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“¡Señora, hay un accidente enfrente, hay muchas ambulancias!”, fue lo que María Girón, empleada doméstica de una casa de la calle Pestalozzi, le dijo a su patrona para despertarla.

“Fue a las siete de la mañana cuando escuché el grito”, platica la joven empleada de la casa. “Fue una voz de hombre que andaba gritando, ¡ay, ay, ay!, pero no le tomé atención. Seguí durmiendo. Ya después me desperté y me asomé. Vi patrullas y fue cuando bajé a avisarle a la señora”.

La señora Quejada, la dueña de la casa, platica que cuando se asomó, se horrorizó. “Me asustó ver tantas patrullas. Luego llegó una ambulancia y vi que sacaban la camilla, con un muchacho. Me impresionó mucho. Me puse a llorar. Lo sacaron ya conmocionado”.

“Me duele mucho, es algo muy lamentable”, dijo antes de cerrar la puerta y terminar la entrevista.