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Encerrados en sus viviendas o negocios, vecinos de la colonia Doctores apenas se asoman cuando alguien los saluda porque tienen miedo de la delincuencia, denunciaron vecinos.

Según la Coordinación Territorial a la que pertenece esta colonia, ahí se presentan un promedio de cinco denuncias al día. Además, la Doctores es la tercera colonia con más denuncias presentadas, después de la Centro y la Guerrero.

Durante un recorrido por la colonia, vecinos aseguraron que no se hacen patrullajes constantes y en ocasiones la policía llegan después de que se reportó algún robo.

Los camiones repartidores surten las tiendas sólo antes de las 11 de la mañana y nunca el mismo día de la semana, porque los delincuentes los han estado ‘cazando’ para robarles la mercancía.

En los parques casi no juegan los niños porque hay personas drogándose y si los vecinos los increpan les responden a pedradas y groserías.

Otro modo de operar de la delincuencia en esta zona es un tipo de extorsión: los delincuentes van tocando de casa en casa, de comercio en comercio, y con el pretexto de un familiar enfermo exigen dinero para medicinas y piden una ayuda “voluntaria” de 300 pesos.

Para atemorizar a los vecinos, les dicen que saben cuántos viven en ese hogar, a qué hora llegan las muchachas de la escuela y dónde estacionan su carro. Bajo esta amenaza, y con tres individuos más en la puerta, a los vecinos no les queda más que darles lo que piden. Esto ocurre, por lo menos, una vez al mes.

“Esta situación ya es insoportable , ahora resulta que hasta de manera amable nos roban, nos dicen que ya saben todo de nosotros. Estamos a merced de ellos”, dice la señora Carmen, una vecina de la colonia Doctores.

Carmen ha tenido que dar a los delincuentes 600 pesos en dos ocasiones que la han visitado, desde enero pasado.

Abarroteros se ‘enjaulan’

Los más afectados son las tiendas de abarrotes ubicadas sobre las calles Dr. Jiménez, Dr. Arce, Dr. Márquez y Dr. Balmis, que durante el año pasado reportaban por lo menos seis robos en cada establecimiento, lo que los obligó a encerrarse dentro de sus propios negocios.

Para evitar más incidentes invirtieron alrededor de 20 mil pesos en su propia seguridad: 15 mil en enrejarse y otros 5 mil en cámaras de vigilancia. La medida tampoco sirvió de mucho ya que ahora los extorsionan en sus hogares.

“¡No tienen madre!”, exclama Alberto Avitúa, propietario de una tienda de abarrotes.

“Como ya no pueden robarnos nos dicen que necesitan dinero para un enfermo y te dejan bien en claro que te conocen, conocen a tu esposa, tus hijos, tu carro. ¿Qué haces?, darles los 200 o 300 pesos que te piden”, narra.