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Madera, coto de poder de narcos

Carlos Coria Rivas/Corresponsal | El Universal
Lunes 20 de agosto de 2001

ICOLÁS BRAVO, Chih. Cuatro ataúdes apilados en una profunda fosa cavada entre el lodo y las duras rocas de la sierra de Nicolás Bravo, en el municipio de Madera, junto con un claro y sencillo mensaje escrito en las frías paredes del panteón, reflejan el sentimiento y el temor que sus habitantes tienen de los narcotraficantes.

"Repudiamos al narco" es la leyenda grabada con pintura de aerosol color rojo en la barda del humilde y sencillo panteón de Nicolás Bravo, que congregó a casi la totalidad de sus habitantes, alrededor de dos fosas, donde fueron sepultados seis cadáveres.

Los habitantes retornaron a sus viviendas, luego de enterrar a sus muertos, resentidos y con un coraje encima, producto de varios años de soportar a los "narcos del Chuy de Sinaloa, de Jesús Lugo", quienes con dinero y corrupción sentaron sus reales en Nicolás Bravo, una tranquila comunidad que vive de la agricultura y de los dólares que envían los jóvenes que emigran a Estados Unidos.

Dos días antes, al anochecer del domingo 12 de agosto, un grupo conocido como "Los Sinaloa", presuntos narcotraficantes asentados en esta población rural y agrícola, acribillaron arteramente con ráfagas de fusiles AK-47 o "cuernos de Chivo" a cinco habitantes de Nicolás Bravo tres de ellos hermanos, hiriendo a tres más, uno de los cuales falleció al día siguiente, víctima de la agresión. Después de estos hechos violentos, "Los Sinaloa" abandonaron el poblado.

En la refriega, suscitada al final de una carrera de caballos, murió también un integrante del grupo que inició la matanza, tan sólo porque uno de sus hijos se había peleado con otro jovencito del lugar.

Los habitantes de Nicolás Bravo, dolidos por una tragedia anunciada desde antes, por la impune presencia en su comunidad de los presuntos narcotraficantes conocidos como "Los Sinaloa", pues todos sus integrantes son oriundos de ese estado, advirtieron a las autoridades que si no actuaban después de la matanza, quemarían las casas de la gente que comanda Jesús Lugo, alias "El Chuy de Sinaloa".

Los indignados pobladores, anteriormente, echaron fuera a sus policías municipales, quienes con sus vetustas y oxidadas pistolas, algunas sólo con tres tiros útiles y sin patrullas, no pudieron repeler la agresión de quienes utilizaron modernos fusiles de repetición y pistolas de grueso calibre.



La matanza pudo ser evitada

De acuerdo con el comandante de la policía municipal, José Ángel Gómez, así como de decenas de pobladores entrevistados que pidieron el anonimato, por el temor a los narcos, desde hace años que denunciaron ante las autoridades estatales la presencia de narcotraficantes venidos de Sinaloa, avecindados en al menos 15 residencias del poblado de Nicolás Bravo.

La suntuosidad de estas residencias, cateadas por los agentes de la PJF y de la PJE sólo, luego de la matanza, hiere y contrasta con el nivel medio de vida e incluso de pobreza, en que viven los habitantes de este lugar, enclavado en la sierra del cerro llamado de la Bufa, a 400 kilómetros al noroeste de esta capital.

El enriquecimiento de estos grupos es inexplicable, ya que se asentaron en una comunidad rural, pobre, donde los hijos emigran a Estados Unidos para mantener a sus esposas, hijos, padres y la demás familia.

Pero ni así son investigados, pese a que año con año, agentes de las policías estatal y federal se pasean por las mansiones de estas personas, para marcharse horas después, reveló el comandante de la policía municipal.

El ataque de los presuntos narcotraficantes en contra de habitantes de Nicolás Bravo fue originado por una riña entre dos jovencitos, a quienes sus padres defendieron, hasta que un miembro del cártel del "Chuy de Sinaloa" desenfundó un arma de fuego calibre 8 milímetros y desahogó su carga mortal contra Socorro Rico Molinar, según relató el comandante de la policía municipal del poblado.

Luego cayeron los otros dos hermanos de Socorro: Édgar y Juan Luis, quienes intentaron defenderlo sin éxito.

Humberto García Chávez, quien falleció dos días después, se arrimó a uno de los cuerpos caídos, pensando que se trataba de su hijo, eso le costo la vida.

También fallecieron Guadalupe Sotelo Bautista y Joel Manríquez Montes, con lo que el número de muertos llegó a siete, producto de la confusión y las ráfagas de metralleta, continuó el comandante municipal.

"Nosotros quisimos detenerlos, pero en medio y detrás había mujeres, hombres y niños, muchos niños, porque todo el pueblo estaba en las carreras, por eso ni siquiera detonamos un solo tiro... de los tres que traía en mi pistola".

También Rubén Octavio Luján, director de Seguridad Pública y Vialidad del municipio de Madera, reconoció su indefensión ante los presuntos narcos. Éstos andan fuertemente armados, viven en residencias inexpugnables, tienen vehículos último modelo y el dinero de todo el pueblo, pero en dólares; ignoran así a los policías estatales y a los federales, quienes no les despiertan ningún temor, porque saben que los agentes llegan y se van inmediatamente, "pero nosotros estamos (aquí) siempre, frente a ellos", reconoció temeroso.



