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Narcomenudeo reina en antros

Redacción| El Universal
Martes 02 de julio de 2013
Narcomenudeo reina en antros

FACILIDAD. Los meseros dicen que basta sólo con observar que todos se “levantan juntos al baño” para saber “que ya llegó el pedido”. (Foto: VALENTE ROSAS EL UNIVERSAL )

Dueños de antros de una de las franjas de fiesta más activas de la ciudad revelan que hace dos años llegó nuevas bandas criminales que los han amedrentado. Ahora los narcomenudistas operan desde dentro de los bares, a través de “células” organizadas que no han sido combatidas por la policía

 metropoli@eluniversal.com.mx 

En la colonia Condesa, la extorsión se practica de forma distinta. Los traficantes de droga no piden dinero a cambio de no molestar a los propietarios de un bar. Lo que exigen es permitir que células de narcomenudistas operen al interior de estos establecimientos, de acuerdo con versiones de algunos empresarios que pidieron permanecer el anonimato.

Las células están integradas por hasta cinco personas que, a su vez, tejen una red que puede incluir meseros, personal de seguridad y de los sanitarios, valet parkings y vendedores ambulantes.

Esa red se encarga de vender, particularmente mariguana, cocaína y tachas, a quienes acuden a divertirse.

El mecanismo de extorsión, agregan, ha sido implementado por al menos dos bandas dedicadas al narcomenudeo (cuyos nombres no mencionan) y que operan en la zona, desde 2011.

Antes, reconocen, el control del mercado de drogas pertenecía, en exclusiva, a la organización de Tepito, denominada La Unión.

“Empezaron a llegar a los bares, discotecas y antros, hombres armados a bordo de vehículos viejos. Amedrentaban violentamente (sic) a los dueños del establecimiento, para exigirles que iban a dejar entrar de forma gratuita a un grupo de personas a vender todo tipo de drogas”, indica uno los empresarios que solicitó el anominato.

La presión incluía impedir a miembros de grupos rivales, el acceso a los antros. “Llegó otro grupo de gente a decir que ellos iban a operar en el establecimiento, vimos que había un reacomodo en la gente, las personas que regularmente iban a vender ahora ya no están.

“Hay una pugna entre dos grupos distintos, llegaban con el encargado del establecimiento a decir que ya no dejaran ingresar a los otros, nos querían dejar a nosotros la carga de elegir a quién dejar entrar, al grado de estar amenazados por ambos grupos. Fue entonces que detectamos que había varios grupos que intentaban controlar los establecimientos”, agrega la fuente.

Esa dinámica colocó a los propietarios en una posición difícil: “Eramos como un sándwich de tres panes, porque eran estos grupos más la autoridad. Por un lado, la autoridad nos amenazaba con clausurar el inmueble por no denunciar; y, del otro lado, estos grupos que se disputaban por el territorio. Somos víctimas de tres partes”.

El nuevo “modus operandi”

Los dueños de antros del corredor Roma-Condesa están asustados. Los traficantes que se mueven en la zona los han amenazado de muerte. Por eso permiten que los narcomenudistas ingresen a sus restaurantes, bares y discotecas. Y desde ahí, desde el interior de los antros, controlan la venta de estupefacientes. Se sientan en alguna mesa y piden tragos, como cualquier parroquiano.

En el pasado, nos cuentan algunos empresarios, la comercialización era realizada directamente por valet parkings, meseros, franeleros, vendedores ambulantes, taxistas, motociclistas y personas apostados en algunas esquinas estratégicas. Pero desde hace un par de años, y ante el incremento de los cateos, las bandas criminales decidieron incrustar en el interior de los antros a un líder que controla redes de comercio.

Ahora operan a través de células que venden estupefacientes. Unos están afuera de los sitios, vigilando que no se aproxime la policía. Otros se mueven adentro de los establecimientos: detectan posibles compradores y hacen la venta ellos mismos, o comercian a través de la red de meseros, valet parkings, vendedores ambulantes...

