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‘Rambo’ y ‘Barney’ visitan Xochimilco

Rafael Montes| El Universal
Viernes 01 de febrero de 2008

df@eluniversal.com.mx

Los monstruos bailan. La banda toca. Los hombres vestidos de mujer se acarician entre sí. Brincan y bromean. Desde el cielo, los cohetones retumban en las paredes de las calles por donde la caravana avanza abriéndose paso entre los curiosos. Los negocios se han paralizado.

El centro histórico de Xochimilco está de fiesta. La celebración del día de la Virgen de los Dolores sirve como preparativo para el inicio del carnaval —del 2 al 5 de febrero—, en esta localidad donde hay aproximadamente 455 festejos al año.

Se llama huehuenchones a quienes se disfrazan. Le ponen ambiente a la caminata. Danzan, cantan. No importa el personaje, ni el material. La imaginación es lo que cuenta. Al final, se verán recompensados con un premio de 2 mil a 5 mil pesos. El concurso de disfraces es parte de la tradición. Por eso se esmeran. “Yo mismo diseño y mando hacer mi vestido”, explica Gilberto Camacho mientras se deja llevar por el grito: “¡A bailar!”.

Entre la multitud corre un sujeto disfrazado de curandero. Sacude con sus hierbas a medio mundo. Más atrás viene Rambo casi de la mano de Barney y de Winnie Pooh, quienes se mueven a su gusto, con un pasito para adelante, uno para atrás, una vueltecita, un saltito.

Los niños vienen en grupitos de 10. Uno en bici, otro con su viejo atuendo de lobo, todo peludo, a su tamaño. Alexis usa vestido de novia y expresa con certeza que lo hace “por la virgen”, pero que su mamá fue quien le dijo que se vistiera así.

“Yo vengo de la selva”, grita Samari Itzel, de seis años, para poder ser escuchada. Se colgó a su cintura un enorme chango de peluche, con el cual afirma sentirse en la jungla.

“Aquí cada quien elige su disfraz”, agrega entusiasmada Maricruz Barrera, originaria del barrio de San Lorenzo y que acude al carnaval con su familia. “Mis sobrinos andan por allí, vestidos de mujer”.

Es la fiesta más grande durante dos semanas de celebraciones. Se juntan los cuatro barrios que adoran a la misma virgen: San Lorenzo, San Esteban, San Diego y la Guadalupita. Provenientes de esos lugares, los chinamperos, floricultores y remeros disfrutan el paseo. “Es para darle un agradecimiento a la Virgen de los Dolores de que nos presta vida para seguir viviendo y poder venir a bailarle año tras año…”, explica Gilberto, quien todos sus 40 años ha participado. “Es una tradición que viene desde nuestros antepasados”.

“¡Ahí va el agua!”, interrumpen quienes proveen a los danzantes de agua de jamaica o tamarindo.

El carnaval está por llegar. Habrá que disfrutar de los festejos considerados carnales, paganos, por la Iglesia. Pero al momento de pintarse una cruz de cenizas en la frente, la algarabía y el estruendo de la fiesta de los cuatro barrios cesará para dar lugar al luto obligado que imponen los días de la Cuaresma.



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