Ineficaz combate al narcotráfico

El presidente municipal de Madera, José Vázquez, denunció ante la Procuraduría de Justicia del estado, desde el inicio de su gestión hace dos años, la presencia de grupos delictivos en la cabecera municipal, Madera, y en el seccional de Nicolás Bravo, a 40 kilómetros uno de otro.

Esta denuncia fue transmitida a su vez por la Procuraduría estatal a la delegación de la PGR, según precisó el subprocurador de Justicia, Julio César Portillo.

Sin embargo, con la intervención limitada a delitos del fuero común, por parte de la Policía Judicial del Estado y el desdén de la Policía Judicial Federal, los narcotraficantes venidos de Sinaloa siguieron fortaleciendo sus acciones criminales, acrecentando su poder e impunidad.

Se convirtieron, en poco tiempo, en los amos de la región al enviar toneladas de mariguana a Ciudad Juárez y El Paso, Texas, como una célula distribuidora del cártel de Amado Carrillo. Nicolás Bravo era conocido por todos, menos por las autoridades, como "el granero de droga más grande del estado".

Jesús Lugo organizó una eficiente red de tráfico de mariguana y cocaína, y estableció al menos 11 residencias y casas de seguridad en Nicolás Bravo, que servían de bodega y refugio a su familia y asus trabajadores.

En Nicolás Bravo eran los reyes y el terror, ya que a bordo de sus decenas de vehículos último modelo y miles de dólares, seducían a hombres, mujeres y adolescentes a integrarse a sus actividades ilícitas. Quienes se oponían, eran sus enemigos, como los tres hermanos Rico Molinar, acribillados el pasado domingo 12 de agosto.

La policía municipal no los podía detener; "si la PJF y la PJE no les hacía nada, menos nosotros", señaló con miedo el comandante de la policía municipal de Nicolás Bravo, justificando su actitud, merced al raquítico sueldo mensual que recibe de 3 mil 800 pesos y el mínimo seguro de vida por 200 mil pesos que tiene.

Según los habitantes de Nicolás Bravo, la presencia de "Los Sinaloa" y su líder Jesús Lugo, data de 10 años atrás. Desde entonces, varias generaciones han nacido en este poblado, y en su sangre ya traen el temor a los narcotraficantes, por eso "repudiamos al narco", dicen.



Chihuahua, víctima del narco

El estado de Chihuahua ha sido últimamente rehén del crimen organizado, de años atrás, desde que el ex gobernador Fernando Baeza Meléndez llamó a la inseguridad pública "la maldición gitana de su administración".

Con el panista Francisco Barrio Terrazas, la delincuencia generada por el narcotráfico alcanzó una de sus más terroríficas expresiones: las ejecuciones, registradas a plena luz del día y en cualquier sitio de Ciudad Juárez.

Ahora, en la administración del priísta Patricio Martínez García, quien utilizó la trepidante violencia presente, durante todo el gobierno de su antecesor panista como arma electoral que le sirvió a la postre para obtener la victoria, las ejecuciones y matanzas ya no solamente se registran en Ciudad Juárez, sino que se extendieron a todo el estado.

Antes del asesinato de los siete hombres en Nicolás Bravo, se registró otro homicidio múltiple, en la comunidad del Pueblito de Allende, ubicado en sentido contrario de la otra comunidad, al sur del estado.

Durante una fiesta, decenas de sicarios arribaron a una granja familiar, y desde sus vehículos abrieron fuego con fusiles AK-47 en contra de toda la familia, asesinando en el lugar a cuatro personas.

Durante las investigaciones, atraídas inmediatamente por la PGR, se localizaron huellas y evidencias de que las víctimas se dedicaban al crimen organizado, específicamente al narcotráfico.



Tradición y narcotráfico

En Chihuahua se conjugan las tradiciones y el narcotráfico; esta mezcla originó un trágico fin de semana, en la comunidad agrícola de Nicolás Bravo.

El marco de la masacre de siete personas fueron las fiestas patronales; los hechos ocurrieron durante la clausura de las mismas, en una carrera de caballos.

En la entidad está permitido organizar carreras de caballos parejeras, con el cruce de apuestas y la autorización de vender y consumir bebidas embriagantes, ambas sin límite alguno.

Las carreras son aprovechadas por los narcotraficantes para hacer millonarias apuestas en dólares, mientras consumen grandes cantidades de cerveza, coñac, whisky y cocaína.

Su poderío económico les permite socavar y corromper a las policías municipales y estatales, para actuar con impunidad.

En Nicolás Bravo, durante una fiesta patronal, donde el cura del lugar organizó la carrera de caballos, por cuyo permiso pagó alrededor de 20 mil pesos, los de la banda de "Los Sinaloa" asistieron al evento armados, y luego de consumir grandes cantidades de licor, participaron en una pelea que derivó en la muerte con armas de fuego de grueso calibre de siete personas, varios de ellos agricultores.



Tapado el pozo...



Los habitantes de esta entidad han expresado públicamente, a través de los medios de comunicación, su consternación y repudio por los últimos hechos violentos ocurridos en Chihuahua, tras la matanza de varias personas por personas ligadas al crimen organizado: al narcotráfico.

Todos perciben a las autoridades bajo una misma lupa, que existe corrupción en los cuerpos policiacos y actúan siempre "tapando el pozo, luego del niño ahogado", así lo creen y lo dicen los habitantes de Nicolás Bravo.



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