Espectáculo animal: pros y contras

OPINIONES. Jesús Sesma aboga por retirar inmediatamente los ejemplares de los . (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Sondeo
Circos con animales, una tradición insostenible
Por Jesús Sesma
La prohibición de utilizar animales no humanos en espectáculos públicos es un requisito indispensable para que la sociedad pueda seguir avanzando.
Una tradición es simplemente la transmisión de costumbres de una generación a otra en un grupo social determinado. No obstante, dichas costumbres no necesariamente implican un beneficio presente o futuro para el desarrollo de ese mismo grupo o de la sociedad en general.
La historia universal ha dado cuenta de varias etapas oscuras de la humanidad en las que se han cometido las peores atrocidades en defensa de la permanencia de tradiciones, como el hecho de haber podido considerar a las personas de origen africano como esclavos o a las personas que no tenían un origen grecorromano como "bárbaros"; también la mutilación de genitales por el simple hecho de ser mujer o matar a seres humanos como ofrenda a los dioses.
Mientras más pienso más pena siento por tan terribles injusticias. Recuerdo la época en que se tenía la tradición de considerar inferior de manera generalizada al género femenino y restringirle sus derechos humanos o la de utilizar a las personas o animales que desafortunadamente tenían alguna malformación o discapacidad para exhibirlos como parte de espectáculos públicos y, más recientemente, qué decir de la venta o intercambio de niñas (o niños) a cambio de animales o fiestas, o bien, del sacrificio de animales no humanos por creencias religiosas.
Igualmente, hacer la guerra era parte de algunas culturas desde hace miles de años e incluso en nuestros días hay personas, grupos y países que conservan esa tradición. Tuvieron que haber miles de muertos (niños, hombres, mujeres, ancianos...) y cientos de guerras para que la humanidad comprendiera que por medio de las armas y la violencia no podían resolverse los conflictos. Por eso me pregunto ¿quién en su sano juicio puede pensar que esas tradiciones, por más añejas y arraigadas en un pueblo, pueden ser consideradas como buenas o dignas de conservarse?
Todas esas tradiciones permanecieron vigentes durante siglos pero poco a poco, gracias al ejercicio de la inteligencia y al desarrollo de la conciencia humana, hoy son consideradas como negativas (en el más amplio sentido de la palabra) y la necesidad de superarlas por anacrónicas y perjudiciales para la sociedad, es un hecho innegable y generalizado.
Eso es precisamente lo que está ocurriendo con la utilización de los animales no humanos en distintas actividades "recreativas", tales como las corridas de toros o las peleas de gallos, los rodeos, los delfinarios o los circos, solo por mencionar algunos. Y en todos esos casos, las voces se han hecho escuchar alrededor del mundo entero.
La prohibición y castigo por utilizar animales no humanos en espectáculos públicos es un requisito indispensable para que la sociedad pueda seguir avanzando hacia su propio bienestar y así lo hemos planteado también nosotros desde hace muchos años. En ese sentido -hace apenas unos días-, dimos un paso importantísimos en el Distrito Federal al lograr que en la Ley de Protección a los Animales y en la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos, se estableciera claramente dicha prohibición en el caso de los circos, tal como ya sucedió también en los estados de Chiapas, Chihuahua, Colima, Guerrero, Morelos, Querétaro, Yucatán y Zacatecas, así como en muchas otras ciudades del planeta.
En ellos, los visitantes tienen la oportunidad de conocer a hombres y mujeres excepcionales que utilizando su cuerpo o distintos accesorios, brindan entretenimiento y diversión y transmiten conocimientos y prácticas de muchas partes del mundo. Lamentablemente, dentro de toda la gama de posibilidades de actos de recreación que ofrecen los circos, se encuentran los que involucran la participación de muchas especies de animales no humanos. Y digo lamentablemente por que dada la naturaleza de todas y cada una de dichas especies, es evidente que ninguna de ellas fue diseñada para realizar acrobacias, piruetas o contorsiones para divertir y entretener a los seres humanos.
Al respecto, las autoridades de nuestro país han podido constatar que el maltrato hacia los animales en los circos es una realidad, por lo que ha dado cuenta no solo de ello sino de una serie de graves irregularidades en 3 de cada 4 circos que ha visitado, tales como el no acreditar la legal procedencia de los animales o no contar con planes autorizados para su manejo, por lo que les ha impuesto también las sanciones correspondientes, incluyendo el aseguramiento de los animales. Toda esta terrible realidad se ha presentado tan solo en los menos de 200 circos que tienen registrados las autoridades, cuando los empresarios circenses han afirmado que en realidad existen alrededor de 500.
Ante todo ello no cabe la menor duda de que tanto en la Ciudad, nuestro país y el mundo entero, se debe continuar impulsando la prohibición (no la regulación) de entretener y divertir a la gente con animales pues ellos también tienen derechos. La ley es dura, pero es la ley. Y por el futuro de los animales que hoy se encuentran bajo su resguardo, tampoco hay que preocuparse: su seguridad, salud y sustento están a salvo gracias a muchos ciudadanos y organizaciones que gustosamente cuidarán de ellos.
De esta manera, el que maltrata animales no debe tener la oportunidad de tenerlos en propiedad o custodia, tal como ocurre con otras actividades ilícitas. ¿O acaso al que maltrata niños o mujeres o discapacitados o ancianos se les debe regular en lugar de prohibir? La respuesta es obvia.
La tradición de los circos que utilizan animales debe desaparecer, más no los circos como tal. He sido claro al reconocer que los circos no solo utilizan animales para presentar sus espectáculos. También se basan en distintos actos en los que se exponen las condiciones casi sobrenaturales con las que cuentan muchas personas tales como actores, malabaristas, equilibristas, gimnastas, contorsionistas o ilusionistas, solo por mencionar algunos. En ese sentido, el dejar de utilizar animales hará de los circos un espectáculo moderno, progresista y democrático, que además podrá dar empleo a muchas personas más que ahora se encuentran en las calles de las principales ciudades de nuestro país sin un trabajo formal.