¿Pero por qué cambió el modus operandi? Hace tres años, el grupo criminal conocido como La Unión prácticamente monopolizaba el comercio de drogas en la zona. La mayor parte de los estupefacientes provenían del barrio de Tepito, donde se almacenan grandes cargamentos de drogas.

Pero hace dos años nuevas bandas comenzaron a disputar uno de los corredores de fiesta y droga más activos de la ciudad: el Roma-Condesa.

Desde 2011, un grupo de empresarios advirtió al Gobierno del Distrito Federal que eran amenazados por grupos delictivos, quienes los presionaban para vender a sus anchas en el interior de restaurantes, bares y discotecas.

Se reunieron con el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, quien les pidió denunciar los hechos. Los dueños decidieron no hacerlo por temor a represalias por parte de los traficantes.

Cabezas de perros

“En noviembre de 2012, por lo menos cuatro antros de la Condesa amanecieron con una sorpresa que preocupó al gremio: cabezas cortadas de perro en bolsas de plástico negras y coronas de flores de muerto con el nombre de los dueños. La amenaza era constante: o nos dejan entrar a vender o se mueren”, recuerda uno de los empresarios.

Durante 2011 y 2012, cuenta el dueño de uno de los antros, “llegaban grupos de 20 o 30 personas, algunos armados. Venían en automóviles compactos y viejos, pasadas las tres de la mañana, amedrentando a los propietarios para presionar por la venta de droga”.

Dejar ingresar a los narcomenudistas a los antros implicaba que si la policía realizaba algún operativo en ese momento, los propietarios irían a la cárcel y se les aplicaría la extinción de dominio.

Los grupos delictivos que ahora operan en la zona, nos cuentan los empresarios, utilizan a los valet parkings para escudriñar al interior de los coches de los clientes de los antros: revisan la guantera, la cajuela, toman fotos de documentos y, al parecer, hacen fichas de las personas con mayor poder adquisitivo.

“Profesionalizan” método

Según el Colectivo para una Política Integral hacia las Drogas, los intermediarios entre el cliente y los narcomenudistas han sido históricamente taxistas, vendedores de hot dogs, de chicles, de flores, cantantes, meseros, gente de seguridad, valet parkings y demás personal que ayudan al narcomenudeo para ganarse unos pesos de más, o los consumidores.

Pero el método de comercialización se ha “profesionalizado”: ahora se mueve por células, con objetivos y división de tareas específicas: el líder, el que consigue clientes, el que hace la venta directa, los que cuidan no ser descubiertos.

Toda una “empresa” está moviendo la droga en la Ciudad de México ¿Es una pandilla, un cártel, una banda? Los dueños de los antros no saben o no se animan a ponerle nombre al nuevo grupo delictivo que los tiene amenazados. Todos, sin embargo, coinciden en que hay al menos dos bandas criminales disputándose la venta de drogas en el corredor Roma-Condesa.

La noche es más corta

A las tres de la mañana se escucha una voz trasnochada afuera del Don Quintín: “Vámonos a Polanco”.

Unos treinta más acompañan la escena con vaso de plástico en mano, no están nada resignados con la idea de matar la fiesta tan temprano. Veinte metros adelante, un francés pregunta en español básico ¿dónde hay más fiesta en la Ciudad de México y le da un último trago a su whisky?, en el Wallace Bar. La Condesa ya no es lo que era.

Los dueños de los antros de este corredor de fiesta coinciden en que la afluencia de visitantes nocturnos se redujo entre 40 y 50%, sobre todo en la Condesa. La facturación también se les cayó en porcentajes similares. El cierre tempranero y el constante patrullaje iniciado luego de la desaparición de 12 personas del bar Heaven (Zona Rosa) y el asesinato de cuatro personas en el gimnasio Body Extreme (Morelos) han inhibido la clientela.

Muchos optaron por seguir la fiesta en otros barrios, como Polanco, Anzures o incluso Santa Fe; unos más la siguen en casas. Las luces encendidas de los departamentos de la Roma y la música que sale por los balcones evidencian que nada detiene el ansia de divertimento.

