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La herencia de ?Palillo?

Marco Lara Klahr| El Universal
Lunes 08 de mayo de 2000

El maestro "Palillo" invirtió mucho de sus años postreros en un "kitch" refugio antisismos. Buscó, para empezar, un solar céntrico pero alejado de construcciones altas e hizo el diseño de una casa que lo mantuviera a salvo de derrumbes. Dejó fluir entonces cuanta ocurrencia, hasta levantar una híbrida "pieza" arquitectónica de ladrillo, concreto, piedra de río y lámina de zinc, decorada con motivos prehispánicos y grecas.

Cuando, a principios de los noventa, una grúa enorme apareció en la esquina de Zarco y Magnolia, la gente se consumía en la incógnita. "Y él respondía según el humor con el que lo encontraban", dice María Guadalupe Velázquez, su última esposa: -¿Qué va a construir? -le preguntaban.

-Un templo... yo soy el padre.

O, sencillamente: -Voy a construir mi casa.

O, una vez que estaba acompañado de dos de sus hijas y se le se le acercaron unas muchachas de por acá: "-Será una casa de prostitución. Estás -dijo, refiriéndose a sus hijas- ya se inscribieron; ¿quieren inscribirse ustedes?

Aquella grúa, en realidad, vino al corazón de la colonia Guerrero para ensamblar el domo de lo que semejaba una nave industrial, al centro de un predio de casi 400 metros cuadrados que Jesús Martínez "Palillo" y su mujer habían comprado a resultas de los sismos que devastaron la ciudad en septiembre de 1985.

--De siempre -advierte María Guadalupe Velázquez-- mi esposo tuvo temor a los temblores; le tocó el de 1957, cuando personas allegadas a él murieron del susto. Y al ocurrir los de 1985 vivíamos en un departamento de Reforma 157, en un edificio al que no le pasó nada, pero cuyo entorno se vino abajo. Se cayó, por ejemplo, una parte del hotel Hilton.

"Llegamos el 16 de septiembre (1985) de una gira para estar unos días en la ciudad. Sentimos el primer temblor del día 19, pero no imaginamos lo que había pasado. Atravesamos Reforma hacia el Vips que están en la esquina de Insurgentes, y vimos la parte trasera del Hilton convertida en tres metros de escombros. Frente al hotel había gente que iba llegando para hospedarse y se quedó de pie en el camellón, con sus maletas, viendo el desastre."

El cómico "Palillo" se aterró. Ocho días después de la tragedia partió al Sureste, otra vez de gira, para no volver sino el 16 de diciembre y hospedarse en un hotel de Polanco: --No quería vivir en un departamento para nada-evoca su viuda--. Casi todo el año siguiente (1986) lo pasamos en Guadalajara. En 1987 abrimos la Carpa México y desde entonces y hasta 1991, no obstante que teníamos el departamento, vivimos en un hotelucho de por aquí cerca... "San Martín" se llama.

A Zarco y Magnolia, que distaba tres calles de la Carpa México (hoy desaparecida), llegaron a residir el cómico y su esposa a finales de 1991. La fachada angular, gris, con altorrelieves de concreto formando grecas y motivos aztecas, sobresale en un entorno de destartaladas construcciones y tráfago populachero.

Pomposamente, Alfredo Catani, amigo y colaborador de don Jesús Martínez "Palillo" llama Anahuacalli a esta casa, equiparándola con la joya arquitectónica de piedra volcánica que Diego Rivera construyó en el sur de la ciudad, que donó a la nación en 1955 y que hoy alberga su colección de piezas arqueológicas.

Nada que ver.

Aunque, para Catani, "recientemente vino gente de Yucatán y nos dijo que Palillo´ reprodujo, sin proponérselo, el (castillo de) Kukulkán y algunos números mayas".

Como sea, el cómico gastó su buena plata en una casa que, según aceptan María Guadalupe Velázquez y Catani, hoy a los potenciales compradores "les interesa sólo por el terreno". Y es que no tiene funcionalidad: a los costados se hallan las habitaciones y los servicios; al centro, por lo menos 60 por ciento del espacio lo ocupa el refugio antisimos.

Se trata de un amplio salón alfombrado de verde, pintadas las paredes de blanco y verde, con ventanas en ambos costados y una bóveda de lámina recubierta de zinc que en la parte más alta se eleva unos seis metros del piso. Todo decorado con altorrelieves basados en dibujos producto de las ocurrencias de "Palillo".

El cálculo de éste era que, frente a la eventualidad de un sismo, lo peor que podría ocurrir sería que se vinieran abajo las paredes (que tienes dos bloques de ladrillos recubiertos de piedra de río) y entonces la bóveda caería al piso dejando un hueco (porque es semicircular) en el que los habitantes de la casa quedarían a salvo: Siempre confió en que si temblaba se metería aquí para salvarse de ser aplastado. Por ello puso también dos camas en la parte posterior, de manera que tuviéramos dónde dormir en caso de emergencia, expresa su viuda.

Pero, además de un reducto del tamaño de su miedo, al final de la vida "Palillo" dio vuelo a sus afanes de constructor empírico; era el final del recorrido que lo había llevado en los cincuenta a diseñar la Ciudad Deportiva y durante su vida a soñar un Distrito Federal sembrado de teatros populares: Siempre hizo maquetas, tanto para la Ciudad Deportiva como para esta casa, pero también de carpas, pues tenía la idea de que hubiera teatros populares en todas partes.

Al final, sin embargo, Jesús Martínez "Palillo" disfrutó su escondrijo sólo dos años durante los cuales estuvo enfermo. Murió en 1994 y seis años después su "Anahuacalli" es puesto en venta. Dos millones 500 mil pesos tendrá que pagar quien lo pretenda. María Guadalupe Velázquez tiene la esperanza de que alguien se interese en abrir ahí un restaurante, pero sabe que podría ser la picota la que ría al último.



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