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Análisis. ¿Medidas poco útiles?

José Sarukhán| El Universal
Jueves 19 de junio de 2014

No conozco los razonamientos de las nuevas medidas para restringir la circulación de vehículos en la Ciudad de México, pero me temo que no los hay convincentes por las razones que detallo más adelante. El costo de medidas como esas lo cargan la sociedad y la ciudad. Casi seguramente incrementará la venta de vehículos para quienes no pueden resolver su movilidad por transporte público y habrá aun más autos en circulación al final de cuentas: viejos y nuevos; quizá es bueno para la economía de las automotrices, pero malo para la vida urbana y el medio ambiente.

Hay varias medidas con poco costo económico para el Gobierno del Distrito Federal y los ciudadanos, que producirían cambios significativos en las emisiones vehiculares y en la mejoría de la circulación (no sólo los sábados sino todos los días) que alcanza ya niveles de coagulación insufribles cuyos costos son enormes, no sólo en horas/persona dilapidadas sobre el asfalto, sino también de equilibrio emocional y en la capacidad para apreciar los esfuerzos eficaces de la política urbana. Mencionaré dos de las varias medidas que mejorarían el problema que se quiere remediar restringiendo aun más el uso vehicular.

La primera es cero tolerancia —real— en las emisiones de los autos. No hay un tramo del camino que recorro a diario de mi casa al trabajo en que no vea numerosos vehículos que flagrantemente emiten humo de todas las tonalidades, muchos de ellos pertenecientes a dependencias gubernamentales, ya sean de la ciudad o federales. No se requiere emitir humo por el escape para incumplir con la norma de emisiones vehiculares. Por conocida, me ahorro describir la razón de este hecho.

Una segunda medida: ¿Por qué no se empieza por ordenar en serio la caótica circulación vehicular de la Ciudad? Una gran proporción de los congestionamientos y atasques (y consecuentemente emisiones de gases efecto invernadero [GEI]) ocurren porque los conductores (particularmente los colectivos) bloquean los cruceros aun cuando no hay forma de librar el crucero y dejar libre la intersección de las calles para que quienes circulan por la calle transversal. ¿Por qué no imponer multas severas a quienes bloquean las intersecciones de cruceros muy transitados a pesar de que es claro que no podrán cruzar al otro lado del mismo? En varias ciudades (Nueva York, por ejemplo) esto se penaliza y con multas dobles o triples en cruceros críticos. Casi todos los cruceros de nuestra ciudad están profusamente decorados con líneas blancas y amarillas que para lo único que parecen servir es para darle un contrato de construcción a alguien, porque ciertamente nadie los respeta o, peor aun, los hace respetar ¿Por qué no inician los gobiernos del Distrito Federal y de los estados conurbados una campaña seria de educación y concientización dirigida a los automovilistas? ¿Por qué el uso del cinturón de seguridad sí “pegó” y la civilidad en el manejo no?

El resultado es que con ello las autoridades incumplen con su responsabilidad de educar cívicamente a los ciudadanos en su comportamiento y convivencia urbanas, en especial cuando se trata de uno de los problemas más severos que enfrentamos: el ambiental. Por desidia, ineptitud, conveniencia política y otras lindezas, se ha creado un golem multicefálico, cuyos efectos generan un círculo vicioso de degradación urbana y desánimo ciudadano para comportarse con normas de convivencia adecuadas, instrumentando normas que hagan de la ciudad un entorno hospitalario y amable para sus habitantes.

Coordinador Nacional de la Conabioe investigador emérito de la UNAM



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