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El otro viacrucis de la Ciudad de México

Adriana Rodríguez| El Universal
Martes 15 de abril de 2014
El otro viacrucis de la Ciudad de Mxico

MISIÓN. Los hombres vestidos con túnicas tienen la función de acompañar al Cristo y cuidar que la celebración se realice en orden y respeto. (Foto: )

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En San Juan Tlihuaca hay una tradición religiosa que sigue más viva que nunca, la Semana Santa de los encapuchados

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La Semana Santa es una de las festividades más esperadas por los habitantes de San Juan Tlihuaca. En esta época, el lugar enclavado en la delegación Azcapotzalco recibe hasta 10 mil visitantes que acuden a la representación del viacrucis.

La tradición data de 1947. Fue iniciativa del sacerdote Luis Reyes para conmemorar que el templo se convertía en parroquia.

Todos los habitantes apoyan en los preparativos para la celebración, ya sea con aportaciones económicas, como actores, preparando alimentos o participando en las labores de logística.

De acuerdo con información proporcionada por la delegación, la mayoría de los jóvenes representan a encapuchados, ataviados con túnicas blancas y negras acompañadas de una capucha picuda. La intención, en muchos casos, es cumplir con alguna manda u ofrecer la participación en sacrificio para obtener algún favor de la divinidad.

Los encapuchados comienzan su intervención en Viernes Santo, junto con los soldados romanos, cuando Jesús es capturado, después de compartir con sus apóstoles La Última Cena y el lavatorio de pies.

El día en que se reciben más visitantes es el Viernes Santo. Las actividades empiezan desde las ocho de la mañana con la procesión del Jesús del Calvario que concluye en la tarde con la ceremonia de las “Siete Palabras” en la que participan 60 hombres y mujeres encapuchados, además de los 12 apóstoles acompañados de penitentes.

Vecinos de zonas cercanas como la colonia Providencia y Tierra Nueva, así como de otros estados de la República acuden a la Procesión del Silencio, tradición introducida a México por la congregación conocida como Carmelitas Descalzos, en tiempos de la colonia.

“No hay una selección de las personas que participan, los vecinos que quieren se unen a las celebraciones”, comenta Vicente Moreno, organizador de las tradiciones de Semana Santa en el pueblo de San Juan Tlihuaca.

Inician los festejos

La festividad comienza el Domingo de Ramos, cuando la procesión, integrada por encapuchados y vecinos, sale a las seis de la mañana de la torre de agua, ubicada en la Unidad Habitacional Presidente Madero hacia el atrio de la iglesia de San Juan Bautista.

Una vez en el atrio se realiza la representación de un pasaje bíblico, el lavatorio de pies y la Eucaristía.

Al mediodía del Jueves Santo se lleva a cabo la recepción de los Santos Óleos que son bendecidos en el transcurso de la mañana en la calle de Rosendo Salazar.

El Viernes Santo, el viacrucis sale de la parroquia de San Juan Bautista y recorre diferentes puntos del pueblo, regresando entre las dos y tres de la tarde al templo.

Al mediodía, cuando se desmonta el Jesucristo de la cruz en la iglesia, los pobladores salen de sus casas para ofrecer naranjas y dulces a los participantes del recorrido.

Los encapuchados son acompañados por los vecinos de la localidad, llevando consigo imágenes religiosas, cirios y velas, además de incensarios y flores.

Al arribar el contingente se realiza un acto de reflexión que llena la parroquia hasta el atrio para posteriormente realizar la ceremonia eucarística a las 18:00 horas.

Dos horas después comienza la Procesión del Silencio en el atrio de la parroquia, en la que participan encapuchados, vecinos y soldados con imágenes de la Virgen Dolorosa y de una imagen del Nazareno en yeso por calles cercanas a la iglesia, por una ruta distinta realizada en la mañana de ese día.

Al concluir la procesión se realiza la representación de la Crucifixión en el atrio con el Cristo articulado, una pieza religiosa que tiene más de 60 años de existencia.

El Cristo es acompañado por un grupo de hombres y mujeres voluntarios vestidos con túnicas, sin autoflagelarse, porque no cumplen ninguna penitencia. Su función es cuidar que la celebración se realice con orden y respeto.

Duante la noche, las familias de San Juan Tlihuaca rezan hasta caer la madrugada del día siguiente.

El sábado repiten la ceremonia al interior de la parroquia en total oscuridad para encender velas alrededor de las cinco de la mañana y dar la bienvenida a la Resurrección.

El Viernes Santo es la única ocasión en la que pueden probarse los tradicionales tamales dulces de Judas, los cuales son de color negro y cuya receta proviene de los fundadores tepanecas de Azcapotzalco.

Este platillo se prepara con maíz azul tostado, canela, miel y piloncillo. La mezcla obtenida se envuelve con hojas de maíz.

A pesar de no ser tan concurrida como la representación que se realiza en Iztapalapa, todos los vecinos de San Juan Tlihuaca colaboran para mantener la tradición.



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