Lupita se aferró a la incubadora y a la vida
Video. Guadalupe salvó la vida de milagro. Una silla protegió su cabeza del derrumbe tras la explosión por una fuga de gas en el Hospital Materno Infantil y hoy conoció a los rescatistas que la salavaron. Mira la historia.

Guadalupe fue dada de alta ayer; dio las gracias a los paramédicos y sus compañeros por ayudarla cuando sucedió el siniestro.. (Foto: PATRICIA JUÁREZ. EL UNIVERSAL )
ruth.rodriguez@eluniversal.com.mx
Eran las 7:15 de la mañana del jueves 29 de enero cuando la enfermera Guadalupe Castañeda Salgado intentaba sacar a un bebé de su incubadora y escuchó un fuerte ruido. Ya no supo más de ella.
Estaba a media hora de que fuera relevada de su turno en el área de neonatos del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, donde había ocho bebés, algunos de ellos graves. Junto a ella estaban dos compañeras más, quienes trataban que el fuerte olor a gas que se percibía no entrara al área donde estaban los pequeños.
Una de mis compañeras, narra Lupita, puso una compresa humedad bajo de la puerta para impedir el paso del gas. Yo, recuerda, estaba con mi neonato cuando se vino la explosión.
“Cuando desperté estaba bajo los escombros, me dolía todo, no me podía mover, tenía clavada una varilla. En ese momento dije: ‘Dios mío, si en este momento es la hora de marcharme acepto lo que tu decidas’”, evoca.
Los paramédicos de la Cruz Roja Carlos Ceja y José Ramos, explicaron que cuando llegaron al Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, les sorprendió la escena de devastación que sus ojos veían, a pesar de que su experiencia los ha hecho enfrentarse a grandes percances como los sismos de 1985 y la explosión de una salchicha de gas en San Juan Ixhuatepec.
“No se despegó del bebé”. A Lupita se le había caído un muro de piedra completo que pesaba más de dos toneladas, pero lo que le salvó la vida es que una silla y una charola que se usa para gineco-obstetricia, fueron los que le protegieron la cabeza y gran parte de su cuerpo.
El paramédico Carlos Ceja recuerda que cuando la sacaron entre las piedras y las varillas, ella abrazaba la incubadora.
“Prácticamente estaba pegada a ella. En todo momento protegió a ese bebé, que también se le dio los primeros auxilios en la ambulancia de terapia intensiva de la Cruz Roja, en donde fue ventilado y por lo que nos comentan se salvó”, señala el paramédico.
La enfermera estuvo internada siete días en el Hospital de la Cruz Roja porque tuvo tres fracturas en el brazo derecho, en las zonas de radio muñeca y meñique.
Otra más en un dedo del pie y heridas en la cabeza que tuvieron que suturar. Además de una herida expuesta en la cara.
La enfermera, con 21 años de experiencia, regresó ayer a darle las gracias a los paramédicos, médicos y enfermeras que le ayudaron a salir de los escombros.
Fernando Suinaga, presidente de la Cruz Roja Mexicana, le entregó una despensa de apoyo y dijo que en el día de la tragedia esta institución realizó 17 traslados a diferentes hospitales.
Lupita afirma que esta pensando en demandar a los responsables de esta tragedia, y dice que nunca les pidieron evacuar las instalaciones.
Ella lleva laborando en este lugar 10 años y piensa que por trabajar en el turno de la noche, nunca hubo simulacros de evacuación, ni tampoco el lugar tenía salida de emergencias.
La reportaban grave. Sobre los neonatos, comenta que algunos, por tener la piel muy sensible, no se les colocaba la pulsera de identificación, sino se les pegaba en la cuna. “Estaban perfectamente identificados, quién se iba a imaginar que el hospital explotaría”, comenta la mujer quién tiene un hijo, Josué de 16 años de edad y está con casada con David, que es obrero.
Su esposo comenta que cuando se enteró de la explosión se puso muy nervioso y de inmediato se fue al hospital, donde no podía creer lo que había causado la explosión y fue por un familiar que supo donde estaba su esposa.
“Al principio me la reportaban muy grave, y después me la pudieron estabilizar”, comenta.
Lupita, como la conocen sus colaboradores, dice que no ha tenido contacto con casi nadie de sus compañeros y que no se ha enterado de las dimensiones que dejó la explosión debido a que el psicólogo le aconsejó hacerlo hasta que estuviera preparada.
Por el momento, la mujer, de 38 años, sobreviviente de esta explosión, afirma que “hoy le doy gracias a Dios por estar con vida” y que ha decidido, en esta nueva oportunidad de vida que tiene, dedicarle más tiempo a la gente que ama.





