Análisis. Madero peatonal, una historia de éxito
ACEPTACIÓN. Los fines de semana, por la calle pueden pasar hasta 200 mil personas por día . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Madero es el mejor eje articulador entre los dos espacios emblemáticos más importantes del Centro Histórico de la Ciudad de México; la Alameda Central y la Plaza de la Constitución o Zócalo, desde su traza colonial, fue naturalmente el acceso poniente a la ciudad, prácticamente su puerta de entrada.
Así lo ha sido y su peatonización en 2010 detonó tal vocación, que ya había experimentado en determinadas circunstancias; desfiles, entradas triunfales, manifestaciones sociales y políticas, por ella han pasado los personajes más importantes en la historia independente del país y ha sido fiel testigo de múltiples acontecimientos: Agustín de Iturbide, Benito Juárez.
Madero, por cuya calle entró al Zócalo Pancho Villa —y quién la bautizó así—, también Zapata, y muchos otros personajes.
Debido a su estratégica ubicación se asentaron ahí edificios de gran importancia y calidad arquitectónica en diversas épocas; conventos, hoteles, palacios. Desde la Torre Latinoamericana —puntal que la señala y referencia urbana obligada— hasta el Edificio Guardiola del Banco de México; la Casa de los Azulejos; el Templo de San Francisco, fiel testigo de una parte de lo que fue el inmenso convento del mismo nombre y que ocupaba casi toda la manzana; El Palacio de Iturbide; El Templo de La Profesa, La joyería La Esmeralda; Los hoteles Ritz y Majestic, entre muchas otras joyas arquitectónicas.
Conocida como San Francisco, Plateros y después Madero, es la cuna de las joyerías, ahora diversificada con ópticas, restaurantes, cafés, fruterías, tiendas de moda, librerías, oficinas, museos y edificios de vivienda, absoluto mestizaje de comercios que ofrecen gran variedad a quien por ahí deambula. En un tramo de 800 metros que corren desde el Eje Central hasta el Zócalo hacemos un paseo por nuestra historia, por nuestro rico patrimonio cultural en un corredor peatonal y comercial magnífico.
La decisión de hacerla peatonal se tomó en 2010 con motivo de las conmemoraciones por el Centenario de la Revolución Mexicana, al formar parte de un proyecto general para restituir un eje urbano formidable, hasta el momento olvidado; una línea que parte desde la Plaza de la República hasta la de la Constitución; 2 kilómetros que vieron ampliar banquetas, iluminarse, recibir fuentes y vegetación para gozar de la ciudad caminando, en bicicleta o para quienes se les dificulta caminar ofrecerles el préstamo de sillas de ruedas a lo largo de Madero, una contundente recuperación de un espacio público incluyente.
Debemos reconocer que el resultado nos rebasó, la respuesta de la ciudadanía fue mayúscula. Cruzan por ella un promedio de 120 mil personas a diario y en los fines de semana 200 mil cada día.
Éxito urbano, cultural y comercial desbordante, a su vez se convirtió en la calle mejor iluminada de la ciudad, fue el parteaguas para potenciar la iluminación peatonal y no sólo la vehicular, hecho que propició que se extendieran horarios y la vida urbana nocturna con seguridad.
Como metáfora he comentado que esta experiencia ha sido como el de abrir válvulas cerradas: ahí han estado siempre, oxidadas, basta atreverse a abrirlas, lubricarlas, renovar empaques y el torrente fluye; fluyen las masas de habitantes que desean una ciudad más amable; fluyen los visitantes que la quieren conocer; fluye la actividad económica; fluye la inversión en el patrimonio. Abrimos la llave, ¡que se abran muchas más!
*Ex titular de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi)