Pulsan play y a volar
Encorvado, como si cargara una tonelada en la espalda, Eduardo se dejó caer sobre la cama y a tientas buscó su reproductor y audífonos. Pulsó “play” en el archivo de siempre y subió el volumen a tope para sumergirse en el sonido y drogarse por unas horas.
El estudiante de 20 años repite la rutina casi todos los días: sale de la universidad, va a casa y se induce en cuerpo los mismos efectos que causa la cocaína. Lo aprendió de sus amigos, quienes le abrieron las puertas a un mundo nuevo y peligroso: las “drogas” auditivas.
Consideradas como la nueva moda entre jóvenes, se trata de archivos de sonido descargables en internet que, al ser escuchados, estimulan las mismas partes del cerebro que las “drogas” tradicionales, llevando al usuario a la euforia y placer, pero también a convulsiones que pueden ser mortales.
Funcionan del mismo modo en que se “baja” una canción de la web: se ubica el archivo por el título —como “Marijuana”, “Cocaine” o “Peyote”— y por un pago en línea de entre 5 y 30 dólares, o gratis, se instala en la computadora, en el celular o en un reproductor de música para ser escuchadas una y otra vez.
Las más comunes llevan en su título la promesa de hacer sentir como las drogas de consumo. Se llaman “LSD”, “Heroin”, “Opium” o hasta “Valium” u “Oxy”, que son medicamentos de prescripción. Esta último replica en el cuerpo la sensación de altas dosis de oxicodona, un potente analgésico usado, entre otras cosas, para calmar a animales como caballos.
De acuerdo con la subdirectora de Prevención de Adicciones del Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS), Citlali Melgarejo, estos archivos, cada vez más populares en zonas urbanas, emiten ondas sonoras y pulsaciones cuyas frecuencias golpean el sistema nervioso central.
“Llegan a un área llamada mesolímbica, que controla las emociones y provoca estados como de alegría, euforía, tristeza, relajación, que son comparadas a las que causan las drogas”, dijo.
Sin embargo, la intensificación del sonido directamente a los oídos puede causar desde alucinaciones hasta convulsiones y estados psicóticos “de los que sólo te saca Dios y un excelente internista”, comentó la funcionaria.
“La llevas en el celular”
Su uso se confunde con el de escuchar una canción de moda: los usuarios ubican un lugar callado en el que puedan acostarse o sentarse, se colocan audífonos que aíslen el sonido exterior y se vendan los ojos para ver sólo oscuridad. Así, están listos para alterar su cuerpo si pensar en los efectos nocivos. “Es la nueva era de drogas. Cargas con ellas en tu celular, tu ipod y te pones a volar. Nada de riesgos de cosas impuras o de estar tratando con dealers. Esto es lo de hoy”, comentó Eduardo a EL UNIVERSAL.
Su colección de drogas en el ipod incluye “Cocaine”, “Alcohol”, “Opium”, “Oxy”, “Marijuana”, “Ectasy”, “LSD” y “Toad”; éste último al ser escuchado imita en el cuerpo la sensación de haber consumido DMT, un poderoso alucinógeno que causa un efecto de euforia, pero también taquicardias.
“No es una canción, sino puros sonidos extraños y cuando acaba te levantas todo drogado, según lo que hayas escuchado. A veces bien contento, otras como anestesiado”, contó Ramón, un estudiante con una colección de drogas auditivas que supera los 20 archivos de sonido.
De todos los archivos, “Heroin” es la nueva moda que por 30 pesos reproduce la sensación de euforia, aumento en la temperatura corporal y la resequedad en la boca que causa la heroína.
“Seguido de esa inicia euforia, el usuario entra en un estado que alterna el despertar y la somnolencia. Soñarás mientras estás despierto y estarás despierto mientras duermes. Como ninguna dosis que conozcas. Si has usado nuestra dosis de opio, multiplica esto por diez y apenas estarás cerca”, se lee en una descripción web que promueve la droga auditiva, cuya duración es de 30 minutos.
También existen “Ketamine”, un analgésico de uso veterinario; “Ectasy”, para aumentar el deseo sexual; o “Ritalin”, un poderoso psicoestimulante del sistema nervioso central, usado para tratar el Déficit de Atención con Hiperactividad; entre otras, pero no indican los efectos adversos.
“Alguien compra la droga en internet y nos la pasamos a los ipods o a las computadoras, al fin son puros sonidos y no te estás metiendo nada”, comentó Ramón.
De acuerdo con Melgarejo, éste consumo es tan novedoso que los expertos apenas han comenzado a estudiarlo, por lo que no hay cifras sobre cuántos jóvenes están en esta tendencia.
José Antonio Vanegas, neurólogo en el Hospital General con más de 30 años de experiencia, lamentó que los avances científicos se usen en estas nuevas drogas, cuyos potenciales efectos negativos en el cuerpo apenas están por descubrirse, pues no hay estudios médicos concluyentes sobre ellas.
“De que hay daño, hay. Lo que no conocemos es el grado del peligro, pero lo mismo pueden causar epilepsia como un infarto. Es un trancazo al cerebro”, alertó el experto.
Dichas consecuencias pueden observarse en videos de Youtube en los varios jóvenes se convulsionan o parecen entrar en un trance doloroso cuando usan drogas auditivas tan potentes como “Gates of Hades”, que por 199.95 dólares promete una experiencia cercana a conocer el infierno.
“Rechinido de dientes. Muerte. Destrucción. No hay descanso día y noche. Tormento. Espera pesadillas, experiencias cercanas a la muerte y una fuerte sensación de terror”, es como se describe esta droga auditiva, comúnmente usada entre grupos de jóvenes para divertirse y retarse a resistir los efectos de este archivo.
La falta de información e investigación alrededor de estas drogas ha causado que los usuarios crean que son seguras y son para divertirse.
“Es la pura diversión. Es como cuando vas con tus amigos y te vas con el señor de los toques… nada más. Aparte, como necesitas un espacio en silencio se hace en casas, casi siempre con papás muy cerca. Es seguro”, afirmó Eduardo, cuyo orgullo es que se no se note su uso de drogas.
Pero algo en su delgada figura revela el secreto que guarda en su reproductor de música: su nerviosa manera de mover las manos y de abrir la boca cuando se olvida de todos y se encierra en su recámara con sus audífonos.
El mismo nerviosismo que refleja Ramón, sus compañeros de clase y vecinos cada vez que se reúnen a drogarse a través de los oídos.