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Hace una década acaparó la atención de los medios de información, acusado de ser el responsable de la muerte de su esposa, y dos novias posteriores para cobrar el seguro de vida de todas ellas.

Ni viudo negro, ni asesino de mujeres, señala Gabriel Arturo Garza Hoth quien, por primera vez, habla de su caso y acusa que fue tratado de forma mediática por funcionarios la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) —entonces al mando de Samuel del Villar— y por ello no pudieron procesarlo más que por el homicidio de quien fuera su prometida Ana Gloria Gómezpalacio Escudero.

Entrevistado en la Penitenciaría Varonil donde purga una condena de 41 años, señala que en su expediente hay evidencias de una declaración falsa y de un peritaje erróneo.

Con un pantalón de vestir y una camisa de manga corta, todo en azul marino —color del uniforme reglamentario de los presos— se presenta y con voz pausada, narra su historia, a la que adelanta una queja ante la falta de una verdadera investigación de los hechos.

En su dicho, el 11 de mayo de 1997, circulaba con Ana Gloria por calles de la colonia Toriello Guerra; acababan de salir de una iglesia, ya que estaban a punto de casarse, cuando —comenta— fueron sorprendidos por un sujeto que los amagó y quien se subió al vehículo, para luego disparar contra su compañera; al huir el maleante, Gabriel manejó hasta el Hospital Fray Bernardino donde fue auxiliado.

Uno de los empleados del lugar, Luis Ignacio González del Valle, fue citado a declarar en el Ministerio Público, pero al presentarse para ratificarla, dejó asentado que él nunca dijo a las autoridades ministeriales que había visto sangre en la ropa del acusado como indicaba el documento y que la firma que estaba en dicha declaración tampoco era suya.

De igual manera, obran dos peritajes contradictorios y uno de ellos no lleva firma ni sello de recibido; en uno se indica que el agresor estaba a la derecha de la víctima y otro que dice que la izquierda.

En su favor, Garza Hoth, presentó la denuncia de que el asaltante se llevó su teléfono celular, por lo que entregó una lista de las 89 llamadas que habría hecho el responsable en los días subsecuentes al crimen, según los datos ofrecidos por la compañía telefónica. Pero nunca se investigaron esos telefonemas, precisa.

Las acusaciones en su contra, de dar muerte a sus parejas, indica, “fue para condenarme a través de los medios de información y no en los juzgados, pues así se trabajaba en esa dependencia”.

Lo anterior, refiere, habla de la falsedad de las declaraciones de la PGJDF al inculparlo de que también dio muerte a Soledad Valdez, con quien estuvo casado de 1982 a 1991