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Personajes. "No tengo un principado en el oriente de la ciudad"

Nayeli Cortés| El Universal
Domingo 02 de marzo de 2014
<b> Personajes. </b>

. (Foto: JUAN BOITES EL UNIVERSAL )

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, líder del PRI-DF

nayeli.cortes@eluniversal.com.mx  

“Bienvenidos a su pobre casa, que ni es pobre ni es su casa”, aclara un letrero empotrado en la pared de la entrada de esta vivienda.

Una puerta se abre para darnos acceso a este refugio en el sur de la Ciudad de México. Las fauces de una pantera negra —de material desconocido— en posición de ataque nos dan la bienvenida.

Una escalera de caracol nos conduce a un lugar de hadas adheridas a las paredes, columpios de mimbre y hongos gigantes.

Mientras lo espero, miro hacia el Periférico. Imagino la vista en hora pico. Volteo hacia atrás. Los vidrios polarizados de la casa apenas dejan ver los sillones blancos (probablemente de piel) que conforman la sala.

“En unos minutos está con ustedes”, nos prometen.

Los vidrios se corren y aparece. Es Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre. Nos sentamos en torno a una fuente de galletas y refrescos.

“Tengo años viviendo aquí”, nos comparte.

Así es. Éste es el líder del PRI capitalino. El mismo cuyo grupo ingresó —en 2003— a las instalaciones de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y lanzó sillas contra simpatizantes de la diputada local, María de los Ángeles Moreno.

Él mismo que, en 2009, llegó a la Cámara de Diputados luego de que Fuensanta Jiménez pidiera licencia para sumarse a la larga lista de “Juanitas”, es decir, mujeres que dejan el cargo para que un hombre lo asuma.

El mismo que es amigo de Cristian Vargas, el “dipuhooligan”, que rompió puertas en la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) y que protagonizó un enfrentamiento —en 2011— del que resultó lesionada Rosario Guerra.

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, el mismo que declara que el PRI cometió injusticias con su ex líder, Humberto Moreira, y que ni el CEN ni el gobierno federal lo pueden rebasar “por la izquierda o por la derecha” para arrebatarle el control del tricolor local porque tiene a su favor 95% de los órganos de dirección del partido.

Cuauhtémoc es hijo de Guillermina de la Torre y Rafael Gutiérrez Moreno, líder de pepenadores durante muchos años.

Le molesta la referencia. Aclara que tiene 20 años desligado del sector y que en su familia no hubo ni habrá un rey o príncipe de la basura. Agrega que atribuirle un mote así, equivaldría a llamarme a mí “principessa de la mentira”.

“No estamos en un país monárquico. Ni mi padre era rey de nada ni yo era príncipe de nada. Él dirigía una organización de gente humilde, de gente trabajadora, de gente que no le pedía un peso a la Ciudad de México porque no eran asalariados”, asegura.

"Me hacía bolita"

Gutiérrez de la Torre vivió en Iztapalapa. Su madre tenía una bonetería y él era un niño que jugaba en la calle a las coladeras, al tochito, al trompo y al balero.

Era “guerroso” y en más de una ocasión le tocó probar los cinturonazos de su papá, quien, como muchos maestros rurales, creía que “la letra con sangre entra”.

“Un día, para poder ver a mis amigos, me salté la barda de mi casa. De regreso subo por la misma reja, se desprende y como tenía unos picos, me encajé uno. Evidentemente salió mi papá, me llevó al hospital y después me castigó severamente”, recuerda.

—¿Cómo lo castigó?

—Ya no me pudo dar cinturonazos, porque ya estaba muy molido, pero sí me castigó con un año sin salir.

—¿Cumplió el castigo?

—Cometí trampa, por eso sólo comento cuál fue el castigo no si cumplí con la sentencia.

Otra de sus travesuras era llevarse el coche de su mamá sin permiso: “Para que no nos oyeran, empujábamos el coche a la esquina”.

