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De $10 en $10 a llenar el cochinito

Gabriela Gutiérrez M.| El Universal
Sábado 04 de mayo de 2013
De $10 en $10 a llenar el cochinito

ESFUERZO. El ahorro hormiga de Alfonso Serna le ha dado la oportunidad para realizar viajes. (Foto: MIGUEL ESPINOSA )

Su secreto está en poner reglas para juntar monedas, como no gastarlas por ningún motivo, revela el odontólogo

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Alfonso entra a la habitación cargando un bote de aluminio. De repente, rompe el silencio con el estruendo de una cascada metálica que sale de la lata y cuyo contenido ahora alfombra el parquet de su departamento, en el norte de la ciudad de México. Son mil 696 monedas, todas de 10 pesos: 17.5 kilos de cobre, níquel, aluminio y zinc, que fueron reunidos en este lugar por dos factores: el azar y los esfuerzos de este odontólogo de 37 años por ahorrar, moneda por moneda.

La historia de Alfonso Serna y las monedas de a 10 pesos comienza hace seis años, cuando estudiaba el posgrado en Ortodoncia, en la FES Acatlán, y un maestro llegó tarde a clase aludiendo que se había retrasado en el banco cambiando 15 mil pesos en monedas, también, de 10 pesos.

“Entonces pensé, ¿a ver si es cierto?”, recuerda. Se dio a la tarea de emular al profesor y antes del año obtuvo el primer fruto: había reunido nueve mil pesos con los que compró unas pinzas especiales de ortodoncia.

Después, también solventados por esas monedas de 10 pesos que iban cayendo en sus manos, vino un viaje (avión y hospedaje) a Tijuana, que le costó 10 mil pesos; una pantalla plana de 32 pulgadas, de siete mil; y más instrumental odontológico, unos seis mil.

Ahora espera llegar a unos 18 mil pesos que le solventarán buena parte de los gastos de una convención en Filadelfia, Estados Unidos: “Por lo menos sale lo del avión y un poco más”, dice.

El ahorro hormiga, como el de Alfonso, es más común de lo que se cree, asegura Luis Lozano, investigador de la Facultad de Economía de la UNAM, especializado en finanzas personales: “Antes las amas de casa buscaban ahorrar a través de comprar cosas baratas o sin marca. De hace unos ocho años para acá, hemos notado que ahora se esfuerzan por tener estos mini ahorros”.

Y es que en este tipo de ahorro influye un factor determinante: el psicológico. “En el momento que alguien te da cambio con monedas, en ese momento ese dinero sale de tu presupuesto, como que lo das de baja, entonces no lo extrañas”, dice Serna.

El bote de los caprichos

El ahorro hormiga, que de entrada se percibe tan espontáneo, cumple con algunas reglas, a las que Alfonso les es fiel: 1) “No las busques, tienen que llegar solas a ti”. 2) “Una vez que te llegan, dejan de existir. No las puedes gastar bajo ningún motivo”. Y 3) “Ya guardadas, no las saques ni las cuentas; da mala suerte”.

Para Serna esta dinámica no es, propiamente un ahorro, sino una manera de que los “gustitos” le salgan gratis. “Ahorrar, para mí, es ponerte una meta y comprometerte con un monto determinado, y también lo he hecho. Pero esto es más como un hobbie, que depende mucho de la suerte. Hay veces que no me llegan monedas de a 10 y veces en las que para pagar algo de 20 pesos con uno de 200, me dan puras de a 10 vuelto. Nunca sé en qué ni cuándo me lo gastaré, pero cuando quiero algo que sale del presupuesto, tomo del bote y problema resuelto”.

Anteriormente, apunta Lozano, los mexicanos evitaban las monedas, las desdeñaban, pero esta tendencia ha empezado a cambiar de unos ocho años para acá, según recopila el especialista en un estudio que dará a conocer en los próximos meses.

Unas 22 millones de personas, estima Lozano con base en cifras del Banco de México, han sustituido al colchón al ahorrar monedas de 50 centavos, uno, dos y cinco pesos. Aunque, como explica el especialista, estos grupos de personas no suelen prolongar tanto tiempo sus ahorros, como Alfonso Serna.

La morralla

Cuando Alfonso va de compras con estos ahorros, no va a las tiendas al estilo Rico McPato, con sus sacos de monedas. Primero pasa a un banco o tienda departamental para que se las cambien por billetes. Y personas como Adriel Oliva, quien trabajó como cajero en una sucursal de HSBC por más de tres años, se encargan de concretar el último paso.

“Atender a los morralleros llega a ser muy latoso. Muchas veces la contadora de monedas se atora o no sirve y es mejor contarlo a mano”, relata Oliva. Por eso muchas veces, a menos de que sea un cliente “VIP”, se les manda a las sucursales “centro de canje” que son las grandes.

Además de los viene, viene y los trabajadores del transporte público, a quien señala Oliva como los principales clientes morralleros, las personas que más acuden a cambiar moneditas son las amas de casa: “Van a cambiar unos 200 pesos en monedas de a 10 y 20 centavos, y me han llegado a decir que las juntan por casi un año”, señala el cajero.

“También me han tocado chavos que juntan bolos de cuatro o cinco bautizos y llegan con toda la morralla. Incluso, alguna vez atendí a una persona que parecía ser un limosnero y cambió 600 pesos en monedas”, agrega.

De acuerdo con el Banco de México (Banxico), una de cada tres monedas que circula en el país es de 10 pesos, denominación que en los últimos 13 años se ha popularizado e incrementado su circulación en 543%.

En total, en México pasan de mano en mano 31 millones dos mil 328 pesos con 30 centavos en pura morralla, una cifra nada despreciable, aunque sean monedas.



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