Niños traficantes: La banda de `El Ollo`
En "El Ollo" todo es tranquilidad... en apariencia. En esta parte marginal de la colonia Buenavista es común ver niños jugando en la calle, mujeres que hacen sus mandados en el mercado, jóvenes que coquetean, ancianas barriendo los frentes de sus casas... Pero en realidad, "El Ollo" es tierra de nadie. La distribución del trabajo entre las bandas de delincuentes está bien definida en esta zona de la delegación Iztapalapa: Niños, como El Cristopher o El David , que no rebasan los 12 años y juegan en la calle a bordo de sus bicicletas, forman el último eslabón de la cadena que comienza con los líderes que ahí distribuyen droga, trafican con armas y autopartes robadas y construyen las llamadas armas hechizas. Ellos, los niños, tienen tareas bien específicas: son los encargados de recorrer durante horas el perímetro de su colonia para alertar a los mayores sobre la presencia de patrullas; también se encargan de frustrar los operativos dando el pitazo cuando ven acercarse a los cuerpos de seguridad; y eligen a las posibles víctimas que se atreven a subir hasta "El Ollo". Los jóvenes que aparentan matar el tiempo con inocentes pláticas, en realidad son líderes que vigilan que su territorio no sea visitado por nadie que ponga en peligro su control sobre toda la colonia. Hasta las mujeres mayores que disimulan cuidar sus aceras, como La Juana , son madres y cómplices de los mismos delincuentes. Estas mujeres son quienes protegen y esconden en sus casas a los de "El Ollo". El lugar que da nombre a una de las bandas más peligrosas y conflictivas de la delegación Iztapalapa, Los Rappers es un sitio de difícil acceso. Enclavado en el corazón de la colonia Buenavista, sus callejones y recovecos impiden el paso de autos y camiones. El pésimo mantenimiento de su carpeta asfáltica, la irregularidad de su suelos y los terrenos baldíos que conforman su perímetro facilitan que la banda de delincuentes que ahí opera esquive la persecución de la policía durante los operativos. La gran explanada que conforma la Avenida de Las Torres es el lugar preferido para desvalijar los autos robados. También para secuestrar taxistas y conductores. Todavía recuerdan los vecinos la vez en que una pareja de jóvenes "vestidos como gente decente" fue llevada a punta de pistola: los dejaron sin auto, a él lo medio mataron a golpes y a ella "la subieron al monte para dejarla Dios sabe en qué estado". Ahí, en Las Torres, junto a "El Ollo" un gran hueco en la tierra, opera día y noche la banda. En ese sitio, hace no mucho se dio muerte a El Pancho , cuyo nombre verdadero era Francisco Becerra Pérez, durante una pelea entre bandas. Él, junto con El Bronco , lideraba hasta hace unos meses a la banda de jóvenes. Según información de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, la banda de "El Ollo" está conformada por aproximadamente un centenar de jóvenes cuyas edades fluctúan entre los 10 y 20 años. Las zonas de influencia de la banda son las colonias Buenavista, Tenorios, San José Buenavista y Lomas de Santa Cruz, en Iztapalapa. Sus principales puntos de reunión son tres: calle San Miguel, esquina calle de la Rosa; calle Dalia y Cuarta Cerrada de San Miguel; calle Rinconada de San Miguel, esquina avenida San Miguel, y calle Barranca, antes Clavel, esquina avenida San Miguel. El modus operandi de los de "El Ollo", según un informe de la SSP al que tuvo acceso EL UNIVERSAL, es el siguiente: "El grupo procura vestir pantalones de mezclilla, tenis, gorras y camisetas holgadas donde ocultan armas. Atacan en grupo por las noches con armas blancas y de fuego, andan a pie y, bajo el efecto de drogas, roban con violencia". Los días y horarios predilectos de la banda para delinquir son los sábados y domingos entre siete y ocho de la noche y entre semana de siete a once de la noche. La SSP tiene identificado al menos a uno de sus líderes: Pedro Zambrano Méndez, alias El Cadena , que habita en la calle Barranca (antes Clavel), esquina Rinconada de San Miguel, "en la casa de amarillo". Pero también los vecinos aseguran que El Ambriz , junto con El Cadenas , El Turco , y El Pulques despuntan como los nuevos líderes. El grupo suele juntarse en el Centro de Salud. "Llega una hora del día en que lo mejor es no salir. Cualquier pretexto es bueno para ellos para comenzar a agredir y a delinquir. Si preguntas, te enterarás de que muchos vecinos han sido amenazados de muerte. Entonces por lo que hemos optado es por ni topar con ellos de frente", dice un habitante de la colonia que evita dar su identidad para no sufrir las represalias de la banda. Otro más, que también pide el anonimato, aporta algunos datos extra: "Se visten iguales todos para despistar. Cargan mochilas donde traen sus armas hechizas y nada más cae la noche comienzan los atracos que no consideran ni pelo ni señal". Los principales puntos de venta de droga, según denuncias de los propios vecinos, están bien ubicados: se sabe que El Marmadú distribuye mariguana en el andador uno del predio de San Miguel; que La Carolina vende piedras, tachas, activo y cocaína en la esquina de calle Rosas y calle San Miguel. Se trata de una casa de dos pisos amarilla en donde tiene un mini ejército de niños y niñas que le cuidan el día entero el negocio. Popular en la colonia también es la señora Juana, madre de El Ambriz , quien en su casa ubicada en la manzana 35 protege y esconde a su hijo y amigos. También se sabe de La Cardenista , una mujer mayor que habita en el andador dos del predio San Miguel. Ella es quien compra por encargo toda la mercancía que roba la banda para venderla impunemente en el tianguis que todos los martes se pone en la colonia. El informe de la SSP da cuenta de dos personajes más: La Tía y El Chino , quienes en el interior de su domicilio, en las calles de Pino y cerrada de Hayas, comercian grapas de cocaína "utilizando como vía de escape el cerro y sabiéndose que la unidad 02041 o la 02034 `rentean` ese lugar". Datos de la delegación Iztapalapa revelan que en toda la colonia Desarrollo Urbano-Quetzalcóatl hay ubicadas al menos 12 "tienditas" de venta de droga. Cada una comercializa en un periodo de 12 horas hasta 750 grapas o piedras de cocaína. Según las autoridades delegacionales, se estima que al día las ganancias por narcotráfico ascienden a 750 mil pesos por la venta de sólo 900 gramos de cocaína en ese perímetro.





