Pierden negocio y sufren por sobrina tras la explosión
La explosión en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa por la fuga en una pipa de gas afectó doblemente a la familia de Araceli Carrillo. Su pequeña sobrina resultó lesionada en el estallido, por lo que fue hospitalizada, mientras que se quedaron sin su fuente de ingresos, pues tenían un local en el mercado contiguo al nosocomio, inmueble que también resultó dañado por la explosión.
Como informó EL UNIVERSAL el 30 de enero, Andrea, sobrina de Araceli, fue una de las recién nacidas que sobrevivió a la explosión. Estaba hospitalizada en el Materno Infantil por una complicación en los pulmones, de la cual se recupera. Luego de la explosión fue trasladada al Hospital ABC de Santa Fe, junto con otros nueve bebés.
Andrea —de ocho días de edad al momento de la explosión— sigue en terapia intensiva, pero su salud mejora. Su mamá, Gabriela, de 19 años, se encuentra a salvo porque ya no estaba en el hospital el día del incidente.
“La niña ya está estable, le retiraron una de las tres sondas que tenía, está evolucionando”, aunque aún no hay una fecha para que la bebé sea dada de alta, expresó Araceli, quien añadió que no tendrán que cubrir ningún gasto del hospital, de acuerdo con lo expresado por el director del mismo y por el gobierno federal.
La joven de 26 años de edad ahora recuerda con humor que el día de la explosión, por no portar su pulsera de identificación, los doctores nombraron como Romina a su sobrina; pero los familiares reconocieron a la pequeña y las pruebas de ADN confirmaron el parentesco entre Andrea y sus padres.
El problema de salud de la niña es el principal, pero no el único luego de la explosión. La taquería administrada por Araceli y su madre, Lilia Flores, ubicada dentro del mercado Contadero no está en condiciones de operar, pues la estructura del centro de abasto se dañó con la onda expansiva y prevén que sea demolido.
Ambas refieren que aún no conocen los daños en el local, sólo les queda sacar sus pertenencias del lugar, igual que los 78 locatarios del mercado que empezaron a extraer mercancías y herramientas de sus puestos.
De la taquería dependen económicamente unas 12 personas. “Se vendía muy poco, pero íbamos al día y sí salía (el dinero) para sostenernos”, expresan las afectadas.
De forma provisional, la familia instaló un puesto de tacos de cecina y longaniza afuera de su casa “en lo que salimos de este problema”, comentó la señora Lilia.
Araceli Carrillo pide a las autoridades que se defina lo antes posible un plan para ser apoyados.
“Que nos reubiquen, que nos consigan un espacio o nos ayuden con dinero, para saber qué hacer. Mi mamá va al corriente, ha pagado impuestos, tiene sus papeles y cédula en orden”, exigió la joven.