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La construcción de parques de bolsillo no sólo dependerá de los recursos del gobierno local sino que empezó a aplicar un esquema con participación de la iniciativa privada, informó el coordinador de la Autoridad del Espacio Público (AEP), Eduardo Aguilar.

Las contraprestaciones, dijo Aguilar, son uno de los mecanismos para que las empresas participen en la habilitación de los parques, mediante las cuales el particular paga parte o toda la construcción y a cambio recibe un espacio del mismo para un uso específico relacionado con una política sustentable.

El titular de la AEP añadió que también se analiza aceptar donativos, promover la “adopción” de los parques de bolsillo para su mantenimiento, con la restricción de prohibir que se exploten para publicidad, únicamente podrían tener una placa que mencione quién se encarga del mantenimiento.

Otro esquema sería el financiamiento del parque con recursos de medidas de mitigación de desarrollos inmobiliarios, “así hicimos el parque de Hamburgo, y estamos revisando algunos otros en la zona de Granadas, en la delegación Miguel Hidalgo”, detalló. Dijo que este año el gobierno central alista cerca de 20 parques de bolsillo más.

Utilizan contraprestaciones

Un ejemplo de contraprestación es el parque de bolsillo más reciente en el cruce de Euler, Masaryk y Mariano Escobedo, en Polanco, en el cual hubo una inversión de 600 mil pesos aportados por el gobierno, vecinos y la empresa de renta de autos Carrot, que habilitó en el parque una de sus estaciones de préstamo.

Sobre este caso, Aguilar explicó que “es un proyecto piloto y se analiza hacer un proyecto integral a través de permisos administrativos temporales revocables (PATR), para que estas empresas puedan tener su cajón de estacionamiento, construyan los parques de bolsillo y les den mantenimiento”.

Diego Solórzano, director general de Carrot, afirmó que buscan ampliar su número de estaciones de servicio en espacios públicos como miniparques y cruceros, y para ello invertirían en ese tipo de espacios.

Dijo que los autos en renta generan un doble efecto en el que se reduce la entrada de más automóviles en circulación y con ello se genere más contaminación y tránsito, pero, por otra parte, aumenta el uso del transporte público.