaciones a “su tierra” y que si le gustaba ahí se quedaría. Otros vecinos afirman haberlo visto entrar bastante cabizbajo a la clínica del Centro Médico, de avenida Cuauhtémoc.

Todos extrañaron la voz de don Braulio cuando dejó de acudir al lugar, sin embargo muchos se sintieron confortados de que hubiera decidido quedarse en el lugar que lo vio nacer, donde seguramente viviría en adelante feliz en compañía de su querida hija.

ciudadeayer@gmail.com



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