El circo, desde sus orígenes, no ha utilizado únicamente el adiestramiento de animales como su atracción principal. Desde la antigua China, la clásica Grecia, la Edad Media, el Renacimiento o la época moderna, el circo ha sobrevivido precisamente por la adaptación que en cada etapa de la historia de la humanidad ha tenido y esta nueva era no será, definitivamente, la excepción.
Diputado local del Partido Verde Ecologista de México
Circos con animales, debate serio
Por Guillermo Haro
En los últimos meses, algunas legislaturas estatales y cabildos han impulsado la prohibición del uso de animales en los circos.
A la fecha, los estados de Morelos, Guerrero, Colima y Querétaro han publicado decretos para la prohibición de circos con animales, mientras que Chiapas, Zacatecas y el Distrito Federal tienen decretos aprobados por el Congreso local aunque aún está pendiente su publicación. Asimismo, 13 municipios han aprobado la prohibición de circos con animales y hay 10 estados con iniciativas para el mismo fin.
El maltrato animal es una acción reprobable en todos los sentidos. En el caso de los circos, desde un principio fue indebido sacar a los animales de su hábitat silvestre y natural.
El decreto que prohíbe el uso de animales en los circos no contempla lo que deberán hacer con sus ejemplares. La mayoría de estos animales no pueden ser devueltos a la vida silvestre por tres razones básicas: nunca estuvieron en ella, su hábitat actual ha sido destruido y no tienen la capacidad social de integrarse a una vida en libertad. Sacarlos sin más, es condenarlos a la muerte.
Los circos que utilizan ejemplares de fauna silvestre como parte de sus espectáculos están regulados por la Ley General de Vida Silvestre y su reglamento, marco legal sin duda perfectible.
En estricto sentido, tener animales en circos está permitido por la ley, la cual establece también las obligaciones y responsabilidades que los circos y el personal que trabaja con fauna silvestre tiene respecto a ellos.
Los animales que se encuentran tanto en los circos como en los zoológicos deben tener un manejo adecuado y se les debe brindar un trato digno.
La responsabilidad de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) recae en verificar, mediante diversas inspecciones, que se cumpla con las obligaciones establecidas por la legislación y con las condiciones contenidas en cada uno de los registros otorgados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para poseer este tipo de animales.
A través del Programa Nacional de Inspección de Circos, desde 2010 la Profepa inspecciona periódicamente los 183 circos y 16 zoológicos del país. Principalmente lo que se verifica es: que se cuente con un registro otorgado por la Semarnat que acredite la legal procedencia de los ejemplares y que se les garantice un trato digno.
Se tienen datos de casos graves de maltrato, pero no son la generalidad. Una leona y una osa en circos establecidos en Jalisco y Yucatán, respectivamente. En ambos casos se decomisaron los ejemplares y fueron atendidos para su recuperación.
Lo idóneo es mejorar las condiciones de vida de los animales y ofrecerles un hábitat adecuado. Para ello hay que hacer más rígidos los mecanismos para la autorización de circos y contar con un sistema de acreditación permanente con estándares internacionales. Si un circo no cumple, cerrarlo.
Existen alrededor de 2 mil 200 animales en circos. De las nuevas normas que se conocen, no se establecen opciones ni recursos para su reubicación. La mayoría de los zoológicos o santuarios no podrían recibirlos porque no disponen ni de espacios ni de recursos.
Una propuesta sería formar una comisión de expertos en la que estén representados todos los actores que consensen una regulación moderna con bases jurídicas y científicas sólidas, teniendo como prioridad a los animales.
En muchas comunidades, el circo con animales es la única manera en que las personas pueden tener contacto con ejemplares de vida silvestre.
Se requiere una valoración seria e integral, en la que participen todos los involucrados con el fin de regular esta actividad y establecer una política pública general de largo alcance.
La regulación de animales de vida silvestre es de competencia federal, con la que no se omite advertir la probable invasión de competencias y por ende la dudosa constitucionalidad de las normas aprobadas.
Procurador Federal de Protección al Ambiente
Pensemos tan solo en las tradiciones que tienen que ver con dañar la integridad física o psicológica de las personas e incluso con causarles la muerte. En este momento me vienen varios ejemplos a la cabeza que tan solo el recordarlos me causan tristeza y desconcierto.
Al igual que lo mencioné hace unos días, los circos forman parte de la cultura de varios pueblos alrededor del mundo desde hace muchas generaciones y es a través de ellos que muchas personas tuvieron y siguen teniendo la posibilidad de tener acceso a espectáculos públicos que proporcionan momentos de sano esparcimiento.
Por ello, incluso antes de que se aprobara en nuestra Ciudad la prohibición a la que he hecho referencia, compartía en un espacio similar a este que los circos habían gozado de bastante reconocimiento y éxito a través de los años, hasta que la evolución de la misma sociedad dio la pauta para que muchos se interesaran en la protección y defensa de los derechos de los animales. Fue así como estos expertos en el tema pudieron investigar y documentar la manera en la que se les adiestraba y entrenaba para lograr que ejecutaran perfectas manifestaciones de "arte", concluyendo que esto se lograba solo a través de condicionarles la comida, por medio de golpes u otro tipo de acciones que -ahora se sabe-, les causan daño y sufrimiento.
El decreto que prohíbe el uso de animales en circos no contempla qué hacer con sus ejemplares pues la mayoría no pueden ser devueltos a la naturaleza.