“Después del muerto en el Black, los narcomenudistas desaparecieron, al menos la primer semana. A la segunda regresaron con otras estrategias de venta, más discretos, pero la venta de drogas, principalmente cocaína y metanfetaminas, sigue igual que siempre”, comenta Alberto, propietario de un bar de la zona.

Lucinda Gil es la presidenta del Comité Vecinal Ciudadano de la Condesa y cuenta que entre los vecinos de la Condesa se sabe que en Tamaulipas, Michoacán y Nuevo León se oferta desde droga hasta chicas. No precisa más datos por seguridad, pero dice que franeleros y valet parkings ofrecen todo tipo de drogas a los jóvenes.

Asegura que antes de los hechos del Black, la Condesa recibía unos 10 mil visitantes en un fin de semana. “Nosotros somos 8 mil, por lo que los fines de semana nos duplicábamos con los visitantes nocturnos; hoy ya no se escuchan a los del valet parking rechinando llantas de automóviles ajenos afuera de nuestras ventanas. Con la presencia de la policía nos sentimos mejor, más seguros. Eso sí, sentimos que son muy suaves con las revisiones a franeleros y a los de valet parkings”.

Miguel tiene seis años como valet parking en la zona. Por lo menos cuatro jóvenes se le acercan por noche a pedirle droga. “Yo no vendo y muchos de mis compañeros tampoco, pero la policía nos trata como delincuentes, no son nada amables, nos desvisten, revisan nuestros módulos de trabajo, esculcan donde guardamos las llaves, nos quitan todo lo que traemos en las bolsas, la gente piensa que los narcomenudistas y rateros somos nosotros”, cuenta.

Las ganancias de Miguel han bajado a la mitad. Esta es la peor crisis que le ha tocado vivir desde que comenzó a trabajar en la Condesa, hace ya seis años. “No recuerdo un bajón de gente como éste”, dice el empleado.

“La policía no está ayudando a los establecimientos, corre a los clientes y también a las pandillas; hasta hace un mes, veías jóvenes paseándose en motonetas por las calles de los bares que evidentemente no venían a divertirse a la zona, eran los que generalmente repartían droga o robaban, sobre todo a los que trabajamos aquí. Después de lo del Black y lo de la Zona Rosa, ya no se aparecen, al menos no tan obvios”, dice.

Al empresario Alberto lo obligan a cerrar a las dos de la mañana y sacar a todos los clientes que tenga enfiestados adentro antes de las tres de la madrugada.

“Hasta antes del evento del Black, la calle de Tamaulipas tenía vida hasta las seis de la mañana, hoy, a las tres, ya no hay nadie, si a caso se hace algún tráfico porque se junta la última gente que sale de los lugares y piden sus coches al mismo tiempo, pero nada que ver con la Condesa de antes”, dice.

Sólo un par de lugares lucen con vida pasadas las tres de la mañana. Uno de ellos es el Lemon Club, uno de los más exclusivos de la Condesa, pero pasadas las tres de la mañana escoltas privados comienzan a acercar las camionetas de los jóvenes asistentes.

El Comité Vecinal Ciudadano de la Condesa calcula unas 10 cervecerías, 110 restaurantes y por lo menos unos 20 antros entre Tamaulipas y Nuevo León.

“No existe una cifra exacta porque algunos duran sólo un par de meses y cambian de giro o nombre cotidianamente. Muchos son pequeños bares y los antros se tienen bien ubicados porque son los que concentran más gente y se ubican básicamente en tres calles de la zona, además son los que molestan con concentración de autos, peleas y ruido”, dice Lucinda, del comité vecinal de la Condesa.

EL UNIVERSAL contabilizó 22 antros concentrados en las dos calles con más vida nocturna: Tamaulipas y Nuevo León. Todos cerrando, por el momento, a las dos de la mañana. Dos de ellos, el Zydeco y el Fever, fueron cateados por elementos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), y hoy son parte de las investigaciones en el caso del Heaven.

