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Crónica. "Aquí no hay oídos, nadie nos quiere escuchar"

Diana Delgado| El Universal
Martes 25 de febrero de 2014
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VARIEDAD. Artículos de belleza, bolsas, juguetes, inciensos y hasta puestos de comida se pueden observar en el espacio destinado a estacionamiento del mercado . (Foto: )


Clinica de Periodismo

“Llévele, llévele, güerita”, “pregunte, sin compromiso”, son las voces afuera del mercado Sonora. Peluches, juguetes, peinetas, bolsas de todo tipo, hierbas, inciensos y algunos puestos de comida son lo que abunda en el espacio que, en teoría, debía ser el estacionamiento del mercado.

Los locatarios tienen años haciendo una radiografía de quienes ponen en riesgo su trabajo y la seguridad de sus clientes: son seis los grupos que controlan el ambulantaje en la zona, uno de ellos ligado con el Frente Popular Francisco Villa.

La demanda para que la delegación Venustiano Carranza quite a los ambulantes data de 1993, según un viejo comunicado que muestra uno de ellos.

“Nosotros hemos metido quejas en a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, a la Secretaría de Gobernación, con Protección Civil y todas nos dicen que tenemos que arreglarlo con la delegación, el problema es que cuando vamos nos dicen ‘estamos trabajando’, pero no nos dan más respuestas, este problema ya tiene muchos años”, comentó uno de los comerciantes que, por seguridad, pidió guardar su identidad.

Entre trabajadores y clientes cada día circulan alrededor de 3 mil personas, y los días con mayor afluencia son los miércoles, viernes, sábado y domingo.

Los ambulantes lo saben y justo esos días, también se observan más informales sobre las calles Fray Servando Teresa de Mier, San Nicolás, Callejón Canal y Avenida Canal.

De registrarse un incendio, un temblor o cualquier contigencia que entrañe un riesgo, aseguran, “los locatarios sí sabemos para dónde correr, en dónde guarecernos, pero ustedes que vienen a comprar no conocen las salidas de emergencia y eso se pone peor cuando las salidas del mercado están invadidas por los ambulantes. Ustedes no tienen a dónde correr”.

Tienen miedo porque han sido víctimas de amenazas. Dicen que no confían en nadie, temen que los asalten o algo peor.

“Aquí no hay oídos, nadie nos quiere escuchar”, comenta otra locataria del mercado.

Agrega que desde que empezó la limpieza y el retiro de comercio en el Zócalo, algunos ambulantes pasaron su punto de venta al Sonora y ello ha devenido también en un incremento en los índices de delincuencia: “Aquí llegan los clientes y les arrebatan las cadenas, los aretes, las bolsas. Entran llorando, pero uno qué puede hacer. No se puede hacer nada”.



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