Andrés Manuel López Obrador, jefe de gobierno capitalino, inauguró la montaña rusa más grande de Latinoamérica, denominada Supermán, el último escape, en un parque de diversiones al sur de la ciudad, pero rehuyó a estrenar el juego mecánico, que tiene una caída de 65 metros de altura a 120 kilómetros por hora, y en su lugar subió a su hijo Gonzalo, quien va a cumplir 14 años.

Al jefe de Gobierno se le invitó reiteradamente a que subiera a la montaña, pero nadie lo convenció.

Antes de subir el interruptor del juego mecánico, el gobernante local lanzó un desafío a los representantes de los medios de comunicación: "Los que se suban van a poder preguntar mañana lo que quieran, sin veto, sin `bateo` de ningún tipo".

En su discurso inaugural, destacó que cada año ingresan a ese lugar dos millones de personas y con el nuevo juego, que se espera sea un atractivo turístico, aumentarán a 300 mil personas más.

Dijo que eso es positivo, ya que mientras más gente ingresa se pueden generar más trabajos para los capitalinos.

El mandatario local destacó que al año se le permiten el ingreso en forma gratuita a 30 mil niños humildes y discapacitados, pero solicitó a los empresarios que permitan que ingresen más personas sin pagar el costo del boleto.

Recordó que 43 hectáreas de ese terreno son del gobierno federal y el parque de diversiones tiene un permiso temporal revocable para poder tener ahí sus instalaciones.

Ese centro recreativo fue inaugurado cuando Manuel Camacho Solís era regente de la ciudad y el permiso es por 10 años.