La calle, refugio para chavos de Martín Carrera

RIESGO. En un predio de 900 metros cuadrados viven hacinadas 37 familias, en casas insalubres, muchas de ellas sostenidas por polines desde hace mucho tiempo . (Foto: PERLA MIRANDA )
rafael.montes@eluniversal.com.mx
Para ellos todo es la calle. Pero allá afuera, en los caminos polvosos y grises, sumidos en la penumbra cuando cae la noche, “lo que aprenden solamente es a robar, a drogarse, es un mal ejemplo, las calles”, platica Jocelyn Samantha B., en un paréntesis en su jornada frente al lavadero en la azotea de una vecindad en la colonia Martín Carrera, delegación Gustavo A. Madero.
“¿Cómo no se van a salir si aquí adentro está muy feo?”, dice la jovencita de 22 años y señala hacia el fondo del predio de 900 metros cuadrados en los que viven 37 familias hacinadas, amontonadas, en viviendas de puertas estrechas, que huelen a humedad, con suministro irregular de electricidad, que se ven endebles y algunas de las cuales están sostenidas por polines desde hace muchos años.
Pero afuera, es como el precipicio o un agujero negro donde no hay nada, sólo la calle. No como espacio público de calidad, sino como “jungla”, donde sobrevive el que sabe adaptarse por sí mismo.
Los muchachos que caminan en pareja o en grupitos mueven sus ojos veloces, siempre atentos a todo. Hacen sospechar, inquietar a los transeúntes.
“No hay ningún espacio, todo es la calle. Por eso hay mucha droga, mucho ratero. Lo avientan a uno a las calles, donde no hay dónde divertirse. Allí pasas muchas cosas muy feas, como aprender o ver cómo violan a las chavas por andar en el despapaye, o una bala perdida, los conflictos, las drogas. Es muy feo”, dice.
Hace cinco años, antes de quedar embarazada y procrear al bebé del que hoy se hace cargo, Jocelyn era una protagonista de la calle. Es una sobreviviente del 20 de junio del 2008 en la discoteca News Divine, de la colonia vecina, Nueva Atzacoalco. Allí estuvo ella, transportada por el vaivén mismo de andar en la calle, en el relajo, en búsqueda de un espacio de encuentro. Pero de ese día, la jovencita no quiere recordar mucho.
—El día del operativo fallido en el New’s Divine, ¿por qué fueron ahí?
—Yo fui porque era un lugar donde todo mundo se iba a divertir. No era un lugar malo. A mí me gustaba, era un lugar de diversión, para bailar. Que pasaron otras cosas que no tuvieron que pasar...
—Si no hubieras ido ahí para divertirte, ¿a dónde iban?
—Pues no hay otro lugar. Solamente hacían fiestas, pero en sus propias casas, pero era lo mismo.
—Después del New’s Divine, ¿qué opciones se abrieron para ustedes?
—En realidad, ninguna, no hay nada.
—¿Sigue siendo un lugar sin espacio, para recrearse?
—Sí. No hay nada.
Luchan por vivienda digna
La señora Lucía Palma camina de aquí para allá por la colonia, seguida de sus “compañeros”, como ella les llama, hombres y mujeres con quienes desde hace muchos años se ha dedicado a luchar por conseguir la transformación de la vivienda precaria en habitación formal, de frágil vecindad de los años 40 a condominio digno del siglo XXI.
De acuerdo con un censo de la Secretaría de Desarrollo Social, la zona en la que está incluida la colonia Martín Carrera es de alta marginación, donde 52.80% de las viviendas cuentan con piso de concreto y 47.31% de la población no es derechohabiente de servicios médicos.
La mujer, de fácil palabra, siempre carga con una bolsa en su hombro y con documentos en la mano. Son los casos pendientes de trámites de vivienda. Es trabajadora social, carrera técnica que le ha servido para convertirse en liderazgo en medio de la colonia poblada por personas sin preparación académica, casi todos comerciantes informales, sin estudios, pero con necesidad de alzar la voz.
Aunque Palma y su organización, la Unión Popular Martín Carrera en Lucha, han logrado la construcción de 12 predios en los últimos 20 años con ayuda de instituciones como el Fideicomiso Fondo Popular de Habitaciones Populares (Fonhapo) y el Instituto de Vivienda, todavía insisten para seguir transformando predios, pero su preocupación es otra.
“No sólo es la cuestión de atender la vivienda; si no se atienden las condiciones de vida de la gente, pues nada va a servir; se hace la vivienda (pero) en el entorno empieza a haber problemas de violencia, tanto familiar como en la calle”, dice.
La falta de atención a la colonia Martín Carrera es caldo de cultivo para la delincuencia, sostienen los vecinos.
Carmen Yussif, subdirectora de Programas Preventivos Institucionales de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, asegura que “la falta de espacios pudiera ser un motivo (de la delincuencia), pero no lo es todo, el entorno sí es fundamental, debe ser el adecuado, por eso las escuelas, los parques, los jardines, los deportivos, pero no es un sólo elemento”.
