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El Ángel: símbolo del DF y de su hundimiento

Sara Pantoja| El Universal
Lunes 13 de septiembre de 2010
El ngel: smbolo del DF y de su hundimiento

AHORA. En un siglo ha sido necesario construir la escalinata debido a que la zona que rodea el monumento se hunde, pero la columna no. (Foto: )

El pasado lacustre del valle de México y la extracción de agua del subsuelo son las causas

 

 

La ciudad de México se hunde entre ocho y 37 centímetros en promedio cada año. Y la columna del Ángel de la Independencia, inaugurada hace 100 años, es el testigo más fiel de este fenómeno que ha padecido la capital desde su fundación.

Símbolo de los festejos del Centenario de la Independencia hace 100 años, ahora tiene una escalinata de al menos 10 peldaños más que lo originalmente construido, debido a que todo alrededor se hunde, excepto la columna.

De acuerdo con José Luis Hernández Dehesa, director del Atlas de Riesgo de la Secretaría de Protección Civil del gobierno del DF, la columna del Ángel de la Independencia se basó en los cimientos de unos 300 pilotes de madera, hincados uno junto del otro y apoyados en una capa dura, a 30 metros de profundidad. Arriba se construyó el monumento en forma de obelisco plano y se inauguró en septiembre de 1910 para conmemorar los 100 años de Independencia.

Sin embargo, el suelo que lo circunda se empezó a hundir y los pilotes salieron a la superficie. Por ello, fue necesario colocarle los escalones adicionales.

No obstante, hay especialistas que aseguran que el monumento de la Independencia ha sido favorecido por el hundimiento de la ciudad porque es más armónico arquitectónicamente. Antes era un obelisco muy plano, ahora dicen que armoniza mejor con la escalinata porque ahí el hundimiento es de tres metros desde que se construyó.

Pero el Ángel es sólo un ejemplo de una ciudad que se hunde. Estudiosos del suelo lacustre sobre el que está asentada la ciudad aseguran que hay zonas que se hunden más y más rápido que otras, y dejan rastros evidentes. En cambio, el movimiento en otras es tan pequeño que resulta casi imperceptible.

Lo cierto es que los grandes edificios coloniales de la zona centro de la ciudad de México y las inclinaciones que se perciben a su paso son los que más tienen presente una de las consecuencias de que los mexicas y españoles hayan decidido fundar aquí el centro económico, político y social de México y que se conserva así después de los siglos.

Desde la fundación

El hundimiento de la ciudad de México comenzó prácticamente desde la fundación de la gran Tenochtitlán. Hernández Dehesa asegura que los primeros indicios de este fenómeno en el valle de México datan del año 898.

“El hundimiento de la ciudad data desde su origen. Si nosotros visitamos el Templo Mayor nos vamos a dar cuenta de que el efecto del hundimiento se aprecia en las sucesivas etapas constructivas de los edificios prehispánicos”, dice.

Cuenta que en aquellos momentos en el imperio azteca se conocía el fenómeno y aunque se ignoraban las causas, los pobladores “se enfrentaron a él y lo fueron resolviendo de una manera híbrida, con las cuestiones teológicas y le hicieron etapas constructivas aprovechando que las estructuras se les iban bajando”.

En el periodo del emperador Nezahualcóyotl, se construyó un gran albarradón –o muralla de tierra, postes y lodo– que corría por lo que hoy es la avenida Circunvalación y San Lázaro, de lado a lado de la ciudad, para separar el agua dulce de la salubre y hacer más funcional el líquido para sus habitantes. De esa división se originó lo salubre de lo que fue el lago de Texcoco.

Conquista sobre agua

De acuerdo con Hernández Dehesa, con la llegada de los españoles a la Nueva España y la guerra de conquista, se buscó que el valle siguiera siendo la capital y el centro político. Uno de los acompañantes de la expedición de Hernán Cortés era el alarife o maestro de obras Alonso García Bravo. A él le encargaron realizar la primera traza de la nueva ciudad a semejanza de las ciudades españolas.

Él fue uno de los primeros en darse cuenta de los problemas de hundimiento de la ciudad de México.

“Se dice que si nos hubieran conquistado los holandeses o italianos, la ciudad de México se hubiera conservado lacustre, pero nos conquistaron los españoles y empezaron a hacer la ciudad reticular como las españolas de aquella época”, asegura el especialista.

Entonces, para que cupieran las edificaciones bajo ese régimen arquitectónico, los canales se tuvieron que secar y se comenzaron a rellenar con los escombros generados por la propia guerra. Así, la ciudad empezó a crecer con las construcciones de los edificios coloniales y la actividad de supervivencia.

Ese crecimiento fue desecando a la ciudad lacustre y los suelos mostraron distinto comportamiento. “La isla se empezaba a hundir y para evitarlo, le echaban material arriba”, cuenta el especialista quien agrega que esa situación prevaleció durante la Colonia y hasta los inicios de la Independencia.

