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TOLUCA, Méx.— La desaparición y muerte de Paulette Gebara Farah, de 4 años de edad, representó una de las crisis más importante en el gobierno de Enrique Peña Nieto, la cual desembocó en la salida del procurador de la entidad, Alberto Bazbaz.

La mañana del lunes 22 de marzo, Martha Casimiro, asistente doméstica de la familia Gebara Farah, comunicó a los señores Lizette y Mauricio que su hija menor Paulette no se encontraba en la recámara, donde el domingo por la noche se había recostado.

La desaparición de la menor motivó una intensa búsqueda por parte de familiares, vecinos, policías e investigadores de la Procuraduría estatal, en el departamento y edificio del exclusivo conjunto Porto Vita, ubicado en la calle Hacienda del Ciervo de la colonia Interlomas, municipio de Huixquilucan del estado de México.

Nueve días después, 31 de marzo, la búsqueda concluyó cuando un agente judicial de la Procuraduría mexiquense encontró abajo de las cobijas y colchón de la cama el cuerpo sin vida de la menor.

Cuando apareció el cuerpo de la menor, la Procuraduría que encabezaba Bazbaz sumaba a la investigación por desaparición la sospecha de homicidio. Los papás y las niñeras de Paulette estaban arraigados debido a las contradicciones en que habían caído durante las pesquisas.

Durante el arraigo de los padres de Paulette, el entonces procurador Bazbaz solicitó apoyo de diversos especialistas y fue cuando Sandra Yadeum, doctora en psiquiatría legal por la Universidad Complutense de Madrid, aseguró que Lizette Farah tiene una personalidad sorprendente.

“Estamos frente a una abogada, inteligente, audaz, astuta, fría, siempre se ha mantenido muy distante en la parte afectiva, sin apego, que ha mentido. Hay una serie de características que hablan de que estamos frente a un trastorno”, dijo la especialista y entonces las especulaciones no pararon.

Vino entonces el hallazgo del cuerpo de la menor en la cama donde había sido dejada la noches de su desaparición. Con ello se puso en duda la investigación de la procuraduría mexiquense, y más al presentar las conclusiones del caso en las que se determinó que la pequeña siempre estuvo en su cama y no pudo ser encontrada por los peritos que encabezaron la búsqueda.

Mientras tanto, la familia Gebara Farah se dividía. Vinieron acusaciones de ambas partes tras salir de arraigo.

Semanas después Bazbaz reconoció que en la investigación del caso Paulette habían existido errores.

A partir del lunes 22 de marzo, en la cama y habitación donde “desapareció” la menor y posteriormente se le encontró muerta, durmieron familiares y amigos que apoyaban la búsqueda de Paulette y también habrían estado más de ochenta personas, entre representantes de medios de comunicación, policías e incluso el propio Bazbaz.

“El cuerpo de la menor no fue manipulado después de su muerte, es decir, que la menor permaneció en el lugar donde fue encontrada desde que murió. Que el tiempo preciso de la muerte fue 9 días previos a la fecha y hora de la necropsia, lo que demuestra que la menor murió la noche en que llegó de Valle de Bravo o a más tardar en las primeras horas de la madrugada del 22 de marzo”, estableció al dictamen que también selló la suerte de Bazbaz.

El peritaje final sostuvo que hubo un desplazamiento de dirección de cabeza a pies, y desencadenó un accidente que le provocó “asfixia mecánica por sofocación en su modalidad de obstrucción de orificios de la respiración”, es decir un accidente mortal casero... ni homicidio ni secuestro.

El 28 de mayo, Bazbaz renunció a la Procuraduría mexiquense y su sustituto fue Alberto Castillo Cervantes, el fiscal que encabezó las investigaciones del caso. La familia Gebara Farah terminó rota. A tal grado que al entierro de Paulette asistieron por separado los padres de la menor.