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Con 25 hojas de maíz, las manos artesanas de María Rosilda Palma diseñan el Niño Pa; el niño milagroso de Xochimilco.

Los utensilios son simples: hojas de maíz, silicón y alambre, además de poner creatividad, amor, paciencia y pedir el permiso del Niño Pa para que se deje elaborar, son los ingredientes que necesitó María quien se tardó tres días en terminarlo.

Cuenta que el primer día fue el más difícil “porque el niño no quería, no se dejaba. Hasta que le pedí permiso y me lo concedió”.

El cuerpo del niño está hecho de hojas de maíz, la cara de barro y madera, materiales comunes que en este caso se volvieron duros de manejar.

Un torno para trabajo industrial no pudo agujerar la base del rostro del Niño Pa, tampoco las manos de María lograban acomodar las hojas, la desesperación estaba llegando hasta que la mujer hizo lo que debía.

“Le pedí que me diera facilidad en mis manos para poder hacerle su rostro, para que quedara hermoso y finalmente todo estuvo más fácil”, contó la artesana.

Para María la creación del Niño Pa ha sido de lo más complicado que ha hecho, pero también lo más satisfactorio por tratarse del patrono de Xochimilco, su tierra, y porque confía en que su realización es un buen augurio.

El ritual de los tamales

“El Niño Dios siempre ha estado relacionado con el maíz, por ello el 2 de febrero se comen tamales y atole, que representan la sangre y el cuerpo, es todo un ritual”, dijo Andrés Medina Hernández, investigador antropológico de la UNAM.

Explicó que el ritual en torno al Niño Dios empieza en Navidad, continúa con el Día de Reyes y culmina con el día de la Candelaria.

“El niño está oculto en la Rosca de Reyes, quien lo descubre tiene que celebrarlo y lo hace con tamales y atole, que de alguna manera representan el cuerpo y la sangre, como una comunión”, dijo el experto de la máxima casa de estudios.