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Era el plan perfecto: usar la azotea de un edificio residencial, cortar los cables de la cerca eléctrica y desactivar la alarma, para luego descender por el techo y finalmente ingresar a la tienda iShop ubicada en la colonia Hipódromo Condesa, para así llevarse decenas de computadoras, tabletas y celulares en 19 bolsas negras de basura.

Los ruidos despertaron a las 3:00 horas de ayer a los vecinos del edificio que hace esquina en Michoacán y avenida Mazatlán. Los pasos de cuatro sujetos los alertaron, pues hace siete meses vivieron otro robo a mano armada en la tienda de computación.

Con ayuda de cuerdas y escaleras Marco (36 años), Jorge (22 años), David (22 años) y Noé (23 años) montaron un mecanismo para subir 19 bolsas llenas de mercancía los cuatro pisos de altura —hasta el techo del negocio—, para finalmente escapar con ellas e introducirlas a un vehículo Jetta que los esperaba estacionado frente al número 144 de Mazatlán.

Antes de que el robo se pudiera concretar, pasadas las 6:00 horas, la policía capitalina llegó al lugar gracias a un reporte del Centro de Comando Control, Comunicación, Cómputo, Inteligencia, Integración, Información e Investigación (C4i4) e hizo la detención de los primeros dos hombres que aún se encontraban afuera de la tienda.

El ruido de sirenas y los gritos alertaron a los otros dos asaltantes que se encontraban en la azotea del edificio y por donde iniciaron la huida hacia el edificio contiguo: cortaron la cerca eléctrica, bajaron las escaleras metálicas y se escondieron en un cuarto de ropa del número 148 de Mazatlán durante más de una hora.

La portera del edificio narró a EL UNIVERSAL que los dos hombres buscaron esconderse en los apartamentos de los vecinos y sólo encontraron resguardo en uno vacío, por los trabajos de remodelación, en la planta baja del inmueble.

Mientras los policías preventivos custodiaban la calle para que no se fugaran los otros dos sospechosos, adentro de Mazatlán 148 se desarrollaba una segunda búsqueda: la portera estaba en la azotea y se dio cuenta que la cerca eléctrica había sido cortada. Chifló. Su esposo aún no se había ido a trabajar y subió inmediatamente a verla.

La búsqueda empezó por los cuartos de azotea, seguido de los baños, la zona de los lavaderos, los descansos de las escaleras y terminó cuando escucharon ruido en el primer piso.

A las 6:45 horas, como de costumbre, llegó el paseador de perros de confianza, por lo que el esposo de la portera aprovechó para que fueran juntos a revisar el primer piso, en donde sospechaban que estaban escondidos los presuntos ladrones.

Los asaltantes llevaban casi 40 minutos ocultos entre los escombros del departamento dos e intentaron persuadir a portero y al paseador para que los dejaran escapar. “Fue una suerte que los rateros no vinieran armados”, dice la portera al recordar cómo su esposo bloqueó las salidas del patio hasta que pudo llamar a la policía y ocho de ellos realizaron la detención.