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Héroes Coacalco: entre ángeles y aire que huele a ponche

Lucía Quiroga| El Universal
Viernes 20 de diciembre de 2002
Vecinos de la colonia realizaron su tradicional posada

En la colonia Héroes Coacalco el aire se encontraba impregnado de un fuerte olor a ponche; y es que los vecinos de la privada, ubicada en avenida Orquídeas, manzana 26, lote 36, se unieron para realizar su tradicional posada.

Eran alrededor de las ocho de la noche cuando la gente empezó a salir de sus casas para reunirse en el patio del lugar dispuestos a celebrar lo que ellos mismos calificaron como "una de las más bellas tradiciones mexicanas".

Consideran que es importante transmitir e inculcar a los pequeños el gusto por las fiestas decembrinas.

De pronto, se escuchó una voz que marcaría el inicio del tradicional evento: "A ver, ya vamos a empezar", gritó Santa Palafox, administradora de la privada, a todos los niños quienes, por cierto, vestían trajes "de pastores, ángeles y San José".

La señora Santa repartía velitas y luces de bengala antes de dar inicio al recorrido que se haría cargando a los peregrinos.

Y aunque un fuerte viento soplaba y apagaba de repente el fuego de las velas, éste no acababa, ni siquiera disminuía, el ánimo de las personas quienes coreaban un fuerte "ora pro nobis".

A lo largo del patio, los niños al frente, los adultos detrás, paseaban a las figuras de porcelana representando el andar de María y José.

Al fondo, un pesebre de mediano tamaño adornado con luces, y detrás de éste, en el área verde del lugar, se apreciaba una mesa con un mantel blanco, donde se colocarían la cena, y alrededor unas seis decenas de sillas.

Las personas le dieron la vuelta a la privada y regresaron al portón, el mismo punto de donde partieron.

El grupo se dividió y la mitad salió para pedir posada y dar inicio a la clásica letanía guiándose con una hoja que contenía la letra de ésta.

Al término del canto, los de adentro abrieron las puertas y al unísono todos entonaron un "entren santos peeeregrinos, peeeregrinos", mientras algunos niños prendían sus luces de bengala, las cuales iluminaban bellamente el sitio. "Ahora, a romper la piñata", gritaron los niños, corriendo al centro del patio.

"Me gustan mucho las posadas, aunque lo que más me gusta es romper las piñatas", comentó Rodrigo, un niño de ocho años quien vestía de blanco con un gorro rojo de Santa Claus y un cascabel en la punta.

Tres piñatas llenas de fruta estaban listas para ser partidas.

"Son de barro, porque esas son las tradicionales, no las de cartón", apuntó la señora Leticia Santamaría.

"Por estaturas", advirtieron, mientras todos comenzaban a entonar el "dale, dale".

Los niños más pequeños parecían acariciar la piñata con el palo.

"Esa niña es muy tonta, es muy tonta, se parece a su mamá", corearon todos los chiquitines cuando una pequeñita de cuatro años sólo perseguía a la gran estrella roja sin conseguir atinarle.

Después de las piñatas "por fin, la hora de la cena", murmuró alguien por allí.

Y así, con música navideña de fondo los Herrera, los Noriega y los Chávez, entre otros, disfrutaron de tacos de guisado, así como de un rico y calientito ponche preparado por "Isa" y de la colación.



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