Barrientos, centro de abusos, denuncian
TLALNEPANTLA, Méx.— La vida en Barras es difícil. Y es que en el reclusorio Barrientos todo cuesta: las celdas, utilizar teléfonos públicos, la comida, el lavado de cobijas, la televisión, el DVD y hasta la protección para no ser molestado por otros reclusos. “Los presos nuevos son botín de los que están adentro”, resume un ex interno, quien explica que los recién llegados son disputados por custodios y otros reos, pues representan una inagotable fuente de ingresos. El Centro de Readaptación Social (Cereso) Juan Fernández Albarrán, ubicado en Barrientos, Tlalnepantla, fue inaugurado en la década de los 70 con espacio para albergar a 879 internos. En poco tiempo la capacidad del penal fue rebasada y en la actualidad tiene 2 mil 870 reclusos, distribuidos en seis dormitorios —uno para mujeres—, por lo que es una de las cárceles más saturadas de la entidad, junto con la de Neza-Bordo. “En el dormitorio 1 están los nuevos. En el dormitorio 2 están los panqués, o sea los que tienen dinero para pagar privilegios. En el 5 están los sentenciados, los más pesados”. Precisa que al llegar al penal les exigen mil 500 pesos para asignarles celda o de lo contrario los mandan a la “celda de los locos”, y para conservar las celdas hay que pagar entre 150 y 250 pesos semanales; “nos piden dinero y la familia con pedos nos lleva un taco”, puntualiza. Explica que el dormitorio 1 tiene 27 celdas, cada una de aproximadamente 12 metros cuadrados, y a pesar del poco espacio albergan hasta a 50 presos, siete de ellos que duermen en la letrina, en tanto que otros “se amarran como orugas” de los barrotes; es decir, cuelgan sábanas y en ellas duermen, ya que en el piso no hay espacio. “Adentro hay prestamistas, de dinero y de droga. Si pides dinero el jueves, el sábado tienes que pagar el doble y conforme pasa el tiempo más pagas. También prestan droga y pasa lo mismo”, añade. El ex recluso destaca que dentro de Barras se distribuye mariguana, cocaína, chochos y solvente, en donde “un papelito de mariguana cuesta 10 pesos y el solvente lo venden en botellas de vidrio, andan moneando adentro”. La venta de alcohol, subraya, la realizan los custodios y en días festivos. Respecto al dormitorio 2, asevera que quien puede estar ahí paga 2 mil pesos. “Ahí les dan la mejor comida y no los molestan”. Refiere que cada celda tiene una “mamá”, que es un recluso que paga 15 mil pesos por ser el líder, cuya misión es recaudar los recursos y entregarlos a quienes controlan el penal: “la ‘mamá’ compra la celda y da órdenes, cobra la renta de la semana y todas las cuotas”. Añade que los custodios también abusan de los internos, ya que con frecuencia cierran las puertas y cobran 20 pesos para que los presos puedan pasar lista, además de que aplican bombones a quienes no pagan, que consisten en obligar a los reos a inflar los cachetes y les dan golpes con el puño. “Hay un custodio que es bien manchado, El Jordi, que es un hijo de... Luego anda vendiendo las tarjetas de teléfono que él mismo nos roba. Para hablar tienes que pagar cinco pesos y si no lo haces te pegan o te quitan tu tarjeta”, reitera. Cabe destacar que en los últimos seis meses han muerto tres internos en el reclusorio Barrientos, uno de ellos que apareció con un golpe en la cabeza en la zona de regaderas y dos más que fueron “picados” en riñas. Este medio solicitó la versión al respecto de la denuncia del ex reo a la Dirección de Prevención y Readaptación Social del gobierno estatal, sin obtener respuesta, hasta el cierre de la edición.





