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José Luis Cardozo ve en el PET, el material del que están hechas las botellas de plástico, la oportunidad de un futuro sustentable para la ciudad.

Aficionado y recolector amateur del PET, el politólogo convertido en ingeniero químico por puro empirismo, ha descubierto que con las botellas de plástico se puede fabricar pintura y así, ahorrar una buena cantidad de dinero y aprovechar los envases que inundan a la ciudad.

De acuerdo con los datos de una investigación al respecto de la arquitecta Elvira Schwansee, realizada entre 2007 y 2008, en la Zona Metropolitana del Valle de México se consumen 600 toneladas diarias de PET, entre refrescos, agua y aceite, lo que significa una cantidad de desechos entre 18 y 22 millones de botellas al día; de ésas, sólo se recupera el 32% entre las plantas de separación del gobierno y los pepenadores de las calles.

“En México, hay muchos acopiadores, porque ya se dieron cuenta de que el PET es de los materiales que más fácil se reutiliza, es muy limpio y lo encontramos en todos lados”, comenta Cardozo.

Cardozo insiste en que esa materia prima sea aprovechada en México y una de las formas para su reutilización es en la fabricación de pintura e impermeabilizante.

“Creo que en México está subestimado el valor de la botella de plástico”, afirma.

Su proyecto consiste en despolimerizar las botellas, es decir, regresarlas a una masa moldeable después de fundirlas, crear una pasta y transformarlas en pintura líquida, a la que sólo se le agrega el ingrediente para colorearla.

La pintura que Cardozo propone tiene propiedades impermeabilizantes y con 10 botellas de refresco de tres litros, se puede producir un litro de pintura. “Pero esto tiene que quedar en manos de una empresa, aunque no se necesitan máquinas sofisticadas, la calidad puede ser óptima”, dice.