a tragedia ocurrida en Japón despertó entre la comunidad de ese país radicada en la ciudad de México el espíritu de colaboración.

A través de dos cuentas bancarias, una de la Asociación Mexicana Japonesa y otra del Liceo Mexicano Japonés, este sector ha comenzado a aportar donativos.

Héctor Kawakami, director general del Liceo Mexicano Japonés, explicó que además de difundir imágenes en vivo de la tragedia entre los estudiantes, se efectúan pláticas en las aulas sobre la importancia del desastre y se ha motivado a los escolares de primaria a recaudar fondos mediante la colocación de monedas en la pista de Tartán. En el auditorio, con capacidad para 560 personas, se efectuaron reuniones con los estudiantes para hablarles sobre la importancia del liderazgo que deben tener en sus familias ante un temblor o desastre.

Además de la frase: “no grito, no corro, no empujo” y de los simulacros frecuentes, se ha inculcado a la población estudiantil tener lista una bolsa con sus documentos y platicar con sus padres sobre los mecanismos que deben tener en casa ante una emergencia.

Para conseguir mayores recursos, se ha programado en abril la realización de un concierto en el Auditorio Nacional, en el que participarán Armando Manzanero y Susana Zavaleta, cuyos fondos serán destinados a la causa.

Hasta ahora, dijo, ninguno de los ex alumnos del Liceo, que estaban con familiares en Japón, y becarios de la Embajada han reportado afectaciones.

Kawakami comentó que existe disposición de algunos padres de familia de alojar a japoneses que decidan refugiarse en nuestro país, pero hasta ahora esto no ha sido necesario. En el Liceo están matriculados alrededor de mil niños, 180 de ellos con el plan de estudios japonés y el resto con los lineamientos de la SEP y de la UNAM, todos han sido preparados para actuar ante un desastre, con la experiencia de Japón, una nación altamente sísmica.

Se estima que en el país radican unos 15 mil integrantes de la comunidad japonesa, de ellos, alrededor de 10 mil se han concentrado en la Zona Metropolitana del Valle de México, como Augusto Mikami, quien ha pasado 68 de sus 77 años en la ciudad.

Este hombre de padres japoneses, pasó sus primeros 9 años en Hiroshima, ciudad que experimentó la tragedia de una guerra y la explosión de una bomba atómica.

Ahora ve el riesgo de lejos y considera a México como un país más tranquilo que Japón para que vivan su esposa, sus dos hijas y sus tres nietos.

Axel Didriksson, ex secretario de Educación del DF e integrante del Instituto de Investigaciones sobre Universidad y la Educación de la UNAM, pertenece al grupo Nikei, conformado por descendientes de japoneses.

Es parte de la tercera generación japonesa y ha efectuado un donativo económico a través del Liceo, además ha contactado a familiares y amigos, investigadores del Grupo de Estudios sobre Educación del Tercer Mundo en Tokio, del cual es miembro.

A sus conocidos lo que más preocupa es la posibilidad de un estallido nuclear porque vivieron el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki y saben lo que significa. A su parecer, la alta organización que tiene Japón ante un desastre es lo que lo está salvando, algo que aún no tiene el DF, a pesar de que también es altamente sísmico, dijo.