—¿Nunca lo cachó?

—Sí me cachó, porque en una de esas parrandas reventamos una llanta del carro y tuvimos que recurrir a ella. Nos acusó con mi papá y ahí él hizo, según nos dijo, buen uso del cinturón.

—¿Contó los cinturonazos?

—No, no los cuentas, más bien te haces bolita como las cochinillas.

Además de cinturonazos y coscorrones, los padres de Gutiérrez De la Torre le enseñaron a ser humilde, pero sin caer en el “servilismo y tampoco en la docilidad”.

Aprendió bien la lección. A sus compañeros del PRI les consta.

“Nos ven como causa perdida”

El ingreso de Cuauhtémoc a la política se da a los 14 años, cuando la agrupación juvenil priísta otorgaba militancia a esa edad. Sigue los pasos de su padre, quien fue diputado federal por ese partido en 1979. En la Asamblea Legislativa del DF (ALDF) es compañero de legislatura de Fauzi Hamdan, abogado cercano al PAN, quien además fue su maestro en la Escuela Libre de Derecho.

Gutiérrez de la Torre llega a la dirigencia del PRI-DF, en 2012.

El 20 de diciembre de ese año, recibió una llamada de felicitación del presidente Enrique Peña Nieto: “Le dije que yo no era el primer priísta de la ciudad, que él lo era, porque su residencia está aquí”.

—¿Es el único dirigente local del PRI, que no le dice que sí a toda la dirigencia nacional?

—Es correcto.

—¿Qué ha hecho mal la dirigencia nacional?

—Creo que no podemos juzgar a priori a personajes que han estado vinculados al partido sin que hayan sido sometidos a un juicio real; no se puede medir con una vara a unos y con una distinta a otros. Somos un partido político y no un tribunal de justicia, tenemos el derecho constitucional de ser inocentes hasta que se nos pruebe lo contrario. Yo no quisiera ver al Comité Ejecutivo Nacional como una parte inquisidora.

—¿A quién se ha juzgado en esos términos?

—Por ejemplo, (Humberto) Moreira; no es un asunto de desterrar a nadie cuando jurídicamente, legalmente, no se le ha comprobado absolutamente nada.

—¿Tenía una buena relación con Moreira?

—Nos fuimos haciendo amigos a pesar de que Humberto me impuso muchas trabas para llegar a la dirigencia del PRI en el DF.

—¿Tenía buena relación con Beatriz Paredes?

—No, tenía una relación institucional.

—¿Y con el mexiquense César Camacho?

—No es mi amigo, pero hay una relación institucional de respeto.

Un temblor interrumpe, al menos mentalmente, la charla. Antes de correr para ponerme a salvo, observo. Nada se mueve.

Otra vez, el piso vibra y me doy cuenta que las placas tectónicas están en paz, pero que cada vez que un vehículo pesado surca la zona, la vivienda lo siente.

Recobro la compostura (espero nadie haya notado mi terror a los temblores) y le recuerdo al dirigente priísta que para algunos analistas, la intención de implementar la Cruzada Nacional contra el Hambre en delegaciones pobres, pero también con el mayor padrón electoral, es una forma de que el PRI nacional acceda al DF, dejando de lado a su contestatario dirigente.

“Ojalá y se quisieran meter al DF. Yo observo que el CEN ve al DF como una causa perdida. Te podrán decir ‘ya mandamos 16 delegados’, ¿y?”, lanza en alusión a los nombramientos realizados por el CEN priísta, con la intención de apuntalar al instituto político en la capital.

—¿Y sí trabajan los delegados?

—Algunos aceptaron irse de delegados para no decirle no al CEN; otros sí hacen trabajo territorial.

Aclara que debe ponerse en “su justo medio” la representatividad de cada persona en la capital y si obtuvo un cargo “por el privilegio de que alguien te puso en la lista o porque eras mi amiga”.