La gran inundación

“Los hundimientos de la ciudad se fueron dando conforme el cieno –o lodo blando que forma depósito– del lago se va enjutando o secando”, explica el especialista en referencia a la extracción del agua del fondo del suelo que luego genera el fenómeno de consolidación.

Agrega que debido a que las obras hidráulicas para ese entonces eran muy limitadas, fueron insuficientes para detener la gran inundación registrada en el DF el 20 de septiembre de 1629, cuando llovió durante 36 horas ininterrumpidas sobre la ciudad de México.

Actualmente, en la esquina de las calles Madero y Motolinía, en el Centro Histórico, aún queda una prueba de aquella tragedia: una cabeza de león de piedra colocada justo a la altura que alcanzó el agua aquel día. Según el funcionario de la Secretaría de Protección Civil “es el primer gran evento que se tienen tiempos de la Colonia y es el primer efecto del hundimiento de la ciudad”.

Cuenta que durante una excavación en la que participó en los años 80, se encontró una capa de material arenoso de 30 centímetros y calcularon que “al menos después de la inundación en ciertas áreas del Zócalo, en la ciudad había al menos dos metros y medio de terreno que se había hundido”.

La razones

Las calles, las casas, los edificios y los monumentos demuestran lo innegable del hundimiento de la ciudad de México. Pero, ¿por qué se hunde?

Según José Luis Hernández Dehesa, uno de los especialistas de la Secretaría de Protección Civil del gobierno capitalino que más sabe del tema, la ciudad se hunde por dos causas. La primera tiene que ver con la consolidación “unidimensional” que se da como un proceso natural: “donde hay un lago y se seca, el suelo se va enjutando”.

Se trata de un fenómeno natural de envejecimiento del suelo que se va dando a lo largo del tiempo.

“A eso irremediablemente estaba condenada la ciudad de México”, asegura.

El otro factor de los hundimientos constrantes en el valle de México está relacionado con la mano del hombre y el crecimiento de la ciudad. El especialista retoma la justificación de Nabor Carrillo –“una de las glorias de la mecánica de suelos del país y del mundo”, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México– que desde 1946 aseguró que la extracción de agua de los pozos aceleraba el hundimiento de la ciudad.

La razón es sencilla: mientras la ciudad crece, necesita de más agua y ésta se extrae del subsuelo.

“La construcción no es la causa del hundimiento, sino el crecimiento de la ciudad que propicia la necesidad de más agua y hay que bombearla. Cuando bombeamos, estamos sacando el 68% del total del caudal de los pozos”, comenta el funcionario local.

El periodo crítico

Hernández Dehesa asegura que el periodo “crítico” de hundimiento de la ciudad, es decir, cuando se hundió más rápido y más fuerte, fue en los años 50 y hasta los 80. “El testigo más palpable es que en la zona central la ciudad de México: se hundió cinco metros, entre 1950 y 1980. Y se debió al mismo efecto: la grave explotación de pozos”.

Agrega que durante esas tres décadas, el sitio que más se hundió de la ciudad fue el ejido llamado San Gregorio, ubicado entre Canal de Chalco y la zona de Xochimilco, donde se registró un hundimiento de cuatro metros, mientras que en la ciudad en general, incluida la zona centro, se registró uno de cinco metros en promedio para todo el valle.

Estas mediciones se obtuvieron debido a que la década de los 50 se hicieron mediciones muy aceleradas del suelo que alcanzaron los máximos valores. En ese entonces, se hacían con topografía simple, tomando como datos el medidor ubicado en el cerro de Atzacoalco. Ya después vendrían las tomas satelitales implementadas por el Instituto de Geofísica de la UNAM desde 1997.

Obras no afectan

Y aunque el funcionario asegura que las múltiples obras viales, de transporte público, de inmuebles y demás proyectos que realiza el gobierno local en esta administración no influyen en el hundimiento de la ciudad, vecinos de diversas colonias han salido a las calles a denunciar que las obras provocan hundimientos y, en consecuencia, daños estructurales en sus viviendas.

Los ejemplos son muchos: en la delegación Tláhuac con la construcción de la línea 12 del Metro, en Vallejo por la línea 3 del Metrobús, en Coapa por el distribuidor de Muyuguarda, en Zaragoza por la renivelación de la línea A del Metro, por mencionar algunos. Él insiste: “Sería incorrecto decir que las obras de la línea 12 del Metro inciden sobre el hundimiento de la ciudad de México”.

A su modo de ver, tampoco afecta la construcción de más viviendas o vías rápidas para los vehículos en la zona metropolitana, pues insiste, el hundimiento es parte de un fenómeno natural que continuará porque ese es el destino de una ciudad como la de México.

 



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