"Somos necesarios en la sociedad"

INTERCAMBIO. García Colín dice que hace varios años un pariente de Alfonso Herrera se llevó varios libros y le dejó un incunable, valuado en 200 mil pesos. (Foto: CRISTOPHER ROGEL BLANQUET EL UNIVERSAL )
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“Los libreros somos personas necesarias en la sociedad, rescatamos la historia que muchas veces está olvidada y la ponemos en manos de quien se interesa”, dice Víctor García, quien lleva más de 40 años, como él dice, sobreviviendo de los libros.
García abre un cajón, saca una bolsa de color azul y de ella se asoma un libro amarilloso, “éste es un libro que poca gente podrá tener en sus manos: es un incunable. Es de los más grandes tesoros que tengo”. La costilla del libro aclara que vio la luz en el año 1500, tiene grabados en cada una de sus páginas y las ilustraciones están coloreadas a mano.
Narra que consiguió ese libro cuando uno de sus clientes, familiar de Alfonso Herrera, científico mexicano creador de la teoría de la plasmogénesis, que proponía un nuevo origen de la vida, vio en la librería un par de textos de su pariente. Entonces, con tal de conseguirlos, intercambió el incunable por los libros científicos y otra tanda extra. “En ese tiempo mi cliente se llevó una cantidad de libros equivalente a los 70 mil pesos; hoy, si quisiera vender el incunable, no lo bajo de 200 mil”, narra.
Encontrar un sitio para vender textos no es fácil, de acuerdo con los comerciantes es necesario ubicar zonas en las que por tradición y por historia haya libros, por eso son tan conocidos ciertos corredores dentro de la ciudad de México como la calle de Donceles, la Alameda Central, Tacuba.
Comentan que los libreros que se van a provincia están prácticamente destinados al fracaso. Narran que entre las maneras de hacerse de material están las ventas de garage, en tianguis y de gente que conocen por sus grandes bibliotecas personales. Uno de los inconvenientes de dedicarse a la venta de libros es que las obras sólo tienen un valor estimativo, declaran los vendedores.