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El Frontón México reabrirá sus puertas antes de concluir el año, luego de que autoridades capitalinas intervinieron para solucionar una huelga que le impedía funcionar.

El inmueble actualmente está en fase de “limpieza”; su estructura será remozada para albergar, entre otras cosas, un hotel, indicó Salomón Chertorivski, secretario de Desarrollo Económico de la capital.

La intención, agregó, es convertir el sitio en un detonante de la actividad económica en la colonia Tabacalera y la Plaza de la República.

A su vez, se pretende recuperar un espacio público y generar un corredor turístico que comunique con la avenida Paseo de la Reforma.

El último periodo que operó como frontón y centro de apuestas fue de 1990 a 1996. Se prevé aprovechar el permiso de Gobernación para llevar a cabo nuevamente esta actividad.

“Coadyuvamos con los dueños para que terminaran de resolver sus cosas, los problemas que habían impedido su apertura. Y ya está en limpieza, es una cosa que pronto va a estar funcionando. Debe funcionar”, dijo el secretario de Desarrollo Económico del DF, Salomón Chertorivski.

El funcionario destacó que ha conversado con una delegación de vascos para diseñar proyectos de corte cultural que también puedan apuntalar nuevamente el Frontón México.

El edificio es uno de los emblemas del estilo Art Déco en el DF y tiene 17 años en el abandono por un conflicto laboral. Se construyó en 1929 y tiene más de tres mil metros cuadrados.

Desde 2009, la recuperación del inmueble formaba parte del proyecto para revivir el corredor, que incluyó la remodelación de la plaza y el Monumento a la Revolución, la Alameda Central, Reforma y Garibaldi.

Por ahora, sus puertas y ventanales están bloqueados para evitar actos de vandalismo; el domo corre el peligro de colapso por las lluvias, y parte de la fachada principal está amurallada por la construcción de un estacionamiento en Plaza de la República.

EL UNIVERSAL reveló —el 9 de abril de 2010— que el proyecto de rescate de este inmueble contemplaba un restaurante bar, un sky bar, un casino y un hotel boutique con 20 habitaciones y piscina.

El primer dueño fue el empresario español Moisés Cosío. El lugar lo heredó su hijo, Moisés, y posteriormente lo dejó a Antonio Cosío, actual dueño, quien lo arrendó en 1989 a Miguel del Río; éste acordó una huelga para evitar la quiebra ante una deuda de tres millones de dólares por rentas, servicios y 10 meses de sueldos.