—¿Estamos hablando de alguien en específico?

—No, estamos hablando al unísono (sic). Estamos hablando de que hay actores que representan a las masas y hay actores que se representan a sí mismos.

“Rubalcava no es del PRI”

Gutiérrez de la Torre tiene amigos en el PRD. Aunque no se cansa de señalar irregularidades en la gestión de Leticia Quezada, de Magdalena Contreras, y de Maricela Contreras, en Tlalpan, acepta que se lleva bien con Víctor Romo, de la Miguel Hidalgo.

En el PRI también tiene amigos, como Tonatiuh González, coordinador de la fracción en la ALDF hasta que las pugnas hicieron que el liderazgo pasara a manos, primero, de María de los Ángeles Moreno y finalmente de Fernando Espino, líder del sindicato del Metro, acusado de incluir a familiares en cargos del STC.

“A los amigos hay que escogerlos, porque algunos te dan palmaditas y en ese momento se siente el hilo de la hipocresía”, acepta.

—Con Adrián Rubalcava, jefe delegacional de Cuajimalpa, ¿cómo se lleva? Él es del PRI.

—No, el no es del PRI. Llegó por el PVEM.

Su trayectoria política le ha dejado enseñanzas, entre ellas, que por mucho que el CEN de su partido trate de rebasarlo de cara a las elecciones de 2015, quien avalará las candidaturas, será él.

“Hay una percepción equivocada. Yo fui electo para cuatro años y lo que se tenga que firmar de candidaturas de 2015 lo firmaré yo no, el Comité Ejecutivo Nacional; las diputaciones locales y candidaturas delegacionales, las firmo yo”, recuerda.

Y agrega: “Lo que observo es que a algunos se les cambia el chip como a los caimanes, es decir, los caimanes defienden a sus crías, pero cuando ven que una muere la ven como alimento”.

Secuestraron a su sobrina

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre es soltero. Su familia está compuesta por cinco hermanos, además de sus sobrinos.

Hace mes y medio, revela, la hija de su hermano fue víctima de un secuestro. Mientras atendía un salón de belleza propio, un comando se la llevó. La intervención de las procuradurías local y general hizo posible su rescate.

“Ahora vive en Miami con su papá. Era imposible que siguiera aquí”, narra.

Asimismo, el priísta revela que los hijos de los hermanos ya no son suficiente para él. A sus 45 años, le llegó la hora de convertirse en padre: “Hay hombres que a pesar de la edad tiene hijos, si no pregúntele a Joan Sebastian. Eso, para los que somos hombres no es problema, independientemente de la disfunción eréctil, todavía se puede”.

“No como de la basura”

El ex diputado federal se indigna cuando hay referencias a la inseguridad en Iztapalapa, su lugar de origen.

Aclara que en sus épocas era una zona rural con alfalfares y la “leche todavía llegaba con nata”.

“La inseguridad vino luego del terremoto de 1985. El gobierno mandó muchas familias para allá”, concluye.

Tampoco le gusta que se le siga vinculando con el gremio de los pepenadores. Le recuerdo el mote “Príncipe de la Basura” y estalla: “Los medios ponen apodos discriminatorios. Yo no como de la basura ni tengo un principado en el oriente de la ciudad”.

Recuerda que mientras en Europa, un pepenador es un ecologista (porque recicla), “en México les dicen mugrosos. No se vale”.

“Quiero ser general”

El líder del PRI capitalino aclara que sí tiene aspiraciones y que eso de no decirlo es cosa del pasado.

Le gustaría, dice, ser senador y recuerda la experiencia que dejó al PRI-DF con pocas candidaturas en 2012: “La alianza con el PVEM llevó al equipo de Peña Nieto a dar espacios a un partido sin mérito. Antes decíamos que éramos soldados del PRI. Pero tengo aspiraciones para ser un general. Hasta a los soldados rasos que se mueren, los suben al rango”.



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