Peritos protagonizan CSI versión a la mexicana
Si hacemos caso a las series policiacas de televisión como CSI Miami o CSI Nueva York, pensaríamos que los vastos recursos tecnológicos permiten resolver, en cuestión de minutos o lo que dura el programa, los más intrincados delitos. Pero esto más bien pertenece a la esfera del mito que de la realidad, pues a decir de peritos mexicanos, aún no existe en el mundo ciencia capaz de resolver tan enrevesados crímenes en tan poco tiempo.
La entrevista con el director de la Coordinación General de Servicios Periciales de la Procuraduría de Justicia capitalina, Anselmo Apodaca Sánchez, y varios peritos (cuyo trabajo diario es enzarzarse con pequeños tubos de ensayo, computadoras y complejas máquinas), se llevó a cabo en el interior del número 1635 de la avenida Coyoacán, colonia Del Valle, sede de la institución.
“Aparte de que doy clases, en algunas conferencias me preguntan en qué nos parecemos al CSI de Miami, y mi contestación es la siguiente: la única diferencia que tenemos con el CSI es que este programa dura una hora y tiene que resolver el caso en ese lapso, y nosotros no podemos resolverlo en una hora”, indica.
En total son 36 especialidades las que integran dichos servicios de la Procuraduría y cuyos peritos realizan un promedio de 500 mil dictámenes al año. Algunas de las especialidades son antropología, acústica, identificación, balística, tránsito, valuación, mecánica, retrato hablado, química, patología, fotografía, entomología, veterinaria, entre otras.
En la mañana, tarde o noche, los 365 días al año, los peritos analizan sangre, piel, cabellos, medicamentos, drogas y armas que tienen que ver con suicidios, homicidios y toda clase de objetos usados para cometer los más insólitos crímenes.
Quien sirvió de guía para explicar como, a través de estos elementos, los peritos logran desentrañar misterios policiacos fue el propio Anselmo Apodaca.
Sus ayudantes
En primer lugar presentó a un capitán del Ejército (cuyo nombre no fue proporcionado), especialista en armas de fuego. Sus manos sostenían una pistola. Sin embargo, resultó que no disparaba balas sino municiones. Pero a su dueño le servía para amagar a sus víctimas.
A continuación el capitán mostró una pistola de verdad. Previamente, dijo, la había accionado en diversas ocasiones en un estanque de agua y en una estancia acondicionada para reducir al mínimo el estrépito de los disparos. El de balística es uno de los laboratorios más ruidosos de todo el edificio. Para que nadie se alarme, se hace sonar un timbre que anuncia el inicio de las pruebas. Sin embargo, sólo al final de los peritajes, se sabrá a ciencia cierta si se trata de un arma homicida.
Son sólo series
En su turno, el perito químico Noé Tapia Albino, subdirector de Laboratorios de Criminalística, coincidió con Apodaca en que las series de televisión norteamericanas son más ficción que realidad.
Nnos preguntamos si estos programas tienen una parte de ciencia, ya que resuelven los casos en cuestión de minutos. Ahí vemos que una muestra de cualquier cosa la meten a una moderna máquina y en tres segundos está el resultado”, dice.
Enseguida muestra un aparato denominado “Equipo Vivae”, utilizado para la identificación del consumo de drogas. “¿Como qué drogas estamos identificando? Anfetaminas, cocaína y cannabis. Con esta máquina se pueden obtener resultados, de manera simultánea, de 90 muestras”, explica.
También cuentan con un pastillero con casi todas las medicinas habidas en el país. Con apenas media pastilla se pueden determinar sus componentes y si puede quitar la vida a quien la ingiera.
Tras la explicación, Apodaca se mete a otro laboratorio. Se para ante un aparato que sirve para clasificar y cuantificar alcohol en fluidos biológicos (sangre). Gracias a esta tecnología, los peritos saben si una persona falleció o cometió un ilícito bajo influjos del alcohol”.
Enseguida, el guía nos remite ante una máquina capaz de analizar el ADN en forma infalible. De acuerdo a la explicación, un pelo encontrado en la escena del crimen puede servir para determinar a qué región anatómica pertenece.
El resultado del ADN es de suma importancia, sobre todo en delitos sexuales pues, a decir del entrevistado, el agresor deja o se lleva indicios de la víctima y la víctima se queda con indicios del agresor. Refiere que uno de los estudios que les piden a menudo es el denominado “Raspado de Dios”. De acuerdo con el perito, la víctima pudo haberse quedado con sangre, piel, fibra y estos indicios se llevan al laboratorio de genética, y cuyos resultados se acercan con certeza científica la identidad del victimario.
Especialidades clave
De las respuestas de los peritos se desprende que si bien todas las especialidades son importantes, existen dos que no pueden faltar en ninguna investigación: criminalística y fotografía.
Los primeros acuden al lugar de los hechos y toman las muestras tanto de la víctima como del victimario. Hecho lo anterior, las embalan, rotulan y entregan al Ministerio Público que, a su vez, las hace llegar a algunos de los 36 peritos con que cuenta Servicios Periciales.
Son 147 peritos en fotografía, distribuidos, según la importancia, en las 16 delegaciones. Durante el día esta área es una de las más tranquilas, pero en la noche se torna bulliciosa, pues llegan fotógrafos a revelar sus rollos. Se hace así porque las fotografías digitales se pueden alterar, al contrario de las otras.
Al final del recorrido se reunieron en una sola oficina Anselmo Apodaca, Noé Tapia y el perito en biología, Abelardo Inclán Sánchez.
Este último, narra dos casos en que los Servicios Periciales de la PGJDF han sido determinantes para resolverlos.
Evoca el de una mujer desconocida que hace tiempo fue encontrada en un basurero. El MP solicitó la intervención de los peritos, quienes realizaron un análisis vaginal y que dio positivo para el semen.
El perfil genético del semen fue confrontado de manera automática con el perfil genético de la víctima y se determinó que había una relación de parentesco muy alta. De acuerdo con los resultados del análisis, la víctima podía haber sostenido relaciones sexuales, la víspera, con algún tío o primo.
Los familiares que acudieron a identificarla fueron enviados por el MP con peritos de ADN, quienes les sacaron muestras de sangre y de saliva. La conclusión: un tío había violado a la víctima.
Éste declaró a la policía judicial que su sobrina vivía en Chiapas y la había invitado para que viniera al Distrito Federal. En la primera ocasión que tuvo, invitó a la chica a tomar cervezas tras lo cual, abusó sexualmente de ella.
Ante la posibilidad de que lo denunciara, decidió asesinarla.
Un segundo caso que ayudaron a resolver fue el cuádruple homicidio ocurrido el 11 de junio de 2012 en la colonia Del Valle. Fue una orgía de sangre. Al oponer resistencia a ser robada, la familia recibió diversas cortadas en todo el cuerpo.
En total fueron tres los victimarios. El primero en ser detenido fue Juan José Rojas Baez, de 25 años y cuyo cuerpo y ropa estaban manchados de sangre.
Gracias a las pruebas sanguíneas tomadas a Juan José Rojas Baez , se pudo determinar que también había participado en el homicidio Jaime Iván Carranza Baez, primo de Juan José y el cual, con el tiempo, también sería capturado por la policía capitalina.





