En últimas fechas, en el Distrito Federal han trascendido casos desde el poder en los que el propio servidor público tiene que admitir y confesar que el mejor ingreso, la mejor fortuna, no la poseen ellos sino sus esposas.

Sin embargo, estas confesiones no han surgido de ejercicios públicos de transparencia, sino a raíz de situaciones en las que desconfianza sobre el conflicto de interés que puede generar

Aquí dos casos que han acaparado la atención de la opinión pública en los últimos días.

Margarita Darlene Rojas Olvera:

El delegado perredista de Iztapalapa, Jesús Valencia, se vio involucrado en un accidente automovilístico apenas el pasado 17 de diciembre, en calles en el Pedregal de San Ángel.

Dudas sobre su estado de conciencia al conducir, sobre la propiedad del vehículo de lujo que manejaba, y el reconocimiento de que vive en esa zona exclusiva de la ciudad de México, lejos de la delegación que gobierna, motivaron versiones contradictorias de su parte.

Entre estas contradicciones a las que ha incurrido el funcionario público está que la propiedad en el Pedregal de San Ángel correspondería en realidad a su esposa, Margarita Darlene Rojas Olvera, actual presidenta de la Juna Local de Conciliación y Arbitraje.

‘Mi esposa es la rica’

A principios de este mes,  el oficial mayor de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Aarón Josué Ramos Miranda, tuvo que dejar el cargo luego de que el grupo Anonymous difundiera en internet posibles actos de corrupción y sus supuestos vínculos con el crimen organizado.-

En conferencia de prensa, Ramos Miranda salió al paso de las acusaciones por presunto enriquecimiento ilícito y señalar que su esposa registra ingresos superiores a los suyos.

De acuerdo con su versión, su mujer percibe 170 mil pesos mensuales, mientras que él percibiría en la Asamblea 80 mil pesos al mes.

crs