La Roma aguanta la fiesta

Oaxaca, Orizaba y Álvaro Obregón siguen con vida, cierran a las dos de la mañana en punto. Sólo dos antros dejan de meter gente pasadas las dos de la mañana, pero se aventuran a cerrar pasadas las cuatro: Montes y Walther, éste último clausurado cuatro veces y recién abierto con una fila de 50 personas que pelean por entrar y que esperan a que alguien salga para tomar su lugar.

“Aquí no tenemos tantos problemas como en la Condesa; la policía da más vueltas, es verdad, pero eso no afecta la afluencia de gente, sigue viniendo la misma”, dice Ernesto, gerente de la Cervecería del Barrio, un establecimiento de dos pisos que se encuentra enfrente de la Glorieta de Cibeles.

Igual le sucede a los empresarios originarios de Torreón del Pecado de Noé, otro bar restaurante que agradece la presencia de la policía y dicen que no sienten una baja de asistentes.

Los restaurantes y bares de Álvaro Obregón siguen manteniendo sus mesas llenas de gente que ronda los treinta años y que gusta de cenar y beber en las mesas de banqueta. A las dos de la mañana, los sitios se van vaciando.

La vida nocturna se extingue poco a poco, hasta que sólo puede verse el parpadeo de las luces rojas y azules de las patrullas que avanzan a paso de tortuga en las calles semivacías.

Oasis para el narcomenudista

De 3 mil 600 establecimientos que hay en la capital, mil 100 se ubican en la en la delegación Cuauhtémoc. La mayoría está en la Condesa, Roma y Zona Rosa.

La afluencia en esta zona es de 160 mil personas cada fin de semana, y la derrama económica, se calcula, es de 56 millones de pesos cada fin de semana, de acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Discotecas.

El Colectivo para una Política Integral hacia las Drogas tiene una estimación basada en la Encuesta de Usuarios de Drogas Ilegales en el DF y en una encuesta propia sobre el mercado de drogas en la ciudad. Ellos estiman que el volumen de negocio de la capital es de unos 100 millones de dólares anuales, y que en la ciudad hay unos 100 mil consumidores de estupefacientes.

Carlos Zamudio, investigador de este colectivo, asegura que según datos de una encuesta realizada por ellos, los usuarios gastan en promedio unos 280 pesos semanales en drogas, por lo que multiplicado por el número de usuarios arroja la cifra de 100 millones de dólares anuales tomando en cuenta que el valor de un gramo de cocaína en el DF estaría entre los 120 y los 500 pesos, según la pureza de la coca.

Zamudio señala que las drogas de club son dos: cocaína y metanfetaminas, y su venta es distinta a la de tipo tiendita, donde el usuario llega a comprar directo y donde se esconde y almacena mucha cantidad de droga. Aquí los dealers distribuyen de dos formas: por teléfono, cuando directamente el usuario les llama y ellos transportan pequeñas dosis hasta la puerta de las fiestas o antros, o bien adentro de los establecimientos, contactando al personal del lugar, ya sea a través de la gente que trabaja en los baños, los meseros o el valet parking.

Zamudio agrega otro dato: la aplicación de la Ley contra el Narcomenudeo ha tenido como consecuencia una disminución en el número de detenidos por delitos contra la salud. La tendencia comenzó con al acuerdo que cancelaba los estímulos económicos a los policías que remitiesen detenidos por estos delitos. Pese a la reducción observada, sin embargo, el número de detenidos todavía es alto en comparación con el número de usuarios que conforman el mercado de las mismas, lo que implica una alta probabilidad de que haya usuarios detenidos y procesados por delitos de narcomenudeo; incluso, la PGR señala que parte considerable de las detenciones por posesión, son por posesión para consumo o simple, antes que por posesión para comercio.

Por otra parte, dice, no se observa una mejora en las capacidades de investigación de las corporaciones de policías, ya que las detenciones individuales continúan representando más de 90% —cuando el comercio se realiza entre un mínimo de dos personas. Además, la PGJDF señala que todas las averiguaciones previas iniciadas refieren a personas detenidas en flagrancia y por posesión de marihuana y/o cocaína; tan sólo hubo tres detenidos que también portaban otras drogas: uno metanfetaminas y dos pastillas psicotrópicas.



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