Explica que “en un espacio público deteriorado con falta de iluminación porque no han tenido el mantenimiento adecuado, porque entraron a hacer grafiti ilegal, es claro que ahí puede anidarse los grupos de delincuentes, porque buscan la oscuridad, la no vigilancia”.
Jose Luis Cisneros, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explica que “en la formación de la imagen deteriorada de estos espacios cercanos en la vida cotidiana de la ciudad, la delincuencia logra un impacto particular en la ciudadanía debido a las consecuencias que trae”.
En un documento titulado La geografía del miedo en la ciudad de México, el académico afirma que “si a ello agregamos el resultado de la disminución de las políticas de asistencia social y el efecto de la creciente pérdida de empleos, la falta de oportunidades, el acrecentamiento de la pobreza, la concentración de la riqueza, la marginación y la exclusión de grandes grupos de la sociedad a un mejor nivel de vida, lo que aparece es el dibujo de un mapa trazado por zonas concéntricas que luchan por la supervivencia de los más fuertes sobre los más débiles”.
En su documento, Cisneros incluye a la colonia Martín Carrera dentro de las primeras 10 más peligrosas de la delegación Gustavo A. Madero y dentro de las 100 más riesgosas del DF, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSP-DF), del año 2000.
Yussif complementa al asegurar que ante la delincuencia, es necesaria la organización vecinal con las autoridades locales para el rescate de esos espacios.
La falta de participación vecinal fue evidente en la pasada consulta ciudadana de Presupuesto Participativo, en la que sólo 83 personas votaron por el mejoramiento de guarniciones y banquetas, mientras que sólo 26 pidieron patrullas.
Los jóvenes, en el olvido
José Guadalupe Miguel es un hombre mayor que toda la vida se ha dedicado al comercio, como la mayoría de sus vecinos, pero en sus ratos libres da pláticas a jóvenes con problemas de drogadicción, problema frecuente en Martín Carrera.
“Hacen falta parques o lugares de centros de recreación, programas para los padres. Lo veo así, porque hay mucha violencia intrafamiliar, esto contribuye a todos estos deterioros que hay en la sociedad.
“En sus pláticas, los jóvenes dicen en muchas ocasiones que falta el papá o la mamá, la atención, principalmente, y buscan en la calle lo que en su casa no tienen”, cuenta.
Cisneros también apunta que “un aspecto diferenciador del fenómeno social de la delincuencia en la ciudad es el incremento constante de la participación de jóvenes o agrupaciones de adolescentes que se apoderan de las calles como parte de su hábitat natural, emergiendo de manera considerable en casi todas las zonas de la ciudad.
Palma agrega que “no se generan condiciones de vida en el barrio que permitan que los muchachos tengan una actividad o una esperanza de vida... ¡no pueden vivir en estas viviendas! A los niños que crecen aquí, qué les espera mañana, algunos de los que estuvieron aquí, ahora están en el reclusorio”.
Obras de relumbrón
Lucía Palma platica rodeada de sus “compañeros”, habitantes fundadores de la colonia, quienes, a pesar de ser originarios de allí, temen salir de noche.
“Nos preocupa mucho que se atiendan de manera integral, es decir, que no sea sólo llegar y hacer un centro y quién sabe qué pase después”, dice y señala un kiosko en el centro de la colonia, inaugurado hace meses, pero cuyo jardín hoy está seco, con cascajo, sin vigilancia.
“Nos referimos en especial a las áreas que corresponden a Desarrollo Social, que traten de buscar regenerar el tejido social(...), con la gente de cada barrio, que se nos respete porque finalmente somos los que vivimos las cosas: la violencia, tanto familiar como vecinal, como la que se da en la calle”.
Yussif afirma que la delincuencia prolifera en espacios en donde “los vecinos no están empoderados del espacio, (pero) un espacio donde el vecino se apodera y se empodera, los delincuentes se van a tener que salir, si ya estableciste que en ese parque va a ir tu familia a jugar los fines de semana, hacen competencias, actividades culturales, el delincuente ya no va a estar ahí”.
—¿En la calle pasabas tu tiempo?— se le cuestiona a Jocelyn, sobreviviente del New’s Divine.
—La verdad es que sí, gracias a Dios nunca agarré ningún vicio ni mal, pero sí, en realidad como no hay nada, sí—, responde parada frente al lavadero.
Hace una pausa, recuerda que en la calle se aprende o se ve cómo se viola a muchachitas “por andar en el despapaye”.
—¿Por qué pasa eso, por qué no hay espacios para recrearse?
—Porque en realidad no hay quien se preocupe por los jóvenes o quien vea por un espacio en qué entretenernos—, agrega la joven madre que dejó la preparatoria en el quinto semestre.
—¿Por qué no la terminaste?
—Por andar en el despapaye.





